(OSG) ORQUESTA SINFÓNICA DE GALICIA

Un nuevo concierto para recordar, tanto que esta noche hemos repetido en la segunda entrega. No va a haber muchas oportunidades más para ver en acción a Orozco Estrada cuya carrera apunta a metas cada vez más altas. Y mereció la pena. Como es habitual en la entrega de los sábados la orquesta está aún más hecha al programa, el ambiente es más distendido, y personalmente uno se encuentra más descansado un sábado a la noche –sobre todo si ha disfrutado de una reparadora siesta- que el viernes con todo el cansancio de la semana acumulado en el cuerpo. Y de hecho varias opiniones de personas que habíamos repetido es que el concierto había salido todavía más redondo que el día anterior, que de por sí ya no había estado nada mal.

Sí, ver en acción a Orozco Estrada es todo un lujo. Ya había estado aquí hace unos años pero no había podido asistir. Ahora ya es un nombre mucho más reconocido hasta el punto que pronto inicia una nueva etapa en Houston y en la hr de Frankfurt. En el terreno mahleriano sí conozco lógicamente su grabación con su Tonkünstler-Orchester Niederösterreich, una personalísima Primera no muy de mi gusto, y la referencia tremendamente positiva que nuestro amigo Mark Berry nos ofreció con sus reseñas de sus recientes Cuarta y Segunda en Viena.

Pero viéndolo en acción no sorprende el giro que lleva su carrera. Es un director que desprende una energía abrumadora, con un carisma evidente que le permite conectar al cien por cien con su instrumento. Me hace gracia leer en una crónica de una serie de conciertos suyos en Houston esta crítica “Anyone who doubts whether a conductor really makes a difference or who wonders what impact a conductor can have need only have attended listened to our Houston Symphony for the last two weeks. It did not even sound like the same orchestra. Indeed, our Houston Symphony has not sounded this good, this capable, this powerful, this transparent, this precise or this exciting in a very, very long time.” Y es que efectivamente, la sensación es que me pasaba por la cabeza era exactamente la misma, la orquesta está sonando a su máximo nivel. Orozco Estrada tiene ese don, además de una sólida formación y un talento evidente, tiene esa varita mágica que extrae lo mejor de la orquesta. La química con la orquesta ya fue evidente el viernes cuando al final del concierto algún músico famoso por su flema agitaba el arco de su instrumento con una euforia nunca vista en él. Hoy también la orquesta respondió con tremendo cariño y agradecimiento.

El programa fue además de lucimiento. Se abría con una grata sorpresa “El sueño de un bailarín” del donostiarra Francisco escudero. Una obra, como la recientemente tocada de Bal y Gay de los años cuarenta, escrita para gran orquesta la cual es utilizada por su compositor con un enorme talento. Una obra inspirada, muy amena y digna de ser recuperada. Sin duda Orozco Estrada la ha dirigido con su orquesta de Euskadi y no sorprende que la haya incorporado a sus programas pues es muy agradecida tanto para el público como para la propia orquesta con numerosas intervenciones solistas de maderas y metales pero también desplegando al máximo el potencial dinámico de la amplia plantilla que requiere. Fascinante.

A continuación el concierto en sol contó con un solista de lujo, sobradamente conocido pues es habitual en las salas de toda España, Javier Perianes que evidenció su exquisita musicalidad. El famoso Adagio assai le viene como anillo al dedo haciendo una lectura que no tiene nada que envidiar a las muchas y buenas de la amplia discografía de la obra. Estuvo magníficamente acompañado por la orquesta. Aunque es obligado destacar al solista de corno inglés Scott McLeod también me gustaría alabar al oboe principal, en esta obra el joven David Villa, que estuvo soberbio. Fue una magnífica interpretación a la que no le puede uno pedir más en Adagio y Presto. En el difícil primer movimiento Orozco supo integrar perfectamente las rápidas y coloristas intervenciones orquestales sin que estas en ningún momento restasen presencia al solista recreando, un diálogo coherente y convincente. Personalmente me gusta más un tempi más contrastado con la atmósfera del segundo movimiento pero sin duda el solista pesó en este aspecto. Gran éxito de Perianes que ofreció el viernes una propina de Debussy y el sábado chopiniana. Máxima expectativa para su recital del martes próximo en el Rosalía.

En la segunda parte el reto de la Segunda de Brahms, un repertorio en el que Estrada imagino que por sus años de formación vienesa se muestra especialmente cómodo. El resultado lo confirmó hasta el punto que del todo Brahms sinfónico que lleva hecho la OSG todos estos años ¡qué no ha sido poco! éste ha sido el que más me ha convencido. Dilatado el primer movimiento -pues Orozco opta por hacer la repetición- pero no resultó en ningún momento tedioso. Es un Brahms con personalidad propia en el que busca siempre incisividad, con un fraseo muy intenso, carente de severidad o pesadez. Me llamó también la atención lo brusco –o al menos lineal- de las transiciones. No descuidadas pero sí concisas, en parte tal vez debido a esa energía mutua que orquesta y director pusieron en juego. No fue en absoluto una lectura pastoral como a menudo se ha descrito la obra. Pero así es de enigmático Brahms y su música sinfónica. Un monumento a la indefinición. Me gustaron especialmente las notas del programa de mano, obra de Estíbaliz Espinosa. Bueno, esto es una elucubración pues por un error imaginamos que de maquetación la versión gallega de las notas aparece firmadas por la poetisa coruñesa mientras que la equivalente de castellano bajo la autoría de José Luis Pérez de Arteaga. Dado que son estilos bien distintos parece evidente que son obra de EE. Dice la autora hablando sobre los climas de ánimo del Adagio “… es definido por algunos como de serena melancolía y por otros como atmosféricamente inestable. Resulta difícil saber cuando llueve en Brahms” ¡Brillante! Más adelante dice EE “Lo que parece claro es que hay poco claro en esta sinfonía y sí mucho claroscuro” y así veo la producción sinfónica de este compositor. Obras prodigiosas en la forma pero enormemente crípticas en el fondo.

En esta dicotomía Estrada optó más por realzar los claros que las sombras arrastrando a la orquesta en cincuenta minutos de sublime divagación. En este caso es de destacar el trabajo con las cuerdas cada una de cuyas secciones tiene de forma individual sus momentos de gloria en la partitura. También brillantísimas las trompas con un Bushnell impecable el sábado y fantásticos trompetas, trombones y tubas con soberbios clímax y muy especialmente la poderosísima coda que como todo el Allegro final llevado a un tiempo vertiginoso. Como decía enorme éxito en ambas veladas de Orozco Estrada. La primera semana de abril dirigirá en Madrid a la OSRTVE en un variado programa, de lo más recomendable.

En otro orden de cosa nos encontramos con una agradable sorpresa, la presentación de una app para móviles de la Sinfónica de Galicia. También eran novedad esta tarde los preconciertos en el foyer del Auditorio

Monográfico beethoveniano elegido por Víctor Pablo Pérez para su último concierto en la temporada de abono como director titular. El Cuarto concierto es sin duda una obra predilecta para él pues la ha dirigido a menudo; que yo recuerde tres veces en las últimas cuatro temporadas. Anoche y hoy con la pianista del trío Ludwig -la coreana Hyo-Sun Lim quien en el último Festival Mozart había sido la solista en la Fantasía Coral- hace un par de años con Paul Lewis en la integral de los conciertos y hace tres con Andrea Lucchesini en un programa que incluía la Cuarta de Mahler. Por su parte el infrecuente Triple concierto ya había sido programado hace bastantes años.

Esta vez sólo asistí a la entrega del viernes. Muy buena entrada –superior a conciertos previos- y buena respuesta del público que respondió muy animado y se mostró especialmente afectuoso con Víctor Pablo.

Personalmente disfruté el concierto aunque no fue ni mucho menos una de esas veladas mágicas. Víctor Pablo en Egmont y en el Cuarto optó como es habitual en él por realzar el contraste entre las secciones lentas y las más animadas. No fue para mí un problema, pero en ningún momento me convenció plenamente el resultado. Así en Egmont la lenta introducción se prolongó en una parsimoniosa exposición de la hermosa frase de los violines –frase que se repite una decena de veces seguidas para más inri. Nunca la había escuchado así. Y aunque efectivamente el contraste con el Allegro no deja de tener su impacto por desgracia éste careció de nervio. No excluyo que la acústica de la sala, ingrata con formaciones más reducidas como la de anoche tuvo su influencia en la pérdida de impacto. Pero también me temo que -me gustaría pensar que no es así- la orquesta se decantaba anoche por el modo automático. Así pensaba un amigo abonado melómano, Rafael, a quien hoy me encontré en FNAC y que estando en otra zona de la sala distinta a la mía sentía similar carencia. Le faltaba fuerza a los violines, me decía Rafael. Tal vez influyó la disposición antifonal de los mismos –nada habitual en Víctor Pablo- y que en mi modesto juicio no veo muy justificada en estas obras en las que el diálogo entre primeros y segundos es casi inexistente.

En el concierto beethoveniano disfrute especialmente con la solista, que aunque demostró que no era la infalibilidad su virtud, aportó musicalidad y sentimiento en una lectura especialmente acertada de los dos primeros movimientos. Pero una vez más discreto el acompañamiento orquestal. En el triple concierto, que según parece fue grabado para su edición discográfica la aportación del trío Ludwig (medio cuarteto Casals) fue el principal atractivo. Es una obra que uno se atreve a calificar de circunstancias a pesar que de ella hace una calurosa defensa XM Carreira en unas eruditas y amenas notas, no exentas de su sempiterna provocación.

Como es habitual los lunes, crítica de Julián Carrillo en El País de Galicia. Y como también es habitual, esta semana no hay crítica de La Voz de Galicia. Difícil de entender que La Voz ignore un espectáculo que atrae en un fin de semana coruñés la atención de 2500 personas. Una inmensa mayoría de ellos sin duda lectores de periódicos a los que les gustaría acceder cada fin de semana una crítica musical sobre su espectáculo favorito y no encontrárselas de Pascuas a Ramos en base a un extraño criterio, y por encima acompañadas de críticas musicales a espectáculos en otras ciudades de España de interés muy discutible para los lectores del periódico. Qué le vamos a hacer. Desde este hilo aplausos para La Opinión y El País