CRONOLOGÍA MAHLERIANA
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
14 de febrero:
Los próximos dos conciertos formaban parte de serie de las escuelas nacionales. Es probable que Mahler se arrepintiese de haber planificado un programa con música enteramente inglesa o norteamericana, pues con la excepción de la obra de Edward Elgar el resto era territorio desconocido para él.
El programa se abría con la obertura de concierto de George Whitefield Chadwick (1854-1931) Melpomene. Esta obra había sido originalmente incluida para ser posteriormente descartada. En el último minuto se decidió recuperarla según el libreto de mano “en respuesta al interés general” . A ella le siguió la Irish Symphony de Charles Villiers Stanford (1852-1924) y cuatro canciones de las Sea Pictures de Elgar –fue omitida la última, The swimmers- cantadas por Louise Kirkby Lunn.
La segunda parte del concierto constó de La Villanelle du Diable op.9 de Charles Martin Loeffler (1861-1935), dos piezas sinfónicas de MacDowell, The Saracens y Die schöne Alda y una rapsodia de Henry Kimball Hadley (1871-1937); The Culprit Fay.
* * *
Ese mismo día aparecía en Musical America la noticia de que a Franz Kneisel le había sido ofrecida la dirección de la Filarmónica para la temporada siguiente pero que la había rechazado pues no quería arriesgar su situación actual por sólo un año de contrato.
Esta noticia se enmarcaba en la tensa relación entre Mahler y los responsables de la orquesta, motivada fundamentalmente por las negociaciones de renovación de su contrato. El contencioso entre director y comité por el excesivo número de conciertos definitivamente asignados sin repercutir en su salario no ayudaba precisamente a que existiese un clima de cordialidad.
Sobre esta fecha –entre el 10 y el 21 de febrero- se produjo de hacho la desafortunada situación recogida por Alma en sus Erinnerungen:
“El descontento se había extendido en el Comité de la Filarmónica sin que Mahler lo notase. Se proponían programas que él no quería dirigir y cada vez los miembros eran más intolerantes cuando él se oponía a alguna decisión. El violinista Jonas [Johner] había enranciado tanto la situación en la orquesta que los músicos se habían vuelto rebeldes y Mahler se sentía inseguro de sí mismo. Su hábito de no querer ver la realidad que no le interesaba le impidió notar lo que estaba sucediendo. Hasta que un día a mediados de Febrero fue citado por Ms.Sheldon, la presidenta del Consejo. En la reunión se encontraban varios miembros del Comité. Fue llamado severamente al orden pues las damas consideraban que había tomado un cierto número de decisiones incorrectas. Tras defenderse Mahler como buenamente pudo Mrs.Sheldon pronunció un nombre y detrás de una cortina salió un abogado que había estado tomando notas de todo lo que se había dicho. De esa forma se redactó el acta de la reunión y las responsabilidades de Mahler definidas. Pero este salió tan sorprendido y furioso que volvió a casa temblando.
Le llevó bastante tiempo recuperar el placer en su trabajo. Decidió ignorar a todas las mujeres del comité menos a Mrs.Untermyer el ángel que siempre le protegía de todos los desastres y siempre le ayudaba solícitamente. En esta ocasión ella estaba de viaje; de no haber sido así la situación no se hubiese producido.
Jonas fue expulsado a mediados de la temporada. Toda la orquesta lo había pedido. Mahler tomó este hecho como una afrenta personal. Continuó dirigiendo pero desarrolló un rencor hacia la orquesta y el comité. Sin embargo indiscutiblemente las mujeres tenían razón”.
Categórica afirmación de Alma sustentada en un relato que deja no pocas dudas: ¿Por qué Mahler fue llamado al orden? ¿Por qué en un momento en que no había firmado aun contrato para la próxima temporada? ¿Cuáles fueron los errores que se le echaron en cara? ¿Cómo podía ser tratado de esa manera un artista de su talla? ¿Por qué siguió con la orquesta?
Como siempre los recuerdos de Alma –escritos diez años después al incidente- generan dudas e interrogantes. Desde luego es extraño que Alma afirme que Mahler tardó en recuperarse pues al poco del incidente cayó seriamente enfermo y en ese momento sus preoucpaciones pasaron a ser de índole más dramático. Tampoco cuadra el que Mahler decidiera ignorar al Comité pues realmente tampoco tuvo opción de plantearse nuevas metas con la orquesta. Mahler además ya había anunciado que eventualmente volvería a Europa con lo que realmente no tenía nada que perder, tanto para seguir con la orquesta como para dejarla inminentemente en caso de haber sido tan seriamente ofendido.
Los miembros del comité de la Filarmónica eran Mary Sheldon, Ruth Draper, Minnie Untermyer, Laura Roosevelt, Nelson Spencer (abogado de la Filarmónica), Mrs.George H. Hopkins, Rudolph Flinsch y los músicos de la orquesta Richard Arnold, Henry P. Schmitt y Felix Leifels.
Los próximos dos conciertos formaban parte de serie de las escuelas nacionales. Es probable que Mahler se arrepintiese de haber planificado un programa con música enteramente inglesa o norteamericana, pues con la excepción de la obra de Edward Elgar el resto era territorio desconocido para él.
El programa se abría con la obertura de concierto de George Whitefield Chadwick (1854-1931) Melpomene. Esta obra había sido originalmente incluida para ser posteriormente descartada. En el último minuto se decidió recuperarla según el libreto de mano “en respuesta al interés general” . A ella le siguió la Irish Symphony de Charles Villiers Stanford (1852-1924) y cuatro canciones de las Sea Pictures de Elgar –fue omitida la última, The swimmers- cantadas por Louise Kirkby Lunn.
La segunda parte del concierto constó de La Villanelle du Diable op.9 de Charles Martin Loeffler (1861-1935), dos piezas sinfónicas de MacDowell, The Saracens y Die schöne Alda y una rapsodia de Henry Kimball Hadley (1871-1937); The Culprit Fay.
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Ese mismo día aparecía en Musical America la noticia de que a Franz Kneisel le había sido ofrecida la dirección de la Filarmónica para la temporada siguiente pero que la había rechazado pues no quería arriesgar su situación actual por sólo un año de contrato.
Esta noticia se enmarcaba en la tensa relación entre Mahler y los responsables de la orquesta, motivada fundamentalmente por las negociaciones de renovación de su contrato. El contencioso entre director y comité por el excesivo número de conciertos definitivamente asignados sin repercutir en su salario no ayudaba precisamente a que existiese un clima de cordialidad.
Sobre esta fecha –entre el 10 y el 21 de febrero- se produjo de hacho la desafortunada situación recogida por Alma en sus Erinnerungen:
“El descontento se había extendido en el Comité de la Filarmónica sin que Mahler lo notase. Se proponían programas que él no quería dirigir y cada vez los miembros eran más intolerantes cuando él se oponía a alguna decisión. El violinista Jonas [Johner] había enranciado tanto la situación en la orquesta que los músicos se habían vuelto rebeldes y Mahler se sentía inseguro de sí mismo. Su hábito de no querer ver la realidad que no le interesaba le impidió notar lo que estaba sucediendo. Hasta que un día a mediados de Febrero fue citado por Ms.Sheldon, la presidenta del Consejo. En la reunión se encontraban varios miembros del Comité. Fue llamado severamente al orden pues las damas consideraban que había tomado un cierto número de decisiones incorrectas. Tras defenderse Mahler como buenamente pudo Mrs.Sheldon pronunció un nombre y detrás de una cortina salió un abogado que había estado tomando notas de todo lo que se había dicho. De esa forma se redactó el acta de la reunión y las responsabilidades de Mahler definidas. Pero este salió tan sorprendido y furioso que volvió a casa temblando.
Le llevó bastante tiempo recuperar el placer en su trabajo. Decidió ignorar a todas las mujeres del comité menos a Mrs.Untermyer el ángel que siempre le protegía de todos los desastres y siempre le ayudaba solícitamente. En esta ocasión ella estaba de viaje; de no haber sido así la situación no se hubiese producido.
Jonas fue expulsado a mediados de la temporada. Toda la orquesta lo había pedido. Mahler tomó este hecho como una afrenta personal. Continuó dirigiendo pero desarrolló un rencor hacia la orquesta y el comité. Sin embargo indiscutiblemente las mujeres tenían razón”.
Categórica afirmación de Alma sustentada en un relato que deja no pocas dudas: ¿Por qué Mahler fue llamado al orden? ¿Por qué en un momento en que no había firmado aun contrato para la próxima temporada? ¿Cuáles fueron los errores que se le echaron en cara? ¿Cómo podía ser tratado de esa manera un artista de su talla? ¿Por qué siguió con la orquesta?
Como siempre los recuerdos de Alma –escritos diez años después al incidente- generan dudas e interrogantes. Desde luego es extraño que Alma afirme que Mahler tardó en recuperarse pues al poco del incidente cayó seriamente enfermo y en ese momento sus preoucpaciones pasaron a ser de índole más dramático. Tampoco cuadra el que Mahler decidiera ignorar al Comité pues realmente tampoco tuvo opción de plantearse nuevas metas con la orquesta. Mahler además ya había anunciado que eventualmente volvería a Europa con lo que realmente no tenía nada que perder, tanto para seguir con la orquesta como para dejarla inminentemente en caso de haber sido tan seriamente ofendido.
Los miembros del comité de la Filarmónica eran Mary Sheldon, Ruth Draper, Minnie Untermyer, Laura Roosevelt, Nelson Spencer (abogado de la Filarmónica), Mrs.George H. Hopkins, Rudolph Flinsch y los músicos de la orquesta Richard Arnold, Henry P. Schmitt y Felix Leifels.
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
mira que no haberme fijado antes en este hilo. Es genial
José María- Cantidad de envíos : 1567
Edad : 45
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
José María escribió:mira que no haberme fijado antes en este hilo. Es genial
No te lo pierdas, José María, porque Psanquin está logrando una biografía de los últimos años de Mahler muy, pero que muy completa. Enhorabuena una vez más, Psan!
gustavo- Cantidad de envíos : 3368
Fecha de inscripción : 10/11/2009
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Gracias una vez más Ojalá pueda estas Navidades poner punto y final a este hilo
Psanquin- administrador
- Cantidad de envíos : 8413
Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
15 de febrero: Las críticas al infrecuente programa del día anterior fueron de lo más diversas. Para Aldrich la obra más sustanciosa del concierto fue sin duda la Irish Symphony de Stanford. Con sus temas extraídos de la música popular irlandesa, se trataba de “una de las mejores obras nacionalistas en lo que a grandes formas se refiere”. Aldrich destacó su segundo movimiento; un jig “irresistible en su ritmo y vivacidad” y el tercer movimiento describiéndolo como “un lamento precedido de un rapsódico preludio para arpa, profundamente característico”. Los comentarios de Aldrich sobre las obras americanas son más vagos, y a pesar de intentar ser laudatorios no revelan un entusiasmo sincero. Sobre la rapsodia de Hadley escribe por ejemplo:
“Mr.Hadley ha mostrado una gran habilidad y una refinada sensibilidad en su escritura orquestal gracias a la cual obtiene un brillantes, delicados y etéreos efectos y hasta podría decirse que también una cierta originalidad. La música es hermosa y hasta entretenida, pero ciertamente ofrece una pobre sustancia. Antes de que termine el oyente ya está deseando escuchar música verdaderamente humana, con sangre circulando por sus venas. Una excursión tan elaborada por un mundo de reino de hadas en tiempos de un arte serio parece un anacrónico romanticismo.”
Fink situó a Stanford por encima del muy celebrado Elgar, llamando la atención sobre “la abundancia de deliciosas melodías en su sinfonía” mientras el Sun describió la obra como “una sinfonía de sólida y valiosa simetría”. En Musical America Farwell también apreció una obra tan “cercana y colorista, de un impacto muy directo”, a la vez que lamentó “la tendencia de su compositor a que su formación académica interfiriese con el desarrollo de sus temas”.
El crítico anónimo del Musical Courier también resaltó positivamente el atractivo melódico y la hábil instrumentación. Todos los críticos coincidieron con Aldrich en que la interpretación estuvo marcada por “el rigor y la convicción” de Mahler y por el “espléndido vigor de la orquesta, que sorprendió por el refinado acabado y la cuidadosa elaboración de los detalles”. El Globe habló de la “energía sin límites” de Mahler mientras Max Smith observó que “ningún efecto había sido obviado; ningún compás fue accesorio”.
La Villanelle du diable de Loeffler fue algo mejor valorada por los críticos de Nueva York. Aldrich destacó su “extraordinaria imaginación y su macabra clarividencia, la infrecuente habilidad musical de su autor y el rico tratamiento orquestal” mientras que Musical America la encontró “desbordante de ingenuidad, interés y color”. El crítico del Courier resultó especialmente impresionado por la habilidad de Loeffler como orquestador. En cuanto a la interpretación, según Farwell ésta desbordaba “virtuosismo orquestal”. Sólo el Musical Courier condenó la obra por su falta de imaginación y criticó al compositor aduciendo falta de habilidad narrativa incluyendo en este aspecto la habilidad de colorear y construir una acción musical.
Las dos piezas de MacDowell fueron en general consideradas flojas; elegantes pero carentes de sustancia.
De acuerdo al Musical Courier en Sea Pictures, obra descrita por Smith como “un ensoñador poema sinfónico” la contralto inglesa fue calurosamente aplaudida, aunque el crítico del Sun encontró “un ápice de monotonía” en su canto. Finck consideró a las canciones de Elgar “aburridas y carentes de inspiración” especialmente tras la frescura de la Sinfonía de Stanford mientras que Krehbiel criticó a Kirkby-Lunn por cantarlas en el “el peculiar inglés de la cantante” lo cual les restaba belleza.
La obertura de Chadwick fue alabada por Krehbiel, lo cual aprovechó para criticar a Mahler por haberla retirado del programa original y sólo recuperarla a última hora.
* * *
Mahler probablemente leía estas críticas en el ferrocarril camino de Springfield donde iba a dirigir nuevamente a su orquesta en el Court Square Theater ¡Justo un año después de su primera aparición en esa ciudad de Massachusetts!
Su concertino Theodor Spiering narra una extraña anécdota en este viaje. Ésta surge a su llegada a Springfield. Spiering, tras largos e infructuosos intentos por fin conseguía que Mahler aceptase una invitación para que ambos cenasen juntos. Como el concierto no empezaba hasta las 8 de la noche ambos se reunieron para cenar a las 6. Este es el relato de Spiering:
“Tras varias sugerencias para el menú Mahler finalmente dijo: Si no le importa, mein Lieber, elegiré yo el menú pues tengo ideas claras sobre la cena. Educadamente Spiering aceptó al deseo de su invitado y Mahler dirigiéndose al camarero le dijo: “Por favor, para comenzar, pónganos algunos entrantes y nueces saladas. También queríamos revuelto de ajos, pero relleno a ser posible de Roquefort en vez de ese maldito y tristemente habitual queso canadiense. Después tomaremos ostras de Cape Cod en su concha, sopa de tortuga, pompano asado con patatas fritas, pan dulce con mantequilla negra, espárragos holandeses, pavo joven al horno -pero el animal entero pues no hay mucho que comer en las crías-, patas dulces bañadas en ron al estilo sureño, vinagreta de alcachofas, ponche romano, pudding de ciruelas, café negro, benedictin y dos habanos Romeo y Julieta. En cuanto a las bebidas sirva Martini seco como aperitivo, algún Niersteiner para acompañar al pescado y champán Piper Heidseck para el resto de la comida. Rápido y no se olvide el pavo entero.”
Con la voz trémula el camarero negro dijo “Yes, sah” y salió volando. Mahler me miró y dijo: “¿Se te ocurre algo más?”. Sólo pude decir “Parece suficiente” Mahler retomó entonces la conversación del tren: “Para volver a lo que comentábamos en el tren; el clarinete bajo es en todos los casos un buen sustituto para el cello. Pienso por ejemplo en un pasaje la Séptima Sinfonía de Beethoven. Para entender lo que digo sólo debe ver la partitura. Si me disculpa un momento subiré a mi habitación por ella.” Así como lo dijo subió el nervioso hombrecillo. Ya en su habitación Mahler debió tomar su frugal comida que habitualmente constaba de una manzana, un pedazo de pan con gluten y un vaso de agua embotellada y a continuación salió del hotel para su habitual caminata que terminaba quince minutos antes de empezar el concierto. Cuando el pavo llegó flanqueado por dos camareros y por el maitre, decidí ir a buscar a Mahler –seguido por un camarero temeroso de mi huida- para encontrarme con que Mahler había dejado el hotel hacía tres cuartos de hora. Abrumado volví a la mesa, comí parte del menú, pagué la colosal factura y salí precipitadamente hacia la sala.
Allí, mientras me sentaba Mahler me dijo: “Llega tarde. Sabe que requiero la presencia de todos mis músicos quince minutos antes del comienzo. Que no suceda mas´” Mahler golpeó con su bastón y comenzó la Séptima Sinfonía.”
Esta anécdota, seguramente en su mayor parte invitada, apareció en una columna anónima del Musical Courier un año después de su muerte. En ella se finge que el narrador es el propio violinista. Como mínimo el dato de la obra beethoveniana es erróneo, pero ciertamente toda la historia resulta tan extravagante como improbable.
Para abrir el concierto de Springfield Mahler dirigió la Suite de Bach sentado al piano de espaldas al público para a continuación concluir la primera parte con la Sinfonía Pastoral. La segunda parte constaba de la orquestación de Weingartner de la Invitación a la danza y el poema sinfónico de Liszt Los preludios.
Desafortunadamente toda la energía invertida en la promoción del concierto no logró los resultados esperados y sólo unos pocos cientos de personas acudieron, muy dispersos en la platea y algo más concentrados en la parte superior de la sala.
Como explicación del escaso público la prensa local sugirió que el público incondicional tanto de los conciertos como de las representaciones teatrales pudo haber optado por estas últimas, pues la oferta de este estilo esta misma noche resultaba amplia y variada, a lo que hay que añadir que Ferrucio Busoni daba un recital en la cercana Northampton.
“Mr.Hadley ha mostrado una gran habilidad y una refinada sensibilidad en su escritura orquestal gracias a la cual obtiene un brillantes, delicados y etéreos efectos y hasta podría decirse que también una cierta originalidad. La música es hermosa y hasta entretenida, pero ciertamente ofrece una pobre sustancia. Antes de que termine el oyente ya está deseando escuchar música verdaderamente humana, con sangre circulando por sus venas. Una excursión tan elaborada por un mundo de reino de hadas en tiempos de un arte serio parece un anacrónico romanticismo.”
Fink situó a Stanford por encima del muy celebrado Elgar, llamando la atención sobre “la abundancia de deliciosas melodías en su sinfonía” mientras el Sun describió la obra como “una sinfonía de sólida y valiosa simetría”. En Musical America Farwell también apreció una obra tan “cercana y colorista, de un impacto muy directo”, a la vez que lamentó “la tendencia de su compositor a que su formación académica interfiriese con el desarrollo de sus temas”.
El crítico anónimo del Musical Courier también resaltó positivamente el atractivo melódico y la hábil instrumentación. Todos los críticos coincidieron con Aldrich en que la interpretación estuvo marcada por “el rigor y la convicción” de Mahler y por el “espléndido vigor de la orquesta, que sorprendió por el refinado acabado y la cuidadosa elaboración de los detalles”. El Globe habló de la “energía sin límites” de Mahler mientras Max Smith observó que “ningún efecto había sido obviado; ningún compás fue accesorio”.
La Villanelle du diable de Loeffler fue algo mejor valorada por los críticos de Nueva York. Aldrich destacó su “extraordinaria imaginación y su macabra clarividencia, la infrecuente habilidad musical de su autor y el rico tratamiento orquestal” mientras que Musical America la encontró “desbordante de ingenuidad, interés y color”. El crítico del Courier resultó especialmente impresionado por la habilidad de Loeffler como orquestador. En cuanto a la interpretación, según Farwell ésta desbordaba “virtuosismo orquestal”. Sólo el Musical Courier condenó la obra por su falta de imaginación y criticó al compositor aduciendo falta de habilidad narrativa incluyendo en este aspecto la habilidad de colorear y construir una acción musical.
Las dos piezas de MacDowell fueron en general consideradas flojas; elegantes pero carentes de sustancia.
De acuerdo al Musical Courier en Sea Pictures, obra descrita por Smith como “un ensoñador poema sinfónico” la contralto inglesa fue calurosamente aplaudida, aunque el crítico del Sun encontró “un ápice de monotonía” en su canto. Finck consideró a las canciones de Elgar “aburridas y carentes de inspiración” especialmente tras la frescura de la Sinfonía de Stanford mientras que Krehbiel criticó a Kirkby-Lunn por cantarlas en el “el peculiar inglés de la cantante” lo cual les restaba belleza.
La obertura de Chadwick fue alabada por Krehbiel, lo cual aprovechó para criticar a Mahler por haberla retirado del programa original y sólo recuperarla a última hora.
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Mahler probablemente leía estas críticas en el ferrocarril camino de Springfield donde iba a dirigir nuevamente a su orquesta en el Court Square Theater ¡Justo un año después de su primera aparición en esa ciudad de Massachusetts!
Su concertino Theodor Spiering narra una extraña anécdota en este viaje. Ésta surge a su llegada a Springfield. Spiering, tras largos e infructuosos intentos por fin conseguía que Mahler aceptase una invitación para que ambos cenasen juntos. Como el concierto no empezaba hasta las 8 de la noche ambos se reunieron para cenar a las 6. Este es el relato de Spiering:
“Tras varias sugerencias para el menú Mahler finalmente dijo: Si no le importa, mein Lieber, elegiré yo el menú pues tengo ideas claras sobre la cena. Educadamente Spiering aceptó al deseo de su invitado y Mahler dirigiéndose al camarero le dijo: “Por favor, para comenzar, pónganos algunos entrantes y nueces saladas. También queríamos revuelto de ajos, pero relleno a ser posible de Roquefort en vez de ese maldito y tristemente habitual queso canadiense. Después tomaremos ostras de Cape Cod en su concha, sopa de tortuga, pompano asado con patatas fritas, pan dulce con mantequilla negra, espárragos holandeses, pavo joven al horno -pero el animal entero pues no hay mucho que comer en las crías-, patas dulces bañadas en ron al estilo sureño, vinagreta de alcachofas, ponche romano, pudding de ciruelas, café negro, benedictin y dos habanos Romeo y Julieta. En cuanto a las bebidas sirva Martini seco como aperitivo, algún Niersteiner para acompañar al pescado y champán Piper Heidseck para el resto de la comida. Rápido y no se olvide el pavo entero.”
Con la voz trémula el camarero negro dijo “Yes, sah” y salió volando. Mahler me miró y dijo: “¿Se te ocurre algo más?”. Sólo pude decir “Parece suficiente” Mahler retomó entonces la conversación del tren: “Para volver a lo que comentábamos en el tren; el clarinete bajo es en todos los casos un buen sustituto para el cello. Pienso por ejemplo en un pasaje la Séptima Sinfonía de Beethoven. Para entender lo que digo sólo debe ver la partitura. Si me disculpa un momento subiré a mi habitación por ella.” Así como lo dijo subió el nervioso hombrecillo. Ya en su habitación Mahler debió tomar su frugal comida que habitualmente constaba de una manzana, un pedazo de pan con gluten y un vaso de agua embotellada y a continuación salió del hotel para su habitual caminata que terminaba quince minutos antes de empezar el concierto. Cuando el pavo llegó flanqueado por dos camareros y por el maitre, decidí ir a buscar a Mahler –seguido por un camarero temeroso de mi huida- para encontrarme con que Mahler había dejado el hotel hacía tres cuartos de hora. Abrumado volví a la mesa, comí parte del menú, pagué la colosal factura y salí precipitadamente hacia la sala.
Allí, mientras me sentaba Mahler me dijo: “Llega tarde. Sabe que requiero la presencia de todos mis músicos quince minutos antes del comienzo. Que no suceda mas´” Mahler golpeó con su bastón y comenzó la Séptima Sinfonía.”
Esta anécdota, seguramente en su mayor parte invitada, apareció en una columna anónima del Musical Courier un año después de su muerte. En ella se finge que el narrador es el propio violinista. Como mínimo el dato de la obra beethoveniana es erróneo, pero ciertamente toda la historia resulta tan extravagante como improbable.
Para abrir el concierto de Springfield Mahler dirigió la Suite de Bach sentado al piano de espaldas al público para a continuación concluir la primera parte con la Sinfonía Pastoral. La segunda parte constaba de la orquestación de Weingartner de la Invitación a la danza y el poema sinfónico de Liszt Los preludios.
Desafortunadamente toda la energía invertida en la promoción del concierto no logró los resultados esperados y sólo unos pocos cientos de personas acudieron, muy dispersos en la platea y algo más concentrados en la parte superior de la sala.
Como explicación del escaso público la prensa local sugirió que el público incondicional tanto de los conciertos como de las representaciones teatrales pudo haber optado por estas últimas, pues la oferta de este estilo esta misma noche resultaba amplia y variada, a lo que hay que añadir que Ferrucio Busoni daba un recital en la cercana Northampton.
Última edición por Psanquin el 21/12/2011, 14:40, editado 2 veces
Psanquin- administrador
- Cantidad de envíos : 8413
Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
“Tras varias sugerencias para el menú Mahler finalmente dijo: Si no le importa, mein Lieber, elegiré yo el menú pues tengo ideas claras sobre la cena. Educadamente Spiering aceptó al deseo de su invitado y Mahler dirigiéndose al camarero le dijo: “Por favor, para comenzar, pónganos algunos entrantes y nueces saladas. También queríamos revuelto de ajos, pero relleno a ser posible de Roquefort en vez de ese maldito y tristemente habitual queso canadiense. Después tomaremos ostras de Cape Cod en su concha, sopa de tortuga, pompano asado con patatas fritas, pan dulce con mantequilla negra, espárragos holandeses, pavo joven al horno -pero el animal entero pues no hay mucho que comer en las crías-, patas dulces bañadas en ron al estilo sureño, vinagreta de alcachofas, ponche romano, pudding de ciruelas, café negro, benedictin y dos habanos Romeo y Julieta. En cuanto a las bebidas sirva Martini seco como aperitivo, algún Niersteiner para acompañar al pescado y champán Piper Heidseck para el resto de la comida. Rápido y no se olvide el pavo entero.”
Por favor, que alguien estudie el metabolismo de este hombre. Yo con menos de la mitad estaría sin respiración
Bromas aparte, aprovecho para felicitar a Psanquin por semejante trabajo de investigación, aparte de agradecerle el compartirlo.
Hades- Cantidad de envíos : 805
Edad : 36
Fecha de inscripción : 29/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
A poco que haya de verdad en la anécdota muestra a un Mahler bromista, travieso; tan alejado de esa visión de un hombre sentenciado de muerte. Pero lo cierto es que en un par de semanas sería el principio de su triste fin.
Gracias por las felicitaciones y por los ánimos. Después de dos años se va acercando el final ;-)
Gracias por las felicitaciones y por los ánimos. Después de dos años se va acercando el final ;-)
Psanquin- administrador
- Cantidad de envíos : 8413
Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Sí, parece mentira que ya estuviera sentenciado a muerte, porque su sentido del humor y su hiperactividad daban muestras de lo contrario... El mensaje de su Sexta se iba a cumplir inexorablemente con él mismo... Por otra parte, su muerte prematura le iba a convertir -eso sí, con 50 años de retraso- en un mito.
gustavo- Cantidad de envíos : 3368
Fecha de inscripción : 10/11/2009
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
16 de febrero: Tras el concierto de Springfield la Filarmónica hacía escala en Hartford, Connecticut, para repetir idéntico programa.
El concierto de tuvo lugar en el Parson’s Theater el cual había sido construido en 1896, permitía un aforo de 1700 y era considerado “uno de los mejores de los teatros de alta categoría en los estados de la costa oeste”. De forma regular alojaba a la Theodor Thomas Orchestra así como las giras de la Boston Symphony Orchestra. El mismo empresario que había organizado el concierto de Springfield anunció el de Hartford como “el evento sinfónico de la temporada”. El reclamo publicitario era un impactante “A GREAT MAN WITH A GREAT BIG ORCHESTRA”
* * *
En cuanto al concierto del día anterior las críticas fueron entusiastas. El Springfield Republican recordó la visita anterior de Mahler en 1910. “Nadie que hubiese acudido a este concierto el año pasado s ehabría olvidado del espléndido y pintoresco efecto producido por este feroz director, quien sentado al teclado, bien tocando, bien dirigiendo, era el vivo retrato de un oficial de caballería dirigiendo la carga.”
El Union consideró a la Suite de Bach una “anacronística novedad” que sólo era de interés como “mirada hacia el pasado musical”. Sin embargo a este mismo crítico el aria provocó el mayor de los entusiasmos: “Fue tan delicadamente tocada que uno casi notaba su propia respiración contenida. La mayor parte del movimiento es tan suavemente modulada que los latidos de fondo de los contrabajos evocaban los latidos cardiacos sobre un silencio sepulcral. Este movimiento tiene un encanto poético y sensual que incluso aquellos sin el mínimo oído musical pueden disfrutar.”
De hecho todo el programa de acuerdo al mismo periódico había sido “seleccionado más para demostrar los aspectos poéticos de la música que los dinámicos. Gradaciones tan exquisitas como las escuchadas se oyen raramente en concierto.”
El Springfield Homestead lamentó el escaso público - sólo unos pocos cientos de personas acudieron:
“Sería interesante conocer porque Gustav Mahler -uno de los más grandes directores del mundo- y la Filarmónica de Nueva York reunieron tan escaso público en el Court Square el pasado miércoles. Quizás podría decirse sin exageración que había más gente en el escenario que en la platea y eso que hablamos de uno de los mejores conciertos nunca escuchado en esta ciudad. Seguramente contamos en nuestra ciudad con más de unos centenares de amantes de la buena música, y sin embargo el mejor director y la más cara orquesta del país llegan al Court Square y tocan para sillas vacías. La visita había sido bien anunciada y comentada las semanas previas así que sería una locura echarla la culpa a la falta de publicidad.
Habrá que pensar que la fama que Mr.Mahler ha establecido a través de los centros musicales de este país y de Europa no ha dejado una gran impresión en Springfield. El año pasado el público fue incapaz de pagar los gastos de 2000 dólares diarios y este año la recepción ha sido incluso más fría lo cual significa que probablemente la New York Philharmonic es ahora una causa perdida para Springfield. Parece como si la gente de esta ciudad fuese perezosa para reconocer un profeta que venga más allá de Boston, algo bien típico de las gentes de Nueva Inglaterra y que sin duda ha provocado este resultado.”
La misma consternación es evidente en una crítica sustancial que apareció en el Daily News. Según ella el segundo concierto de Mahler en Springfield había sido “uno de los más inolvidables conciertos orquestales dados en esta ciudad. Los ciudadanos de esta ciudad tendrán que ir en el futuro a New York o a otra etapa de alguna gira de la orquesta en la que haya un público más fiel pues Springfield con toda probabilidad será eliminada del itinerario habitual de los organizadores de conciertos.”
La crónica sigue con esta descripción de Mahler:
“Aparentemente Gustav Mahler, aunque un genio, no es excesivamente errático; ninguna evidencia de indiferencia o dejadez pudo aflorar a pesar de la escasa audiencia. Como director es fascinante. La orquesta ha alcanzado un estado que pocas organizaciones musicales del mundo tiene. Lo que uno puede observar es lo más parecido posible a la perfección. Sólo ver a Mahler resulta ya maravilloso. Con su típico aspecto de genio y con su gran mata de pelo y sin embargo no condesciende en atraer la atención con nada que mínimamente recuerde una excentricidad. En todo momento parece absorto en Bach, Schubert, Weber o Liszt o quien sea, en trance y soñador bajo la influencia de los compositores que está interpretando. Pero hay siempre una vigilancia atenta sobre su orquesta. Así por momentos se muestra inconsciente de lo que le rodea y en trance; pero de repente envía una rápida mirada en la dirección de los violines o el arpa o hace un elocuente movimiento de cabeza y brazos para mostrar a los músicos que su presencia está viva incluso sin necesidad de recurrir a lo sensacional o a lo violento en su dirección. Y la respuesta instantánea de los músicos prueba con que fuerza los domina.”
El crítico del Daily Republican de Springfield se extendió literariamente con motivo de la interpretación de la Pastoral a la cual consideró “una auténtica revelación”:
“Personas que ya habían escuchado la obra anteriormente no dudaron en decir que la escucharon anoche como si hubiese sido la primera vez. Es tan enorme la diferencia que el toque de un genio provoca. Fue una interpretación que Beethoven no hubiese nunca podido soñar a lo largo de su vida. Mr.Mahler debe ser considerado entre la media docena de directores realmente grandes en el mundo. Aunque menos sensacional que su dirección de la Sinfonía Fantástica de la temporada pasada esta interpretación de Beethoveniana no fue menos maravillosa.
La Sociedad Filarmónica ha tenido todo tipo de directores a lo largo de su complicado periplo; desde el director de objetividad cristalina al más poliédrico y egocéntrico de los directores virtuosos que distorsionan la música a su capricho. Mr.Mahler no corresponde a ninguno de estos tipos. A un volcánico temperamento, intenso, fiero, incluso violento añade un profundo respeto por las obras maestras. El mismo a escrito obras maestras, lo cual marca la diferencia. Anoche nos ofreció la quintaesencia beethoveniana hasta el punto de que el espíritu del compositor podía estar guiando su batuta ¡Qué fresco y espontáneo resultó el puro fluir de la melodía en el primer movimiento! ¡Qué deliciosos los borbotones del agua y el dulce cantar de los pájaros en la Escena en el arroyo! Que sentido y natural el baile de los campesinos en la Alegre reunión de campesinos ¡Qué tremendo y beethoveniano el estallido de la tormenta, que encantador y sereno el límpido paisaje tras la tempestad! Fue la égloga perfecta; más allá de Teócrito o Virgilio Mr.Mahler la hizo tan encantadora como un paisaje de Claude Lorrain. Esta obra por si sola llega para convertir a este concierto en el más extraordinario ofrecido nunca al público de Springfield.”
En cuanto a Los Préludes según el Springfield Union la interpretación de Mahler fue la más grande nunca escuchada en Springfield. Tan pronto éste levantó su batuta el “público así como los intérpretes cayeron al momento hechizados por la mágica batuta”. El crítico anónimo añadió estas palabras: “Este enjuto y delgado director napoleónico es especialmente extraordinario cuando se monta sobre los remolinos y dirige la tormenta. No hay el más mínimo grado de furia orquestal que no pueda levantar. Debería lamentarse seriamente que este gran músico no volviese a visitar Springfield de nuevo.”
El concierto de tuvo lugar en el Parson’s Theater el cual había sido construido en 1896, permitía un aforo de 1700 y era considerado “uno de los mejores de los teatros de alta categoría en los estados de la costa oeste”. De forma regular alojaba a la Theodor Thomas Orchestra así como las giras de la Boston Symphony Orchestra. El mismo empresario que había organizado el concierto de Springfield anunció el de Hartford como “el evento sinfónico de la temporada”. El reclamo publicitario era un impactante “A GREAT MAN WITH A GREAT BIG ORCHESTRA”
* * *
En cuanto al concierto del día anterior las críticas fueron entusiastas. El Springfield Republican recordó la visita anterior de Mahler en 1910. “Nadie que hubiese acudido a este concierto el año pasado s ehabría olvidado del espléndido y pintoresco efecto producido por este feroz director, quien sentado al teclado, bien tocando, bien dirigiendo, era el vivo retrato de un oficial de caballería dirigiendo la carga.”
El Union consideró a la Suite de Bach una “anacronística novedad” que sólo era de interés como “mirada hacia el pasado musical”. Sin embargo a este mismo crítico el aria provocó el mayor de los entusiasmos: “Fue tan delicadamente tocada que uno casi notaba su propia respiración contenida. La mayor parte del movimiento es tan suavemente modulada que los latidos de fondo de los contrabajos evocaban los latidos cardiacos sobre un silencio sepulcral. Este movimiento tiene un encanto poético y sensual que incluso aquellos sin el mínimo oído musical pueden disfrutar.”
De hecho todo el programa de acuerdo al mismo periódico había sido “seleccionado más para demostrar los aspectos poéticos de la música que los dinámicos. Gradaciones tan exquisitas como las escuchadas se oyen raramente en concierto.”
El Springfield Homestead lamentó el escaso público - sólo unos pocos cientos de personas acudieron:
“Sería interesante conocer porque Gustav Mahler -uno de los más grandes directores del mundo- y la Filarmónica de Nueva York reunieron tan escaso público en el Court Square el pasado miércoles. Quizás podría decirse sin exageración que había más gente en el escenario que en la platea y eso que hablamos de uno de los mejores conciertos nunca escuchado en esta ciudad. Seguramente contamos en nuestra ciudad con más de unos centenares de amantes de la buena música, y sin embargo el mejor director y la más cara orquesta del país llegan al Court Square y tocan para sillas vacías. La visita había sido bien anunciada y comentada las semanas previas así que sería una locura echarla la culpa a la falta de publicidad.
Habrá que pensar que la fama que Mr.Mahler ha establecido a través de los centros musicales de este país y de Europa no ha dejado una gran impresión en Springfield. El año pasado el público fue incapaz de pagar los gastos de 2000 dólares diarios y este año la recepción ha sido incluso más fría lo cual significa que probablemente la New York Philharmonic es ahora una causa perdida para Springfield. Parece como si la gente de esta ciudad fuese perezosa para reconocer un profeta que venga más allá de Boston, algo bien típico de las gentes de Nueva Inglaterra y que sin duda ha provocado este resultado.”
La misma consternación es evidente en una crítica sustancial que apareció en el Daily News. Según ella el segundo concierto de Mahler en Springfield había sido “uno de los más inolvidables conciertos orquestales dados en esta ciudad. Los ciudadanos de esta ciudad tendrán que ir en el futuro a New York o a otra etapa de alguna gira de la orquesta en la que haya un público más fiel pues Springfield con toda probabilidad será eliminada del itinerario habitual de los organizadores de conciertos.”
La crónica sigue con esta descripción de Mahler:
“Aparentemente Gustav Mahler, aunque un genio, no es excesivamente errático; ninguna evidencia de indiferencia o dejadez pudo aflorar a pesar de la escasa audiencia. Como director es fascinante. La orquesta ha alcanzado un estado que pocas organizaciones musicales del mundo tiene. Lo que uno puede observar es lo más parecido posible a la perfección. Sólo ver a Mahler resulta ya maravilloso. Con su típico aspecto de genio y con su gran mata de pelo y sin embargo no condesciende en atraer la atención con nada que mínimamente recuerde una excentricidad. En todo momento parece absorto en Bach, Schubert, Weber o Liszt o quien sea, en trance y soñador bajo la influencia de los compositores que está interpretando. Pero hay siempre una vigilancia atenta sobre su orquesta. Así por momentos se muestra inconsciente de lo que le rodea y en trance; pero de repente envía una rápida mirada en la dirección de los violines o el arpa o hace un elocuente movimiento de cabeza y brazos para mostrar a los músicos que su presencia está viva incluso sin necesidad de recurrir a lo sensacional o a lo violento en su dirección. Y la respuesta instantánea de los músicos prueba con que fuerza los domina.”
El crítico del Daily Republican de Springfield se extendió literariamente con motivo de la interpretación de la Pastoral a la cual consideró “una auténtica revelación”:
“Personas que ya habían escuchado la obra anteriormente no dudaron en decir que la escucharon anoche como si hubiese sido la primera vez. Es tan enorme la diferencia que el toque de un genio provoca. Fue una interpretación que Beethoven no hubiese nunca podido soñar a lo largo de su vida. Mr.Mahler debe ser considerado entre la media docena de directores realmente grandes en el mundo. Aunque menos sensacional que su dirección de la Sinfonía Fantástica de la temporada pasada esta interpretación de Beethoveniana no fue menos maravillosa.
La Sociedad Filarmónica ha tenido todo tipo de directores a lo largo de su complicado periplo; desde el director de objetividad cristalina al más poliédrico y egocéntrico de los directores virtuosos que distorsionan la música a su capricho. Mr.Mahler no corresponde a ninguno de estos tipos. A un volcánico temperamento, intenso, fiero, incluso violento añade un profundo respeto por las obras maestras. El mismo a escrito obras maestras, lo cual marca la diferencia. Anoche nos ofreció la quintaesencia beethoveniana hasta el punto de que el espíritu del compositor podía estar guiando su batuta ¡Qué fresco y espontáneo resultó el puro fluir de la melodía en el primer movimiento! ¡Qué deliciosos los borbotones del agua y el dulce cantar de los pájaros en la Escena en el arroyo! Que sentido y natural el baile de los campesinos en la Alegre reunión de campesinos ¡Qué tremendo y beethoveniano el estallido de la tormenta, que encantador y sereno el límpido paisaje tras la tempestad! Fue la égloga perfecta; más allá de Teócrito o Virgilio Mr.Mahler la hizo tan encantadora como un paisaje de Claude Lorrain. Esta obra por si sola llega para convertir a este concierto en el más extraordinario ofrecido nunca al público de Springfield.”
En cuanto a Los Préludes según el Springfield Union la interpretación de Mahler fue la más grande nunca escuchada en Springfield. Tan pronto éste levantó su batuta el “público así como los intérpretes cayeron al momento hechizados por la mágica batuta”. El crítico anónimo añadió estas palabras: “Este enjuto y delgado director napoleónico es especialmente extraordinario cuando se monta sobre los remolinos y dirige la tormenta. No hay el más mínimo grado de furia orquestal que no pueda levantar. Debería lamentarse seriamente que este gran músico no volviese a visitar Springfield de nuevo.”
Psanquin- administrador
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
17 de febrero: Sin el más mínimo descanso tras la mini gira de los dos días anteriores Mahler volvía a subirse el viernes 17 al pódium del Carnegie Hall para ofrecer la segunda entrega del concierto del día 14; el exigente programa de la serie dedicada a la escuelas nacionales.
En cuanto a las críticas de la prensa local de Hartford estas fueron como era de prever muy positivas. Varios periódicos presentaron a Mahler “como un director reservado cuyo poder radicaba en su tranquilidad” y que “nunca deja indiferente debido a los sorprendentes efectos y a los poderosos clímax que confieren a sus interpretaciones un carácter rara vez igualado”. El crítico del mismo periódico, el Hartford Daily Courant, resultó especialmente impresionado por la magnífica lectura de la Pastoral y comparó las refinadas sonoridades con los colores de un pintor:
“La melodiosa, encantadora y dramática Sexta Sinfonía de Beethoven recibió una magnífica lectura. Toda la gracia y belleza de esta delicada obra pictórica fue reflejada de forma clara, graciosa y bella. La descripción de la abrumadora tormenta fue recreada de forma gloriosa: los estallidos de los nubarrones salpicados por los amarillentos resplandores de los rayos y por las encantadoras grisáceas gotas de lluvia. El climax fue de una energía abrumadora; cada posibilidad de la gran orquesta parecía ser usada al máximo para producir espléndidos efectos tonales gloriosamente diseñados por el gran maestro de la sinfonía. En los pasajes más leves resultaba difícil darse cuenta del verdadero poder físico que estaba latente en la orquesta.” Debido al severo frío el público resultó “no tan numeroso como debería haber sido” pero “el aplauso fue mucho más enfervorecido que en Springfield”.
El Daily News consideró el piano en la Suite de Bach “más un estudio sobre música del pasado que una pieza de concierto”. El mismo periódico ensalzó la Pastoral: “Uno ha escuchado a menudo la Sexta Sinfonía pero tocada por Mahler es algo diferente. Descubre maravillas nunca imaginadas antes.” Y el Evening Post coincidió: “La orquesta se elevó a las alturas de su maravilloso poder como quizás en ningún otro número de la velada”.
El Daily News observó en el trabajo de Mahler “una piedad, un cuidadoso celo, un control en los efectos que más allá de lanzarse el mismo y lanzar a sus músicos en el sentimentalismo, preservaba el sentimiento de la obra.” Nunca había sido la Pastoral recreada tan “vívidamente, tan pintorescamente como la pasada noche”. El mismo crítico anónimo consideró la interpretación de la pequeña pieza de Weber “Tan eléctrica, plena de vida y movimiento, tan brillante en sus vaivenes” que casi levantó al público en pie.” Fue a la vez “exquisitamente rica, etérea, lánguida y de nuevo extravagantemente optimista, llena de ímpetu y de palpitante alegría”. De acuerdo al Evening Post “la verdadera belleza de esta popular obra nunca había sido escuchada antes”. El número final Les Préludes de Liszt aparentemente desencadenó un estruendoso aplauso en el que la fuerza de la orquesta tuvo una responsabilidad importante: “Era un océano de sonido pero siempre controlado por la artísticas armonías, dulces melodías, expresivas y cuidadas. Los músicos fueron verdaderos artistas y pintores paisajistas en la obra de Beethoven, pero en Liszt se convirtieron en auténticos magos.” El Daily Courant concluyó que el público había reconocido los “verdaderos poderes de Mahler como director” y había llegado a entender la realización de la excelente orquesta de la Sociedad Filarmónica de Nueva York.”
* * *
Ese mismo día Gustav Mahler encuentra tiempo para escribir una misiva a Paul Dukas con quien había compartido en más de una ocasión mesa y mantel en sus visitas parisinas. En esa carta hace referencia de pasada a nuestro ilustre compositor Manuel de Falla, de quien parece ser que Dukas le había facilitado la paritura de La vida breve tal vez en requerimiento de Mahler siempre ansioso por estrenar nuevas óperas en el Metropolitan en sus contadas apariciones en el teatro. Sobre esta partitura comenta: “Ciertamente siento cercana la partitura de esta nueva ópera que me ha facilitado pues las melodías populares de ese país; jotas, zorzikos, habaneras y tantas otras siempre han estado presentes en mi música desde los años que inspiraron a mi camarada errante.”
En cuanto a las críticas de la prensa local de Hartford estas fueron como era de prever muy positivas. Varios periódicos presentaron a Mahler “como un director reservado cuyo poder radicaba en su tranquilidad” y que “nunca deja indiferente debido a los sorprendentes efectos y a los poderosos clímax que confieren a sus interpretaciones un carácter rara vez igualado”. El crítico del mismo periódico, el Hartford Daily Courant, resultó especialmente impresionado por la magnífica lectura de la Pastoral y comparó las refinadas sonoridades con los colores de un pintor:
“La melodiosa, encantadora y dramática Sexta Sinfonía de Beethoven recibió una magnífica lectura. Toda la gracia y belleza de esta delicada obra pictórica fue reflejada de forma clara, graciosa y bella. La descripción de la abrumadora tormenta fue recreada de forma gloriosa: los estallidos de los nubarrones salpicados por los amarillentos resplandores de los rayos y por las encantadoras grisáceas gotas de lluvia. El climax fue de una energía abrumadora; cada posibilidad de la gran orquesta parecía ser usada al máximo para producir espléndidos efectos tonales gloriosamente diseñados por el gran maestro de la sinfonía. En los pasajes más leves resultaba difícil darse cuenta del verdadero poder físico que estaba latente en la orquesta.” Debido al severo frío el público resultó “no tan numeroso como debería haber sido” pero “el aplauso fue mucho más enfervorecido que en Springfield”.
El Daily News consideró el piano en la Suite de Bach “más un estudio sobre música del pasado que una pieza de concierto”. El mismo periódico ensalzó la Pastoral: “Uno ha escuchado a menudo la Sexta Sinfonía pero tocada por Mahler es algo diferente. Descubre maravillas nunca imaginadas antes.” Y el Evening Post coincidió: “La orquesta se elevó a las alturas de su maravilloso poder como quizás en ningún otro número de la velada”.
El Daily News observó en el trabajo de Mahler “una piedad, un cuidadoso celo, un control en los efectos que más allá de lanzarse el mismo y lanzar a sus músicos en el sentimentalismo, preservaba el sentimiento de la obra.” Nunca había sido la Pastoral recreada tan “vívidamente, tan pintorescamente como la pasada noche”. El mismo crítico anónimo consideró la interpretación de la pequeña pieza de Weber “Tan eléctrica, plena de vida y movimiento, tan brillante en sus vaivenes” que casi levantó al público en pie.” Fue a la vez “exquisitamente rica, etérea, lánguida y de nuevo extravagantemente optimista, llena de ímpetu y de palpitante alegría”. De acuerdo al Evening Post “la verdadera belleza de esta popular obra nunca había sido escuchada antes”. El número final Les Préludes de Liszt aparentemente desencadenó un estruendoso aplauso en el que la fuerza de la orquesta tuvo una responsabilidad importante: “Era un océano de sonido pero siempre controlado por la artísticas armonías, dulces melodías, expresivas y cuidadas. Los músicos fueron verdaderos artistas y pintores paisajistas en la obra de Beethoven, pero en Liszt se convirtieron en auténticos magos.” El Daily Courant concluyó que el público había reconocido los “verdaderos poderes de Mahler como director” y había llegado a entender la realización de la excelente orquesta de la Sociedad Filarmónica de Nueva York.”
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Ese mismo día Gustav Mahler encuentra tiempo para escribir una misiva a Paul Dukas con quien había compartido en más de una ocasión mesa y mantel en sus visitas parisinas. En esa carta hace referencia de pasada a nuestro ilustre compositor Manuel de Falla, de quien parece ser que Dukas le había facilitado la paritura de La vida breve tal vez en requerimiento de Mahler siempre ansioso por estrenar nuevas óperas en el Metropolitan en sus contadas apariciones en el teatro. Sobre esta partitura comenta: “Ciertamente siento cercana la partitura de esta nueva ópera que me ha facilitado pues las melodías populares de ese país; jotas, zorzikos, habaneras y tantas otras siempre han estado presentes en mi música desde los años que inspiraron a mi camarada errante.”
Psanquin- administrador
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Psanquin escribió:Ese mismo día Gustav Mahler encuentra tiempo para escribir una misiva a Paul Dukas con quien había compartido en más de una ocasión mesa y mantel en sus visitas parisinas. En esa carta hace referencia de pasada a nuestro ilustre compositor Manuel de Falla, de quien parece ser que Dukas le había facilitado la paritura de La vida breve tal vez en requerimiento de Mahler siempre ansioso por estrenar nuevas óperas en el Metropolitan en sus contadas apariciones en el teatro. Sobre esta partitura comenta: “Ciertamente siento cercana la partitura de esta nueva ópera que me ha facilitado pues las melodías populares de ese país; jotas, zorzikos, habaneras y tantas otras siempre han estado presentes en mi música desde los años que inspiraron a mi camarada errante.”
Más claro, agua! Ahí tenemos la explicación de por qué oímos ritmos latinos en la música mahleriana.
gustavo- Cantidad de envíos : 3368
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
gustavo escribió:Psanquin escribió:Ese mismo día Gustav Mahler encuentra tiempo para escribir una misiva a Paul Dukas con quien había compartido en más de una ocasión mesa y mantel en sus visitas parisinas. En esa carta hace referencia de pasada a nuestro ilustre compositor Manuel de Falla, de quien parece ser que Dukas le había facilitado la paritura de La vida breve tal vez en requerimiento de Mahler siempre ansioso por estrenar nuevas óperas en el Metropolitan en sus contadas apariciones en el teatro. Sobre esta partitura comenta: “Ciertamente siento cercana la partitura de esta nueva ópera que me ha facilitado pues las melodías populares de ese país; jotas, zorzikos, habaneras y tantas otras siempre han estado presentes en mi música desde los años que inspiraron a mi camarada errante.”
Más claro, agua! Ahí tenemos la explicación de por qué oímos ritmos latinos en la música mahleriana.
Psanquin, niño malo...
monca- administrador
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Y tanto, como que acabo de llegar a casa
Psanquin- administrador
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
El día que no nos riamos hasta de nuestra sombra, mal asunto!
gustavo- Cantidad de envíos : 3368
Fecha de inscripción : 10/11/2009
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
18 de febrero:
Consta en las hemerotecas que Mahler figura este día entre los asistentes a una cena ofrecida por el violinista y director Nahan Franko, en la cual el invitado de honor era Paul von Wolzogen, editor del Bayreuther Blätter y amigo íntimo de Wagner. Otros invitados ilustres eran Victor Herbert, Franz Kneisel, Reuben Goldmark, Rafael Joseffy, Mrs.Randolph Guggenheim y Giuseppe Campanari.
19 de febrero:
Concierto dominical en el que Mahler cuenta con un joven violinista de 18 años, Frederic Fradkin (1892-1963), quien debutaba con la orquesta.
El programa se abría con la obertura Oberon de Weber, seguida por la Séptima Sinfonía de Beethoven, mientras que la segunda parte comprendía el Concierto para violín y orquesta de Mendelssohn y Les Préludes de Liszt.
Este mismo día aparecía en el New York Tribune el anuncio de la próxima interpretación en el Carnegie Hall de la ópera inacabada de Chabrier Briséis dirigida por Mahler y con la participación del McDowell Chorus y la Filarmónica. En concreto tendría lugar el viernes 3 de marzo.
El reparto constaba de “famosos cantantes” siendo la única solista no francesa Alma Gluck. No existe ninguna otra constancia de que Mahler fuese a dirigir esta representación. Sea como fuere, por desgracia los tristemente famosos problemas de salud le impidieron dirigir esta representación, siendo su puesto asumido por el director del coro Kurt Schindler.
Consta en las hemerotecas que Mahler figura este día entre los asistentes a una cena ofrecida por el violinista y director Nahan Franko, en la cual el invitado de honor era Paul von Wolzogen, editor del Bayreuther Blätter y amigo íntimo de Wagner. Otros invitados ilustres eran Victor Herbert, Franz Kneisel, Reuben Goldmark, Rafael Joseffy, Mrs.Randolph Guggenheim y Giuseppe Campanari.
19 de febrero:
Concierto dominical en el que Mahler cuenta con un joven violinista de 18 años, Frederic Fradkin (1892-1963), quien debutaba con la orquesta.
El programa se abría con la obertura Oberon de Weber, seguida por la Séptima Sinfonía de Beethoven, mientras que la segunda parte comprendía el Concierto para violín y orquesta de Mendelssohn y Les Préludes de Liszt.
Este mismo día aparecía en el New York Tribune el anuncio de la próxima interpretación en el Carnegie Hall de la ópera inacabada de Chabrier Briséis dirigida por Mahler y con la participación del McDowell Chorus y la Filarmónica. En concreto tendría lugar el viernes 3 de marzo.
El reparto constaba de “famosos cantantes” siendo la única solista no francesa Alma Gluck. No existe ninguna otra constancia de que Mahler fuese a dirigir esta representación. Sea como fuere, por desgracia los tristemente famosos problemas de salud le impidieron dirigir esta representación, siendo su puesto asumido por el director del coro Kurt Schindler.
Psanquin- administrador
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Al principio del a7ª, buscaré el minuto, se oye una serie de escalas, creo recordar, que siempre me ha parecido muy españolvoy a buscarlo y os lo paso. Posiblemente la inclusión d ela guitarra en esta sinfonía y este pasaje que nombro puede que no sean casualesgustavo escribió:Psanquin escribió:Ese mismo día Gustav Mahler encuentra tiempo para escribir una misiva a Paul Dukas con quien había compartido en más de una ocasión mesa y mantel en sus visitas parisinas. En esa carta hace referencia de pasada a nuestro ilustre compositor Manuel de Falla, de quien parece ser que Dukas le había facilitado la paritura de La vida breve tal vez en requerimiento de Mahler siempre ansioso por estrenar nuevas óperas en el Metropolitan en sus contadas apariciones en el teatro. Sobre esta partitura comenta: “Ciertamente siento cercana la partitura de esta nueva ópera que me ha facilitado pues las melodías populares de ese país; jotas, zorzikos, habaneras y tantas otras siempre han estado presentes en mi música desde los años que inspiraron a mi camarada errante.”
Más claro, agua! Ahí tenemos la explicación de por qué oímos ritmos latinos en la música mahleriana.
José María- Cantidad de envíos : 1567
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
José María; no lo dudo... pero ejem, la cita de la cronología que has recogido era una broma de San Inocente
Psanquin- administrador
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
min. 4:05 al 4:19, violines y flautas
https://www.youtube.com/watch?v=h8nWu1umsEA
por cierto este concierto está en cd?
aunque lo dje pro aquí lo lllevaré al hilo de youtube
https://www.youtube.com/watch?v=h8nWu1umsEA
por cierto este concierto está en cd?
aunque lo dje pro aquí lo lllevaré al hilo de youtube
Última edición por José María el 9/1/2012, 22:16, editado 1 vez
José María- Cantidad de envíos : 1567
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Desde luego que este fragmento tiene raíces muy cercanas. De hecho me suena a algo que ya he escuchado pero vaya usted a saber...¿Qué modo musical es?...también suena medio oriental o hebreo...
javier- Cantidad de envíos : 700
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Psanquin escribió:José María; no lo dudo... pero ejem, la cita de la cronología que has recogido era una broma de San Inocente
jjaajajjaj que bueno, sí a mí es que no es muy dificil colarme una de esas pero vamos que es lo único españolizante que veo, aunque si que pienso siempre que la cuestión de las mandolinas en su 7ª y 8ª tienen un sentido muy meditarraneo, más italianizante, y no solo por la procedencia del isntuemnto, si no que la forma de tratarlo evoca esos colores mediterraneos
José María- Cantidad de envíos : 1567
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Fecha de inscripción : 24/07/2011
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Sí las escalas suenan de lo más hispano Habría que preguntarle a Ruiz Tarazona
Aun no se ha comercializado esa Séptima; acabará saiendo al mercado
Aun no se ha comercializado esa Séptima; acabará saiendo al mercado
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Psanquin escribió: Sí las escalas suenan de lo más hispano Habría que preguntarle a Ruiz Tarazona
Aun no se ha comercializado esa Séptima; acabará saiendo al mercado
eso espero, y me pondré con la reseña, tiene aún mejor pinta que con cleaveland, sobretodo las maderas
pueden tener algo de frigio, las escalas
José María- Cantidad de envíos : 1567
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
El estudioso mahleriano Michael Bosworth, entusiasta seguidor de la cronología me envía dos recortes de periódico en base a los cuales debo corregir mi última entrada en lo que respecta a la prevista dirección por parte de Mahler de Briseis de Chabrier. Mi información se reducía a éste anuncio en el que aparentemente se le atribuye a Mahler la dirección de la ópera Briseis:
Pero de acuerdo a los dos recortes enviados por Bosworth la participación prevista de Mahler se limitaba a dirigir únicamente España de Chabrier. Se trataba de una especie de compensación por la colaboración de los músicos de la Filarmónica en el que era el primero de una serie de conciertos del MacDowell Chorus (Erróneamente en el libro de Martner Mahler Concerts se le considera a este concierto uno más de la Filarmónica).
El primero de los recortes es un anuncio del concierto publicado el 25 de febrero y el segundo la crítica posterior de Krehbiel en el Tribune que deja claro que Mahler únicamente tenía previsto dirigir España.
Pero de acuerdo a los dos recortes enviados por Bosworth la participación prevista de Mahler se limitaba a dirigir únicamente España de Chabrier. Se trataba de una especie de compensación por la colaboración de los músicos de la Filarmónica en el que era el primero de una serie de conciertos del MacDowell Chorus (Erróneamente en el libro de Martner Mahler Concerts se le considera a este concierto uno más de la Filarmónica).
El primero de los recortes es un anuncio del concierto publicado el 25 de febrero y el segundo la crítica posterior de Krehbiel en el Tribune que deja claro que Mahler únicamente tenía previsto dirigir España.
Psanquin- administrador
- Cantidad de envíos : 8413
Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
20 de febrero: Mahler ensayó el concierto del día siguiente aquejado de fiebre y dolor de garganta. Abrevió el ensayo diciendo a los músicos que aunque aun no estaban listos para el concierto no quería retenerlos más pues no se encontraba bien de salud.
Esa misma noche debió encontrarse mejor pues cenó con Busoni en casa del editor Rudolf Schirmer, junto con otros dos colegas, Hermann von Hase de Breitkopf & Härtel y Julius Zimmermann. Al respecto Busoni escribe a su mujer: “Mahler estaba de muy buen humor; en un momento dado dijo: “He encontrado que la gente es mucho mejor de lo que se supone”. “Es usted un optimista” le réplico una señora y “muy estúpido” contestó Mahler ipso facto.”
La crónica de Alma de la enfermedad de Mahler se abriría de esta escueta manera: “El 20 de febrero Mahler padeció una vez más inflamación de garganta, fiebre y mucosidad en la lengua.”
* * *
En cuanto a las críticas del concierto del día anterior, según el Tribune resultó “encantadora” la “delicadeza” en el tratamiento de Mahler de los dos movimientos centrales de la sinfonía mientras que la elección de Les Préludes para concluir el concierto le permitió “recrearse a conciencia en la pomposa sonoridad de los metales”.
Plummer inició su reseña observando que “en estos últimos días de Mahler como director de la Filarmónica [muchos daban por hecho que no renovaría su contrato] su lectura de la épica Séptima beethoveniana, contribuía a la atmósfera de despedida por su despliegue de pathos sentimental así como por su triunfalismo artístico.”
El Press alabó “la vigorosa interpretación, rítmicamente incisiva” de la sinfonía advirtiendo como una vez más era el director y no el solista el mayor atractivo del concierto.
En palabras del Evening Post la interpretación por Mahler de la obra maestra de Beethoven se caracterizaba por “por una maravillosa agudeza rítmica” mientras que Musical America subrayó como la obra “nunca deja de producir renovada admiración en cada sucesiva audición”.
Esa misma noche debió encontrarse mejor pues cenó con Busoni en casa del editor Rudolf Schirmer, junto con otros dos colegas, Hermann von Hase de Breitkopf & Härtel y Julius Zimmermann. Al respecto Busoni escribe a su mujer: “Mahler estaba de muy buen humor; en un momento dado dijo: “He encontrado que la gente es mucho mejor de lo que se supone”. “Es usted un optimista” le réplico una señora y “muy estúpido” contestó Mahler ipso facto.”
La crónica de Alma de la enfermedad de Mahler se abriría de esta escueta manera: “El 20 de febrero Mahler padeció una vez más inflamación de garganta, fiebre y mucosidad en la lengua.”
* * *
En cuanto a las críticas del concierto del día anterior, según el Tribune resultó “encantadora” la “delicadeza” en el tratamiento de Mahler de los dos movimientos centrales de la sinfonía mientras que la elección de Les Préludes para concluir el concierto le permitió “recrearse a conciencia en la pomposa sonoridad de los metales”.
Plummer inició su reseña observando que “en estos últimos días de Mahler como director de la Filarmónica [muchos daban por hecho que no renovaría su contrato] su lectura de la épica Séptima beethoveniana, contribuía a la atmósfera de despedida por su despliegue de pathos sentimental así como por su triunfalismo artístico.”
El Press alabó “la vigorosa interpretación, rítmicamente incisiva” de la sinfonía advirtiendo como una vez más era el director y no el solista el mayor atractivo del concierto.
En palabras del Evening Post la interpretación por Mahler de la obra maestra de Beethoven se caracterizaba por “por una maravillosa agudeza rítmica” mientras que Musical America subrayó como la obra “nunca deja de producir renovada admiración en cada sucesiva audición”.
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Gracias, Psanquin, por esta nueva entrega de la Cronología. A pesar de que a partir de ahora sólo vamos a tener malas noticias...
gustavo- Cantidad de envíos : 3368
Fecha de inscripción : 10/11/2009
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