CRONOLOGÍA MAHLERIANA
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
A mí no obstante me suena que Alma escuchó la Sexta (o parte de ella) interpretada por Gustav al piano al poco de componerla y comentó "haberse emocionado al escucharla"... Lo habré soñado???
gustavo- Cantidad de envíos : 3368
Fecha de inscripción : 10/11/2009
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Muy oportuna la viñeta DR ¡Incluso la madurita Alma en el año del centanario de su marido estaba más preocupada por la celebridad que esto le reportaba que por las interpretaciones de su música!
Gustavo, de momento no he confirmado lo que comentas. Desde luego con la Cuarta fue exactamente así.
Gustavo, de momento no he confirmado lo que comentas. Desde luego con la Cuarta fue exactamente así.
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
6 de diciembre: La noche del 5 al 6 cayó en Pittsburgh una fuerte nevada que afectó al transporte ferroviario. Afortunadamente Cleveland -la siguiente etapa de la gira- sólo está separada de Pittsburgh por un centenar de millas con lo que aunque con cierto retraso la comitiva llegó con tiempo suficiente a su destino.
En esos años Cleveland era la sexta ciudad de Estados Unidos en número de habitantes, sin embargo hasta 1918 no contaría con una orquesta sinfónica que tuviese una cierta permanencia en el tiempo.
Como en Pittsburgh, la visita de la Filarmónica se encuadraba en un tour de orquestas visitantes, artísticamente más exitoso y económicamente menos oneroso que mantener una orquesta propia. El día 20 de enero llegaría Walter Damrosch con su New York Symphony y el 31 Max Fiedler con la Boston Symphony. Finalmente el 8 de marzo la orquesta de Cincinnati cerraría el ciclo bajo la ilustre batuta de Stokowski.
Los conciertos tenían lugar en el Gray Armory Hall, un edificio de piedra con una torre de cinco plantas destinado a todo tipo de usos. Por ello no contaba con un patio de butacas permanente, sin embargo en los eventos musicales se podían disponer hasta 5000 sillas. La acústica sin duda era penosa.
A Miriam Russell del Plain Dealer le resultó especialmente sorprendente la energía y la concentración mostrada por los músicos neoyorquinos: a su lado los músicos de otras orquestas parecían amateurs. Mantuvieron la intensidad a lo largo de toda la noche, sin debilitarse, ni dudar, ni hacerse los remolones.
Alice Bradley del Cleveland Leader confirmó su predicción de que la principal cita de la temporada sería la visita de la New York Philharmonic. Gustav Mahler interpretó a Beethoven “como si Beethoven estuviese vivo y contase a su disposición con una orquesta moderna”. En su crítica escribió sobre la interpretación de la Pastoral: “Es difícil de imaginar una interpretación más bella. La expresión poética de la felicidad campestre estaba absolutamente presente, pero también el calado de la interpretación, la claridad en las voces más ocultas, como también en las más obvias; todo totalmente nuevo y maravilloso”. Mahler había estado acertado modificando la partitura pues “el oyente medio se satisface escuchando el espíritu y no la letra de los antiguos textos si son ofrecidos con la inspiración de un genio moderno. La obra de Beethoven exhibió profundidad, belleza, paleta de colores, calidez y una completa comprensión poética, mientras que el auténtico modernismo wagneriano no podría pedir una interpretación más intensa y espiritual… Quizás el aspecto más notable de Mahler es su propia personalidad. Rápido, nervioso, lleno de vitalidad en todo momento, uno tiene la impresión de estar ante un hombre cuya mente está presente en cada músculo. Su característica actitud excéntrica fue evidente en la forma en que se giró hacia el público al final del intermedio, evidentemente preguntándose si la conversación cesaría. Quizás no estaba acostumbrado a un público tan informal. Mientras esperaba con la batuta en la mano era la viva imagen de un interrogante hecho persona.”
En el Plain Dealer Miriam Russell dio rienda suelta a su vena lírica:
“El pequeño Mahler con su gran cerebro
El pequeño Mahler con su energía prodigiosa
El pequeño Mahler con la máxima imaginación musical
El pequeño Mahler cuyo inmenso poder hace que otros directores parezcan pigmeos.
Es este hercúleo pequeño Mahler quien dirige la Filarmónica de Nueva York. Su fuerza y su maestría sobre su instrumento fueron obvias desde el primer compás de la Suite de Bach. No hubo calentamiento, preparación, tanteo previo antes de que la orquesta se sintiese cómoda. Se lanzó sobre la Suite como un caballo ante la señal de salida. Esta fue la forma en que la orquesta tocó toda la noche. Cuando tenía algo que hacer lo hacía al momento de forma valiente contundente y efectiva. No hubo vacilación, debilitamiento, duda, reticencia. Todo fue firme, decidido, exacto y seguro. Y todo nacía del pequeño Mahler, ese pequeño hombre con las ligeras lentes, las largas y estilizadas manos, la melena de pelo negro deslizándose en todas las direcciones sobre su cara delicada y asceta. ¡El gigante pequeño Mahler!”
Incluso los retoques de la Pastoral provocaron la admiración de Russell:
“Mahler ha adaptado las sinfonías a su propia orquesta, a la manera en que Beethoven compondría de vivir en la actualidad. Pero es lo suficientemente sabio para no cambiar el espíritu de la obra en su magnificación de la partitura. No es un Beethoven metamorfoseado en absoluto, sino un tipo de Beethoven glorificado.”
Alice Bradley comentó que Cleveland había escuchado muchas Pastorales pero ninguna había tenido el mismo impacto que la de Mahler gracias a su crítica interpretación de la partitura y sus “toques personales” que “enriquecían la obra para un público moderno” y “para el público medio aportaban nueva vida a la obra en el espíritu de la música.”
Muchos de los críticos igualmente alabaron la lectura mahleriana de Bach. Bradley consideró que Maler había fusionado el espíritu del viejo compositor con una simpatía íntima por los modos modernos”. Sol Marcosson en el News consideró que Mahler había aportado vigor juvenil a la Gavota haciéndola refrescante e inspirada. Pero la mayor alabanza de Marcosson estaba destinada para el Aria, “una belleza reveladora en la fusión de sonidos que fluían del cuerpo de las cuerdas de la Filarmónica […] una pieza de divina poesía sonora”. Su sentimiento general fue que Mahler “manipulaba la tradición con mano firme invistiendo de nueva vida y vigor el espíritu tan a menudo dormido en el mustio manuscrito.”
Curiosamente, sin embargo, el piano modificado de la Suite de Bach no satisfizo a muchos críticos de Cleveland: Wilson Smith del Cleveland Press pensó que Mahler debía haber usado un piano moderno ya que su orquesta era también moderna. “Este instrumento antiguo debía ser donado a algún museo.” Describió a Mahler como de “pequeña estatura pero de gran intelecto y con un control emocional de su arte. Pinta en todos los colores, desde la conservadora y armoniosa fusión del clásico más severo al fulgor vívido y brillante de los modernos.”
Otro periódico, The Week, saludó el evento como el punto de inflexión en la historia de la ciudad: “Mr.Mahler ha venido una vez este año. Que pueda venir tres veces el año que viene y los venideros todas las veces que podamos conseguirlo.”
En el Town Topics Wilson Smith comparó a Mahler con Carl Muck -el antiguo director de la Boston Symphony- “ambos tenían la misma tranquilidad en sus gestos al dirigir y ambos aseguraban clímax tremendos de la forma más sencilla.” Sólo un director podía rivalizar con Mahler en “perfección en los detalles y unidad de gradientes dinámicos” y este era Nikisch. Sin embargo eran diferentes en un aspecto concreto: Mahler era “siempre el músico intelectual y consumado” mientras Nikisch, un espléndido músico “en ocasiones se dejaba llevar por el virtuosismo y situaba el efecto por delante del pensamiento musical.” La batuta mágica de Mahler creaba “el más maravilloso de los efectos imaginables”, mantenía la atención del público sin necesidad de un solista y a menudo se encontraba tan inmerso en su música que se perdía la noción de la duración del concierto. Sin embargo, si otro director hubiese intentado hacer programas de la misma duración muchos oyentes habrían dejado la sala antes de que la noche concluyese.”
En esos años Cleveland era la sexta ciudad de Estados Unidos en número de habitantes, sin embargo hasta 1918 no contaría con una orquesta sinfónica que tuviese una cierta permanencia en el tiempo.
Como en Pittsburgh, la visita de la Filarmónica se encuadraba en un tour de orquestas visitantes, artísticamente más exitoso y económicamente menos oneroso que mantener una orquesta propia. El día 20 de enero llegaría Walter Damrosch con su New York Symphony y el 31 Max Fiedler con la Boston Symphony. Finalmente el 8 de marzo la orquesta de Cincinnati cerraría el ciclo bajo la ilustre batuta de Stokowski.
Los conciertos tenían lugar en el Gray Armory Hall, un edificio de piedra con una torre de cinco plantas destinado a todo tipo de usos. Por ello no contaba con un patio de butacas permanente, sin embargo en los eventos musicales se podían disponer hasta 5000 sillas. La acústica sin duda era penosa.
A Miriam Russell del Plain Dealer le resultó especialmente sorprendente la energía y la concentración mostrada por los músicos neoyorquinos: a su lado los músicos de otras orquestas parecían amateurs. Mantuvieron la intensidad a lo largo de toda la noche, sin debilitarse, ni dudar, ni hacerse los remolones.
Alice Bradley del Cleveland Leader confirmó su predicción de que la principal cita de la temporada sería la visita de la New York Philharmonic. Gustav Mahler interpretó a Beethoven “como si Beethoven estuviese vivo y contase a su disposición con una orquesta moderna”. En su crítica escribió sobre la interpretación de la Pastoral: “Es difícil de imaginar una interpretación más bella. La expresión poética de la felicidad campestre estaba absolutamente presente, pero también el calado de la interpretación, la claridad en las voces más ocultas, como también en las más obvias; todo totalmente nuevo y maravilloso”. Mahler había estado acertado modificando la partitura pues “el oyente medio se satisface escuchando el espíritu y no la letra de los antiguos textos si son ofrecidos con la inspiración de un genio moderno. La obra de Beethoven exhibió profundidad, belleza, paleta de colores, calidez y una completa comprensión poética, mientras que el auténtico modernismo wagneriano no podría pedir una interpretación más intensa y espiritual… Quizás el aspecto más notable de Mahler es su propia personalidad. Rápido, nervioso, lleno de vitalidad en todo momento, uno tiene la impresión de estar ante un hombre cuya mente está presente en cada músculo. Su característica actitud excéntrica fue evidente en la forma en que se giró hacia el público al final del intermedio, evidentemente preguntándose si la conversación cesaría. Quizás no estaba acostumbrado a un público tan informal. Mientras esperaba con la batuta en la mano era la viva imagen de un interrogante hecho persona.”
En el Plain Dealer Miriam Russell dio rienda suelta a su vena lírica:
“El pequeño Mahler con su gran cerebro
El pequeño Mahler con su energía prodigiosa
El pequeño Mahler con la máxima imaginación musical
El pequeño Mahler cuyo inmenso poder hace que otros directores parezcan pigmeos.
Es este hercúleo pequeño Mahler quien dirige la Filarmónica de Nueva York. Su fuerza y su maestría sobre su instrumento fueron obvias desde el primer compás de la Suite de Bach. No hubo calentamiento, preparación, tanteo previo antes de que la orquesta se sintiese cómoda. Se lanzó sobre la Suite como un caballo ante la señal de salida. Esta fue la forma en que la orquesta tocó toda la noche. Cuando tenía algo que hacer lo hacía al momento de forma valiente contundente y efectiva. No hubo vacilación, debilitamiento, duda, reticencia. Todo fue firme, decidido, exacto y seguro. Y todo nacía del pequeño Mahler, ese pequeño hombre con las ligeras lentes, las largas y estilizadas manos, la melena de pelo negro deslizándose en todas las direcciones sobre su cara delicada y asceta. ¡El gigante pequeño Mahler!”
Incluso los retoques de la Pastoral provocaron la admiración de Russell:
“Mahler ha adaptado las sinfonías a su propia orquesta, a la manera en que Beethoven compondría de vivir en la actualidad. Pero es lo suficientemente sabio para no cambiar el espíritu de la obra en su magnificación de la partitura. No es un Beethoven metamorfoseado en absoluto, sino un tipo de Beethoven glorificado.”
Alice Bradley comentó que Cleveland había escuchado muchas Pastorales pero ninguna había tenido el mismo impacto que la de Mahler gracias a su crítica interpretación de la partitura y sus “toques personales” que “enriquecían la obra para un público moderno” y “para el público medio aportaban nueva vida a la obra en el espíritu de la música.”
Muchos de los críticos igualmente alabaron la lectura mahleriana de Bach. Bradley consideró que Maler había fusionado el espíritu del viejo compositor con una simpatía íntima por los modos modernos”. Sol Marcosson en el News consideró que Mahler había aportado vigor juvenil a la Gavota haciéndola refrescante e inspirada. Pero la mayor alabanza de Marcosson estaba destinada para el Aria, “una belleza reveladora en la fusión de sonidos que fluían del cuerpo de las cuerdas de la Filarmónica […] una pieza de divina poesía sonora”. Su sentimiento general fue que Mahler “manipulaba la tradición con mano firme invistiendo de nueva vida y vigor el espíritu tan a menudo dormido en el mustio manuscrito.”
Curiosamente, sin embargo, el piano modificado de la Suite de Bach no satisfizo a muchos críticos de Cleveland: Wilson Smith del Cleveland Press pensó que Mahler debía haber usado un piano moderno ya que su orquesta era también moderna. “Este instrumento antiguo debía ser donado a algún museo.” Describió a Mahler como de “pequeña estatura pero de gran intelecto y con un control emocional de su arte. Pinta en todos los colores, desde la conservadora y armoniosa fusión del clásico más severo al fulgor vívido y brillante de los modernos.”
Otro periódico, The Week, saludó el evento como el punto de inflexión en la historia de la ciudad: “Mr.Mahler ha venido una vez este año. Que pueda venir tres veces el año que viene y los venideros todas las veces que podamos conseguirlo.”
En el Town Topics Wilson Smith comparó a Mahler con Carl Muck -el antiguo director de la Boston Symphony- “ambos tenían la misma tranquilidad en sus gestos al dirigir y ambos aseguraban clímax tremendos de la forma más sencilla.” Sólo un director podía rivalizar con Mahler en “perfección en los detalles y unidad de gradientes dinámicos” y este era Nikisch. Sin embargo eran diferentes en un aspecto concreto: Mahler era “siempre el músico intelectual y consumado” mientras Nikisch, un espléndido músico “en ocasiones se dejaba llevar por el virtuosismo y situaba el efecto por delante del pensamiento musical.” La batuta mágica de Mahler creaba “el más maravilloso de los efectos imaginables”, mantenía la atención del público sin necesidad de un solista y a menudo se encontraba tan inmerso en su música que se perdía la noción de la duración del concierto. Sin embargo, si otro director hubiese intentado hacer programas de la misma duración muchos oyentes habrían dejado la sala antes de que la noche concluyese.”
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Concierto Mahler-Rachmaninov
Hola a todos,
Necesito un poco de ayuda, alguien sabe cuál fue el programa del concierto que Mahler dirigió cuando volvió a tocar con Rachmaninov su 3 concierto para piano??? Se que fue pocas semanas después del estreno del concierto de Rachmaninov que fue el 28 de noviembre de 1909.
Un saludo!
Asier
Necesito un poco de ayuda, alguien sabe cuál fue el programa del concierto que Mahler dirigió cuando volvió a tocar con Rachmaninov su 3 concierto para piano??? Se que fue pocas semanas después del estreno del concierto de Rachmaninov que fue el 28 de noviembre de 1909.
Un saludo!
Asier
Puga- Cantidad de envíos : 14
Fecha de inscripción : 06/08/2010
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Puga, la información de este concierto la tienes en la página 9 de la cronología.
El concierto había sido estrenado por Damrosch y su orquesta el 28 de noviembre de 1909 y repetido el 30. La interpretación mahleriana de enero fue la tercera de la obra.
El concierto había sido estrenado por Damrosch y su orquesta el 28 de noviembre de 1909 y repetido el 30. La interpretación mahleriana de enero fue la tercera de la obra.
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Psanquin escribió:Puga, la información de este concierto la tienes en la página 9 de la cronología.
El concierto había sido estrenado por Damrosch y su orquesta el 28 de noviembre de 1909 y repetido el 30. La interpretación mahleriana de enero fue la tercera de la obra.
Muchas gracias Psanquin!!
Puga- Cantidad de envíos : 14
Fecha de inscripción : 06/08/2010
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Gracias, Pablo, por tu nueva entrega.
Resulta impresionante el leer la altísima estima en que la mayoría de la gente tenía a Mahler como director, algo que no hace sino más triste el no disponer de (alguna y buenas) grabaciones de sus conciertos, más allá de los piano rolls, que son otro mundo.
Otro aspecto muy de agradecer en tu cronología es la cantidad (y calidad) de fotos de época que estás insertando en tus textos (como la del impresionante Gray Armory Hall), algo que a mí me gusta especialmente, con esa pátina de tiempo y nostalgia de lo no vivido que desprenden entre sus aromas a pasado...
Resulta impresionante el leer la altísima estima en que la mayoría de la gente tenía a Mahler como director, algo que no hace sino más triste el no disponer de (alguna y buenas) grabaciones de sus conciertos, más allá de los piano rolls, que son otro mundo.
Otro aspecto muy de agradecer en tu cronología es la cantidad (y calidad) de fotos de época que estás insertando en tus textos (como la del impresionante Gray Armory Hall), algo que a mí me gusta especialmente, con esa pátina de tiempo y nostalgia de lo no vivido que desprenden entre sus aromas a pasado...
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Un placer poder ayudar Puga y garcias por tus palabras Paco. Comentarios e interés como el vuetro animan a seguir. La semana que viene retomaré con fuerzas renovadas
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
7 de diciembre: La orquesta permaneció la noche del 6 en Cleveland mientras Charlton y Mahler viajaban en tren nocturno a Buffalo; un recorrido de 185 millas al noroeste. Allí Mahler se reuniría con Alma quien había viajado desde Nueva York para así poder visitar juntos las Cataratas del Niagara.
Éste es el relato de Alma:
“Llegué temprano por la mañana. De acuerdo con lo estipulado, Mahler había enviado a su concertino Spiering a recogerme en la estación. Me reuní con Gustav en el hotel. Tras un breve descanso tomamos el tren a Niagara desde dónde nos dirigimos hasta las cataratas en un carruaje antediluviano.
Era un soleado día de invierno en el que las ramas relucían heladas. Cuando subimos a lo más alto de las cataratas y cuando posteriormente descendimos en el ascensor los ojos nos dolían por el excesivo verdor de la luz. El tronar de las cataratas, que se deslizaban a toda velocidad por debajo del techo de hielo, los árboles de la orilla, siempre helados por la espuma constante, la llanura nevada que se extendía inabarcable ante nosotros...¡Todos creaban una belleza ensoñadora!
Nos retiramos a regañadientes y buscamos algún sitio para comer pero sorprendentemente no había allí nada confortable ni atractivo. Al final nos sentamos en un pequeño local, donde había encendida una estufa de hierro y donde todo olía a chanclas y a ropa húmeda. Todo el mundo había peregrinado hasta allí. Nosotros sencillamente los habíamos seguido. Se acercó el anciano camarero y su rostro se iluminó: “Señor Mahler. Me alegra poder servirle aquí. La última vez fue en Viena, en Hartmann, (un gran restaurante de la Ringstrasse) ¡Pero de eso hace ya mucho!”. Y entonces nos sentimos a buen recaudo, pues el anciano en su alegría, no sabía que hacer para honrar a Mahler.
No era fácil para un hombre como Mahler, que en Europa era popular y conocido por doquier, verse de repente convertido en alguien anónimo. Uno ha olvidado la juventud miserable y le resulta difícil ser una figura desconocida en medio de la masa.”
Curiosamente en su relato Alma no hace referencia a la célebre frase cuajada en esta visita: Endlich ein Fortissimo! -¡Por fin un fortissimo!”- aparentemente proferida por Mahler ante el atronador escenario natural.
Las dudas al respecto aumentan si se tiene en cuenta que según la narración de Alma, Mahler encontró la Pastoral de esa noche más tremenda que todas las cataratas del Niagara:
“Llegó del concierto muy animado para tomar una comida sencilla y fría. “Me he dado cuenta hoy” –dijo- “que el arte articulado es más grande que el inarticulado” Había estado dirigiendo la Sinfonía Pastoral. La naturaleza, como aparece en la música de Beethoven le había sorprendido como más grande y más sublime que todas la cataratas del Niagara.”
Mahler y Alma enviaron varias postales desde Niagara Falls incluyendo una a la condesa Wydenbruck: “¿Qué opina de esta escena en el arroyo en la que nos acordamos de nuestra querida amiga?”.
De vuelta en tren a Nueva York -donde se reuniría con Gucki- Alma se sumergió en la lectura de Los hermanos Karamazov. Al llegar a la ciudad envió un telegrama a Mahler, gran admirador de la novela de Dostoievsky: “Espléndido viaje con Aliosha”.
Mahler le contestó al momento: “Viaje con Almiosha mucho más espléndido. Tiempo magnífico hoy, nieve. Gustav.”
Esta hermosa declaración es la última misiva de Mahler a sus esposa que se conserva.
La ciudad de Buffalo era conocida en la época como “La reina de los Grandes Lagos” por su importancia como nudo ferroviario y como enclave estratégico en el sistema de canales de la región. A diferencia de las ciudades anteriores su prosperidad no se debía ni al hierro ni al acero sino a la Ford Motor Company.
Las primeras series de conciertos de orquestas invitadas datan de 1906 y fueron organizadas, como en Cleveland, por una mujer, Mai Davis Smith. En esta temporada 1910-11 visitaría la ciudad dos veces la Boston Symphony y una la New York Philharmonic. Sólo en 1935 se crearía la Buffalo Symphony Orchestra.
El concierto tuvo lugar, nuevamente, en otro edificio grande y desgarbado; el Seventy-Fourth Regiment Armory and Drill Hall que había sido erigido por el ejercito de los EEUU. Cuando la armería se trasladó a otra ciudad el edificio fue reciclado como sala de conciertos y teatro de ópera bajo la denominación de Convention Hall. Desafortunadamente estaba localizado en una avenida muy transitada con lo que los vehículos podían ser oídos fácilmente alterando el curso de los conciertos.
Como en las etapas anteriores de la gira la expectativa creada por la prensa había sido máxima. Ya en el 4 de septiembre el Buffalo Morning News había anunciado que “ningún evento musical en toda la temporada despertaría tanto interés como el concierto de la Filarmónica”. El Buffalo Commercial Advertiser and Journal definió al concierto como “Importante por partida doble” pues estaba planificado que Mahler actuaría como solista en la obra de Bach. En este sentido el Express advirtió a sus lectores del dominio por parte de Mahler de la música barroca lo cual “garantizaría una perfecta reproducción de la música de Bach”.
Justo coincidiendo con el inicio del concierto una nueva tormenta de nieve estalló en Buffalo. Hasta diez centímetros de nieve cubrieron la ciudad pero los aficionados no dejaron de asistir por culpa de estas inclemencias del tiempo.
Los titulares describieron al día siguiente la velada como “magnífica, brillante, deliciosa; un triunfo musical.” Sin embargo el Express criticó el uso del piano modificado pues éste carecía de la “agradable y cristalina textura del clave”. Incluso en la Obertura y la Gavota “resultó estridente”.
No obstante la Suite de Bach fue alabada por el Evening News por haber sido interpretada con “tal vitalidad que irradiaba luz y energía” y con un “ritmo elástico y unos matices en cada frase que hacían que Bach pareciese un ser humano y no el pedante que frecuentemente se nos hace creer.”
El mismo artículo continúa describiendo la entrada de Mahler en la plataforma:
“El público se encontró con un hombre delgado, de corta estatura, con una expresión seria, decidida y con la cara rodeada de una abundante mata de pelo. No había en él el más mínimo rastro de afectación. Al momento transmitió la impresión de ser alguien al que la respuesta del público le era indiferente, alguien a quien lo único que le importaba era transmitir el mensaje musical que sentía. Esta tarea le absorbía completamente. Su sinceridad era elocuente. Evitaba cualquier afectación y manierismo. Permaneció tranquilamente en la plataforma a menudo marcando el tiempo sólo con su mano derecha, con los ojos fijos en todas las secciones de la orquesta al mismo tiempo. Estaba claro que ejercía una extraordinaria autoridad sobre su ejército.”
Sobre la Pastoral los críticos abordaron la delicada cuestión de las decisiones personales de Mahler sobre las dinámicas, el balance, fraseo e incluso la instrumentación. Varios de ellos notaron que el tiempo había sido más rápido de lo usual en el primer movimiento y más lento en el Andante.
De acuerdo al Express las lecturas de Mahler “están marcadas por una enorme vitalidad; más por valientes efectos que por su delicadeza. El mensaje global nunca se diluye y, a pesar de que los detalles no son obviados, es evidente que la tendencia natural de Mahler es más hacia el efecto colosal que hacia lo poético. Lo intelectual de sobra compensa lo emocional de sus interpretaciones [...]. Hubo una precisión rítmica que no cesaba de impresionar y que destacaba voces que nunca parecían haber sido escuchadas antes. Pues nunca antes se ha escuchado un retrato de la tormenta más realista. El propio director parecía ser el genio de la tormenta, empujando a sus fuerzas a explosiones más y más fieras.”
El Evening News destacó la tormenta de la Pastoral describiéndola como: “auténticamente colosal, con los timbales emulando a la naturaleza en sus momentos más agitados y volcánicos. La interpretación de la sinfonía por Mr.Mahler evidenciaba una concepción grandiosa, trasladando la impresión de de un dominio magistral, de ser el fruto del intelecto de alguien que controla más que es controlado por el genio del compositor. Es patente una excelente realización de los más pequeños detalles de diseño estructural y de contenido musical, mientras que nunca se pierde de vista el plan global de la obra y la perfección del conjunto.”
Para la mayoría de los críticos la sinfonía de Beethoven fue sin duda el clímax de la velada. El Evening Times felicitó a Mahler por capturar la pasión de Beethoven por la naturaleza. Igualmente consideró que “la interpretación mostraba al público las extraordinaria habilidad de la orquesta y de Mr. Mahler mejor que cualquiera del resto de las obras del programa”.
En los fragmentos wagnerianos el mismo crítico se mostró sorprendido por la omnipresencia del “elemento dramático” y por la forma en que “toda la gama de emociones encontraba una expresión tan apropiada y magistral”. Lo que hacía las interpretaciones de Mahler tan notables era su costumbre de “destacar determinados aspectos significativos bajo una luz más intensa de lo normal”.
Todo lo que hacía Mahler tenía como meta “el conseguir que la música fuese más elocuente y atractiva para el oyente”. El Enquirer alabó la interpretación de la orquesta en los fragmentos de Tristan y destacó como “las extraordinarias secciones de cuerda y madera producían un sonido que bajo la batuta del gran director se convertía en una exultante belleza plástica”, mientras que el Evening News se sorprendió de “los sutiles y constantes cambios de tiempo que casi pasaban inadvertidos pero que realzaban la fascinación de forma inconmensurable y se traducían en una muy intensa impresión”.
La comunidad crítica de Buffalo alabó a Mahler como un “gran director”, un “gran músico” y como “un gigante del mundo musical” que mostraba simultáneamente la “energía de un hombre duro y la candidez de un niño”. El Courier describió a Mahler como una personalidad genuina en cuyas interpretaciones musicales “no había nada artificial al mismo tiempo que seguía la partitura de forma fidedigna, recreando cada pieza como si fuese una nueva y bella interpretación”, y como un director “que dirigía la orquesta con la misma maestría que un organista toca un instrumentos”.
El Commercial Advertiser and Journal lo describió como “un fabuloso director que poseía una inteligencia privilegiada y grandes dosis de magnetismo… en imaginación, en concepción poética, Mahler es uno de los directores de orquesta más importantes. Su sutil magnetismo cautiva tanto a su orquesta como al público, y su exquisito gusto artístico y su tratamiento intelectual de las distintas obras permitió el máximo disfrute a todos los que estuvieron presentes esa noche”.
El miso periódico destacó que los músicos de Mahler tocaron “con firmeza y delicadeza” y que su característica más representativa fue “la exactitud en la afinación y la limpieza en los ataques”. Sin excesivo esfuerzo, al menos a simple vista, estos “generaron un inmenso volumen sonoro de forma natural, simple y fácil”.
Para el Express la orquesta en su conjunto quizás “carecía de dulzura y de la belleza de sonido que caracteriza a otras orquestas del país”, sin embargo el sonido era “compacto y bien empastado” marcado por “la unidad, un buen balance de forma general, y espléndidos ataques”.
Éste es el relato de Alma:
“Llegué temprano por la mañana. De acuerdo con lo estipulado, Mahler había enviado a su concertino Spiering a recogerme en la estación. Me reuní con Gustav en el hotel. Tras un breve descanso tomamos el tren a Niagara desde dónde nos dirigimos hasta las cataratas en un carruaje antediluviano.
Era un soleado día de invierno en el que las ramas relucían heladas. Cuando subimos a lo más alto de las cataratas y cuando posteriormente descendimos en el ascensor los ojos nos dolían por el excesivo verdor de la luz. El tronar de las cataratas, que se deslizaban a toda velocidad por debajo del techo de hielo, los árboles de la orilla, siempre helados por la espuma constante, la llanura nevada que se extendía inabarcable ante nosotros...¡Todos creaban una belleza ensoñadora!
Nos retiramos a regañadientes y buscamos algún sitio para comer pero sorprendentemente no había allí nada confortable ni atractivo. Al final nos sentamos en un pequeño local, donde había encendida una estufa de hierro y donde todo olía a chanclas y a ropa húmeda. Todo el mundo había peregrinado hasta allí. Nosotros sencillamente los habíamos seguido. Se acercó el anciano camarero y su rostro se iluminó: “Señor Mahler. Me alegra poder servirle aquí. La última vez fue en Viena, en Hartmann, (un gran restaurante de la Ringstrasse) ¡Pero de eso hace ya mucho!”. Y entonces nos sentimos a buen recaudo, pues el anciano en su alegría, no sabía que hacer para honrar a Mahler.
No era fácil para un hombre como Mahler, que en Europa era popular y conocido por doquier, verse de repente convertido en alguien anónimo. Uno ha olvidado la juventud miserable y le resulta difícil ser una figura desconocida en medio de la masa.”
Curiosamente en su relato Alma no hace referencia a la célebre frase cuajada en esta visita: Endlich ein Fortissimo! -¡Por fin un fortissimo!”- aparentemente proferida por Mahler ante el atronador escenario natural.
Las dudas al respecto aumentan si se tiene en cuenta que según la narración de Alma, Mahler encontró la Pastoral de esa noche más tremenda que todas las cataratas del Niagara:
“Llegó del concierto muy animado para tomar una comida sencilla y fría. “Me he dado cuenta hoy” –dijo- “que el arte articulado es más grande que el inarticulado” Había estado dirigiendo la Sinfonía Pastoral. La naturaleza, como aparece en la música de Beethoven le había sorprendido como más grande y más sublime que todas la cataratas del Niagara.”
Mahler y Alma enviaron varias postales desde Niagara Falls incluyendo una a la condesa Wydenbruck: “¿Qué opina de esta escena en el arroyo en la que nos acordamos de nuestra querida amiga?”.
De vuelta en tren a Nueva York -donde se reuniría con Gucki- Alma se sumergió en la lectura de Los hermanos Karamazov. Al llegar a la ciudad envió un telegrama a Mahler, gran admirador de la novela de Dostoievsky: “Espléndido viaje con Aliosha”.
Mahler le contestó al momento: “Viaje con Almiosha mucho más espléndido. Tiempo magnífico hoy, nieve. Gustav.”
Esta hermosa declaración es la última misiva de Mahler a sus esposa que se conserva.
La ciudad de Buffalo era conocida en la época como “La reina de los Grandes Lagos” por su importancia como nudo ferroviario y como enclave estratégico en el sistema de canales de la región. A diferencia de las ciudades anteriores su prosperidad no se debía ni al hierro ni al acero sino a la Ford Motor Company.
Las primeras series de conciertos de orquestas invitadas datan de 1906 y fueron organizadas, como en Cleveland, por una mujer, Mai Davis Smith. En esta temporada 1910-11 visitaría la ciudad dos veces la Boston Symphony y una la New York Philharmonic. Sólo en 1935 se crearía la Buffalo Symphony Orchestra.
El concierto tuvo lugar, nuevamente, en otro edificio grande y desgarbado; el Seventy-Fourth Regiment Armory and Drill Hall que había sido erigido por el ejercito de los EEUU. Cuando la armería se trasladó a otra ciudad el edificio fue reciclado como sala de conciertos y teatro de ópera bajo la denominación de Convention Hall. Desafortunadamente estaba localizado en una avenida muy transitada con lo que los vehículos podían ser oídos fácilmente alterando el curso de los conciertos.
Como en las etapas anteriores de la gira la expectativa creada por la prensa había sido máxima. Ya en el 4 de septiembre el Buffalo Morning News había anunciado que “ningún evento musical en toda la temporada despertaría tanto interés como el concierto de la Filarmónica”. El Buffalo Commercial Advertiser and Journal definió al concierto como “Importante por partida doble” pues estaba planificado que Mahler actuaría como solista en la obra de Bach. En este sentido el Express advirtió a sus lectores del dominio por parte de Mahler de la música barroca lo cual “garantizaría una perfecta reproducción de la música de Bach”.
Justo coincidiendo con el inicio del concierto una nueva tormenta de nieve estalló en Buffalo. Hasta diez centímetros de nieve cubrieron la ciudad pero los aficionados no dejaron de asistir por culpa de estas inclemencias del tiempo.
Los titulares describieron al día siguiente la velada como “magnífica, brillante, deliciosa; un triunfo musical.” Sin embargo el Express criticó el uso del piano modificado pues éste carecía de la “agradable y cristalina textura del clave”. Incluso en la Obertura y la Gavota “resultó estridente”.
No obstante la Suite de Bach fue alabada por el Evening News por haber sido interpretada con “tal vitalidad que irradiaba luz y energía” y con un “ritmo elástico y unos matices en cada frase que hacían que Bach pareciese un ser humano y no el pedante que frecuentemente se nos hace creer.”
El mismo artículo continúa describiendo la entrada de Mahler en la plataforma:
“El público se encontró con un hombre delgado, de corta estatura, con una expresión seria, decidida y con la cara rodeada de una abundante mata de pelo. No había en él el más mínimo rastro de afectación. Al momento transmitió la impresión de ser alguien al que la respuesta del público le era indiferente, alguien a quien lo único que le importaba era transmitir el mensaje musical que sentía. Esta tarea le absorbía completamente. Su sinceridad era elocuente. Evitaba cualquier afectación y manierismo. Permaneció tranquilamente en la plataforma a menudo marcando el tiempo sólo con su mano derecha, con los ojos fijos en todas las secciones de la orquesta al mismo tiempo. Estaba claro que ejercía una extraordinaria autoridad sobre su ejército.”
Sobre la Pastoral los críticos abordaron la delicada cuestión de las decisiones personales de Mahler sobre las dinámicas, el balance, fraseo e incluso la instrumentación. Varios de ellos notaron que el tiempo había sido más rápido de lo usual en el primer movimiento y más lento en el Andante.
De acuerdo al Express las lecturas de Mahler “están marcadas por una enorme vitalidad; más por valientes efectos que por su delicadeza. El mensaje global nunca se diluye y, a pesar de que los detalles no son obviados, es evidente que la tendencia natural de Mahler es más hacia el efecto colosal que hacia lo poético. Lo intelectual de sobra compensa lo emocional de sus interpretaciones [...]. Hubo una precisión rítmica que no cesaba de impresionar y que destacaba voces que nunca parecían haber sido escuchadas antes. Pues nunca antes se ha escuchado un retrato de la tormenta más realista. El propio director parecía ser el genio de la tormenta, empujando a sus fuerzas a explosiones más y más fieras.”
El Evening News destacó la tormenta de la Pastoral describiéndola como: “auténticamente colosal, con los timbales emulando a la naturaleza en sus momentos más agitados y volcánicos. La interpretación de la sinfonía por Mr.Mahler evidenciaba una concepción grandiosa, trasladando la impresión de de un dominio magistral, de ser el fruto del intelecto de alguien que controla más que es controlado por el genio del compositor. Es patente una excelente realización de los más pequeños detalles de diseño estructural y de contenido musical, mientras que nunca se pierde de vista el plan global de la obra y la perfección del conjunto.”
Para la mayoría de los críticos la sinfonía de Beethoven fue sin duda el clímax de la velada. El Evening Times felicitó a Mahler por capturar la pasión de Beethoven por la naturaleza. Igualmente consideró que “la interpretación mostraba al público las extraordinaria habilidad de la orquesta y de Mr. Mahler mejor que cualquiera del resto de las obras del programa”.
En los fragmentos wagnerianos el mismo crítico se mostró sorprendido por la omnipresencia del “elemento dramático” y por la forma en que “toda la gama de emociones encontraba una expresión tan apropiada y magistral”. Lo que hacía las interpretaciones de Mahler tan notables era su costumbre de “destacar determinados aspectos significativos bajo una luz más intensa de lo normal”.
Todo lo que hacía Mahler tenía como meta “el conseguir que la música fuese más elocuente y atractiva para el oyente”. El Enquirer alabó la interpretación de la orquesta en los fragmentos de Tristan y destacó como “las extraordinarias secciones de cuerda y madera producían un sonido que bajo la batuta del gran director se convertía en una exultante belleza plástica”, mientras que el Evening News se sorprendió de “los sutiles y constantes cambios de tiempo que casi pasaban inadvertidos pero que realzaban la fascinación de forma inconmensurable y se traducían en una muy intensa impresión”.
La comunidad crítica de Buffalo alabó a Mahler como un “gran director”, un “gran músico” y como “un gigante del mundo musical” que mostraba simultáneamente la “energía de un hombre duro y la candidez de un niño”. El Courier describió a Mahler como una personalidad genuina en cuyas interpretaciones musicales “no había nada artificial al mismo tiempo que seguía la partitura de forma fidedigna, recreando cada pieza como si fuese una nueva y bella interpretación”, y como un director “que dirigía la orquesta con la misma maestría que un organista toca un instrumentos”.
El Commercial Advertiser and Journal lo describió como “un fabuloso director que poseía una inteligencia privilegiada y grandes dosis de magnetismo… en imaginación, en concepción poética, Mahler es uno de los directores de orquesta más importantes. Su sutil magnetismo cautiva tanto a su orquesta como al público, y su exquisito gusto artístico y su tratamiento intelectual de las distintas obras permitió el máximo disfrute a todos los que estuvieron presentes esa noche”.
El miso periódico destacó que los músicos de Mahler tocaron “con firmeza y delicadeza” y que su característica más representativa fue “la exactitud en la afinación y la limpieza en los ataques”. Sin excesivo esfuerzo, al menos a simple vista, estos “generaron un inmenso volumen sonoro de forma natural, simple y fácil”.
Para el Express la orquesta en su conjunto quizás “carecía de dulzura y de la belleza de sonido que caracteriza a otras orquestas del país”, sin embargo el sonido era “compacto y bien empastado” marcado por “la unidad, un buen balance de forma general, y espléndidos ataques”.
Última edición por Psanquin el 21/2/2011, 19:13, editado 2 veces
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
8 de diciembre: El viaje en tren de Buffalo a Rochester no pudo requerir excesivo tiempo, puestos que las ciudades estaban separadas sólo por 60 millas. La historia de la ciudad de Rochester estaba estrechamente ligada al vasto imperio Kodak fundado por George Eastman quien creó las primeras placas fotográficas en 1878 y contribuyó a la industria cinematográfica inventando en 1889 las películas de nitrocelulosa. Sin embargo en 1910 la vida musical de Rochester dependía de un único empresario llamado Walter Bentley Ball. En agosto de ese año organizó una serie de conciertos que contaban con la participación de las dos orquestas más importantes de Nueva York -la Sinfónica y la Filarmónica-, de cantantes como Johanna Gadski y Alessando Bonci e instrumentistas como Francis Macmillen, Adolphe Borchard y Boris Hambourg.
Como se comprueba en los anuncios de la prensa local, la expectativa ante la visita de Mahler y la Filarmónica fue máxima. Una curiosidad; el día previo al concierto, en el Hotel Seneca un profesor de música local llamado George Penny –director del Rochester Oratorio Society- impartió una conferencia previa sobre las obras que serían interpretadas acompañándose de ejemplos musicales y de una linterna de proyección.
El Rochester Convention Hall era -una vez más- un edificio del ejército, construido en 1871 por la Guardia Nacional, que en 1907 había pasado a depender de la ciudad. Aunque Caruso había cantado en él en 1908 era utilizado principalmente para debates políticos y sólo ocasionalmente para conciertos. En aquella época podía acomodar a 3000 espectadores. En la actualidad sigue en pié, estando dedicado a espectáculos teatrales.
De acuerdo al Post Express un público de 3000 personas había disfrutado de un Mahler en el culmen de su reputación y había “escuchado al noble músico en medio de un fervoroso entusiasmo”. Sobraban palabras sobre la “académica” interpretación de la Suite de Bach. En el Aria Mahler había “reproducido el canto devoto de una fuerte naturaleza que al momento satisfizo a los críticos y oyentes”. Mahler “guió a los magníficos músicos de la Filarmónica a lo largo del laberinto sonoro con la tranquilizadora calma de aquel para el cual cualquier camino es familiar y placentero”. De esta forma la música de Bach se convirtió en un “lenguaje vivo, intenso y emocional que satisfacía las almas”.
Para el crítico del Herald Mahler no había ofrecido un “Bach sacrosanto” pero sí “adecuado a los oyentes y a los medios de la actualidad”. El crítico admiró principalmente la “brillantez, mordacidad y virtuosismo” de las cuerdas de la Filarmónica, para a continuación añadir: “Mahler es un erudito y un artista y a la vez un ejemplo de la técnica moderna. En la Pastoral recreó una tormenta que los ortodoxos beethovenianos nunca habían imaginado que podía estar escrita en la partitura. Estos, así como los menos conocedores de Beethoven adquirieron un nuevo conocimiento de la grandeza de esta música”
En el mismo periódico el crítico calificó a Mahler como “un genio”. Escuchar y ver la Pastoral recreada de una forma tan refrescante fue una auténtica delicia. La inspirada interpretación de Mahler había ido más allá de las lecturas tradicionales. No se trataba de “arqueología, sino de música en la cual el espíritu del maestro vive y disfruta”; “una vívida pieza de música descriptiva sugerente de elementos materiales” y con una “tormenta de un realismo aterrador”.
En el podio Mahler había:
“Exhibido la autoridad de alguien para el que la obra del compositor es un ser vivo. Sin duda disfrutó en el empeño. Era evidente a todas luces la intervención de un genio actuando guiado por una serie de imágenes musicales concretas. Éste es el secreto de una buena dirección, como también es el secreto de una buena interpretación y de un buen canto. El concepto debe preceder a la interpretación. Es totalmente imposible para una persona extraer un buen efecto de orquesta, coros o solistas salvo que tenga en su mente una idea definida -la cual ha de ser llevada a la práctica- y que domine los medios a través de los cuales esta idea puede ser llevada a cabo”.
Pero fue por encima de todo en los fragmentos de Wagner en los que el crítico anónimo del Democrat and Chronicle encontró el método de Mahler “sorprendente”:
“Todos fueron interpretados con una energía y una emoción reveladora y abrumadora provocando unos aplausos persistentes y tumultuosos… Mahler dirige al maestro de forma más sutil de lo acostumbrado; de hecho humanizándolo, reservando los bombos y platillos para los grandes momentos. Cuando se necesitan los climax de Mahler son tremendos, sus crescendos parecen crecer o amplificarse hasta el infinito”
El clímax del Preludio de Los Maestros Cantores había sido “triunfante”. Para el crítico del Post Express “Mahler parece pensar que el metal no es asexual sino masculino, viril; su estruendo produce escalofríos”.
Como se comprueba en los anuncios de la prensa local, la expectativa ante la visita de Mahler y la Filarmónica fue máxima. Una curiosidad; el día previo al concierto, en el Hotel Seneca un profesor de música local llamado George Penny –director del Rochester Oratorio Society- impartió una conferencia previa sobre las obras que serían interpretadas acompañándose de ejemplos musicales y de una linterna de proyección.
El Rochester Convention Hall era -una vez más- un edificio del ejército, construido en 1871 por la Guardia Nacional, que en 1907 había pasado a depender de la ciudad. Aunque Caruso había cantado en él en 1908 era utilizado principalmente para debates políticos y sólo ocasionalmente para conciertos. En aquella época podía acomodar a 3000 espectadores. En la actualidad sigue en pié, estando dedicado a espectáculos teatrales.
De acuerdo al Post Express un público de 3000 personas había disfrutado de un Mahler en el culmen de su reputación y había “escuchado al noble músico en medio de un fervoroso entusiasmo”. Sobraban palabras sobre la “académica” interpretación de la Suite de Bach. En el Aria Mahler había “reproducido el canto devoto de una fuerte naturaleza que al momento satisfizo a los críticos y oyentes”. Mahler “guió a los magníficos músicos de la Filarmónica a lo largo del laberinto sonoro con la tranquilizadora calma de aquel para el cual cualquier camino es familiar y placentero”. De esta forma la música de Bach se convirtió en un “lenguaje vivo, intenso y emocional que satisfacía las almas”.
Para el crítico del Herald Mahler no había ofrecido un “Bach sacrosanto” pero sí “adecuado a los oyentes y a los medios de la actualidad”. El crítico admiró principalmente la “brillantez, mordacidad y virtuosismo” de las cuerdas de la Filarmónica, para a continuación añadir: “Mahler es un erudito y un artista y a la vez un ejemplo de la técnica moderna. En la Pastoral recreó una tormenta que los ortodoxos beethovenianos nunca habían imaginado que podía estar escrita en la partitura. Estos, así como los menos conocedores de Beethoven adquirieron un nuevo conocimiento de la grandeza de esta música”
En el mismo periódico el crítico calificó a Mahler como “un genio”. Escuchar y ver la Pastoral recreada de una forma tan refrescante fue una auténtica delicia. La inspirada interpretación de Mahler había ido más allá de las lecturas tradicionales. No se trataba de “arqueología, sino de música en la cual el espíritu del maestro vive y disfruta”; “una vívida pieza de música descriptiva sugerente de elementos materiales” y con una “tormenta de un realismo aterrador”.
En el podio Mahler había:
“Exhibido la autoridad de alguien para el que la obra del compositor es un ser vivo. Sin duda disfrutó en el empeño. Era evidente a todas luces la intervención de un genio actuando guiado por una serie de imágenes musicales concretas. Éste es el secreto de una buena dirección, como también es el secreto de una buena interpretación y de un buen canto. El concepto debe preceder a la interpretación. Es totalmente imposible para una persona extraer un buen efecto de orquesta, coros o solistas salvo que tenga en su mente una idea definida -la cual ha de ser llevada a la práctica- y que domine los medios a través de los cuales esta idea puede ser llevada a cabo”.
Pero fue por encima de todo en los fragmentos de Wagner en los que el crítico anónimo del Democrat and Chronicle encontró el método de Mahler “sorprendente”:
“Todos fueron interpretados con una energía y una emoción reveladora y abrumadora provocando unos aplausos persistentes y tumultuosos… Mahler dirige al maestro de forma más sutil de lo acostumbrado; de hecho humanizándolo, reservando los bombos y platillos para los grandes momentos. Cuando se necesitan los climax de Mahler son tremendos, sus crescendos parecen crecer o amplificarse hasta el infinito”
El clímax del Preludio de Los Maestros Cantores había sido “triunfante”. Para el crítico del Post Express “Mahler parece pensar que el metal no es asexual sino masculino, viril; su estruendo produce escalofríos”.
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Un pequeño inciso en esta Magna Obra Psanquiniana: hoy, 21 de Febrero, se cumplen 100 años del último concierto que dirigió Mahler, con obras de Mendelssohn, Busoni, Martucci, Leone Sinigaglia y Marco Enrico Bossi.
monca- administrador
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Triste y oportuno recordatorio Monca Peculiar programa que en otoño revivirá Muti dirigiendo a su orquesta de Chicago.
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Gracias, Psanquin, por tenernos al tanto de tus nuevas entregas, un auténtico lujo
Por cierto, me parecen bellísimas las fotos que estás colgando: las de las cataratas del Niagara y las de los 'auditorios' americanos, de una arquitectura repleta de aromas de otros tiempos. Además de muy informativo, tu trabajo es muy ilustrativo, muy agradable de ver... Gracias!!!
Me llama la atención esta frase de Alma Mahler:
"No era fácil para un hombre como Mahler, que en Europa era popular y conocido por doquier, verse de repente convertido en alguien anónimo. Uno ha olvidado la juventud miserable y le resulta difícil ser una figura desconocida en medio de la masa".
¿Realmente será verdad?.... ¿O sentiría Mahler absolutamente lo contrario en ese lugar, el poder 'fundirse con la naturaleza' sin tener que 'ser'/'representar' papel oficial ninguno?... ¿No será ese pensamiento más típico de Alma que de Mahler?
No sé...
Por cierto, me parecen bellísimas las fotos que estás colgando: las de las cataratas del Niagara y las de los 'auditorios' americanos, de una arquitectura repleta de aromas de otros tiempos. Además de muy informativo, tu trabajo es muy ilustrativo, muy agradable de ver... Gracias!!!
Me llama la atención esta frase de Alma Mahler:
"No era fácil para un hombre como Mahler, que en Europa era popular y conocido por doquier, verse de repente convertido en alguien anónimo. Uno ha olvidado la juventud miserable y le resulta difícil ser una figura desconocida en medio de la masa".
¿Realmente será verdad?.... ¿O sentiría Mahler absolutamente lo contrario en ese lugar, el poder 'fundirse con la naturaleza' sin tener que 'ser'/'representar' papel oficial ninguno?... ¿No será ese pensamiento más típico de Alma que de Mahler?
No sé...
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Muchas gracias Paco el lujo es poder leerte también aquí. Tus palabras animan a sacar tiempo de donde sea para hacer que esto avance. Siento el enorme retraso; imaginaros, estas últimas entregas las tecleó Robertino en su última visita por estas tierras. Espero ponerme al día en unas semanas.
En cuanto a la afirmación de Alma, no sabes como me alegra que no haya pasado desapercibida. Coincido totalmente contigo; nada más alejado de las aspiraciones de Mahler que lo que ella nos quiere dar a entender ¿Tan poco entendía a su marido? o, más triste todavía, ¿No respondería tan continua descalificación hacia Gustav a una necesidad de justificarse de alguna manera ante la posteridad?
En cuanto a la afirmación de Alma, no sabes como me alegra que no haya pasado desapercibida. Coincido totalmente contigo; nada más alejado de las aspiraciones de Mahler que lo que ella nos quiere dar a entender ¿Tan poco entendía a su marido? o, más triste todavía, ¿No respondería tan continua descalificación hacia Gustav a una necesidad de justificarse de alguna manera ante la posteridad?
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
¡¡¡¿"Retraso"?!!!... Pablo, creo que madie, NADIE, había escrito hasta ahora en castellano semejante trabaj(az)o con respecto a cualquier periodo de la vida de Gustav Mahler... No se puede concebir como un retraso tu ritmo de publicación; al contrario, ya bastante buena velocidad llevas teniendo en cuenta todo lo que estás volcando a la red (y que sigo creyendo sería oportuno intentar publicar también en papel o de un modo más continuo. Si haces una edición 'privada' de esta joya de la investigación biográfico-musical, apúntame en la lista, que entre todos aún financiamos una pequeña tirada de consumo interno, si es que no encuentras una editorial que lo publique, que sería la primera opción, claro).
Sobre el tema de la popularidad y las ínfulas mahlerianas de ser conocido (y se supone admirado y venerado en loor de multitudes), bien, casi coincido con tu apreciación, que entra más en el aparato publicitario que supuestamente Alma intentó crear alrededor de sus 'grandes hombres', posiblemente para medrar ella misma en paralelo (y la verdad, poca falta le hacía, porque el recorrido vital de esa mujer es de por sí impresionante por quienes la rodearon).
Lo que desconozco es si hay declaraciones o escritos de Mahler al respecto, sobre cómo llevaba el hecho de ser una figura pública reconocida y cómo ello afectaba a su vanidad en uno u otro sentido... Porque eso tiene que afectar de un modo u otro, sin duda... Desconozco sus ideas al respecto...
Sobre el tema de la popularidad y las ínfulas mahlerianas de ser conocido (y se supone admirado y venerado en loor de multitudes), bien, casi coincido con tu apreciación, que entra más en el aparato publicitario que supuestamente Alma intentó crear alrededor de sus 'grandes hombres', posiblemente para medrar ella misma en paralelo (y la verdad, poca falta le hacía, porque el recorrido vital de esa mujer es de por sí impresionante por quienes la rodearon).
Lo que desconozco es si hay declaraciones o escritos de Mahler al respecto, sobre cómo llevaba el hecho de ser una figura pública reconocida y cómo ello afectaba a su vanidad en uno u otro sentido... Porque eso tiene que afectar de un modo u otro, sin duda... Desconozco sus ideas al respecto...
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
De memoria no recuerdo ninguna declaración o misiva concreta de Mahler en la que se posicionase orgullosamente sobre su propia popularidad o fama o que incluso nos transparentase algún sentimiento de egolatría. Tampoco creo que la popularidad le resultase especialmente problemática. En aquellos tiempos -con la prensa gráfica todavía muy incipente- lo que hoy llamamos el precio de la fama era casi inexistente; Mahler podía visitar el monasterio de Melk o saborear unas truchas en Presburgo sin que nadie le reconociese; con más razón en Nueva York, Holanda, París...
Pero en cuanto a su ego, insisto, el haber alcanzado la posición más ambicionada como director tanto en Europa como en Estados Unidos aun siendo una satisfacción personal, no suponía gran cosa para él. Su ideal era la composición. De hecho más de una vez escribe -aquí incluso ha aparecido- como su ambición es ganar lo suficiente para poder dejar de dirigir y dedicarse lo antes posible a la composición alejado del mundanal ruido. En ese sentido la dirección era para él -ya desde sus puestos en Budapest, Hamburgo- una auténtica esclavitud.
Sus hechos también dejan en evidencia las palabras de Alma; empezando por supuesto por su veraniego retiro del mundo, casi una constante desde el comienzo de su carrera -por ejemplo no reedita su existosa gira veraniega londinese. No me atrevería a definir lo que es un solitario pero estoy convencido de que Mahler pertenece a esa categoría.
Pero en cuanto a su ego, insisto, el haber alcanzado la posición más ambicionada como director tanto en Europa como en Estados Unidos aun siendo una satisfacción personal, no suponía gran cosa para él. Su ideal era la composición. De hecho más de una vez escribe -aquí incluso ha aparecido- como su ambición es ganar lo suficiente para poder dejar de dirigir y dedicarse lo antes posible a la composición alejado del mundanal ruido. En ese sentido la dirección era para él -ya desde sus puestos en Budapest, Hamburgo- una auténtica esclavitud.
Sus hechos también dejan en evidencia las palabras de Alma; empezando por supuesto por su veraniego retiro del mundo, casi una constante desde el comienzo de su carrera -por ejemplo no reedita su existosa gira veraniega londinese. No me atrevería a definir lo que es un solitario pero estoy convencido de que Mahler pertenece a esa categoría.
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Has puesto el dedo en la llaga, Pablo. Conocidas son las disputas en el matrimonio Mahler por los retiros veraniegos que privaban a Alma de una vida social que tanto la fascinaba... Gracias, en todo caso, por la profundización en este aspecto. Efectivamente, la 'iconización' de rostros en los albores del siglo XX era muy distinta a la que se padece hoy en día. Si a ello le unimos la globalización, pareciera que vivimos en mundos diferentes en apenas un siglo...
...sobre la dirección de orquesta, bien, es una 'esclavitud' que a Mahler le habrá deparado muchos quebraderos de cabeza, pero que también le proporcionó un conocimiento del instrumento orquestal sin el cual no creo que hubiese llegado a ser tan buen compositor. En otro orden de cosas: Kafka, su trabajo como funcionario. No he leído completos sus diarios (creo que del Río, sí), pero imagino que su trabajo no sería de su agrado ni algo que lo realizara en exceso... Ahora bien, ¿sería imaginable su litaratura sin ese modus vivendi, rozando el Bartleby de Herman Melville?... No lo creo... A veces, aquello que parece un torutra es un suelo fértil de primer orden para la creación... y me aplico el cuento, que bien lo conozco...
...sobre la dirección de orquesta, bien, es una 'esclavitud' que a Mahler le habrá deparado muchos quebraderos de cabeza, pero que también le proporcionó un conocimiento del instrumento orquestal sin el cual no creo que hubiese llegado a ser tan buen compositor. En otro orden de cosas: Kafka, su trabajo como funcionario. No he leído completos sus diarios (creo que del Río, sí), pero imagino que su trabajo no sería de su agrado ni algo que lo realizara en exceso... Ahora bien, ¿sería imaginable su litaratura sin ese modus vivendi, rozando el Bartleby de Herman Melville?... No lo creo... A veces, aquello que parece un torutra es un suelo fértil de primer orden para la creación... y me aplico el cuento, que bien lo conozco...
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Sí, soy consciente de ello Paco. Esa esclavitud le permitió conocer hasta el último secreto de una orquesta, familiarizar y explorar a su gusto las distintas escuelas y corrientes musicales e incluso le otorgó la posibilidad de programar o en el peor de los casos organizar ensayos privados de sus popias obras con los mejores músicos. También le otorgó un nombre y una influenica que empleó para difundir su obra contra viento y marea ¡Bendita esclavitud!
Y pensar que cuando estaba más próximo a su ideal de vivir sólo por y para la composición todo se truncó de raíz.
Va una nueva entrega ;-)
Y pensar que cuando estaba más próximo a su ideal de vivir sólo por y para la composición todo se truncó de raíz.
Va una nueva entrega ;-)
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
9 de diciembre:
Mahler y sus músicos dejaron Rochester a la mañana siguiente del concierto. Durante el concierto y a lo largo de toda la noche un manto de nieve cayó sobre la ciudad. En Syracuse, donde la expedición contaba con llegar antes de comer -89 millas al este de Rochester- la situación era similar. Afortunadamente el horario se pudo cumplir sin ningún retraso.
Syracuse era conocida en aquella época como la ciudad de la sal. La organizadora del ciclo de conciertos de la temporada, que también incluía a la Sinfónica de Boston con Max Fiedler y a la Sinfónica de Nueva York con Walter Damrosch, era Kathleen King. Una antigua pianista que había estudiado temporalmente en Viena.
Los conciertos tuvieron lugar en el Wieting Opera House, sala erigida en 1897 con un aforo de 2140 personas acondicionada tanto para conciertos como representaciones operísticas.
A pesar de la amplia difusión del acontecimiento en la prensa local la asistencia de público al concierto de la Filarmónica de Nueva York fue sin duda escasa. De acuerdo al crítico del Herald esto se debió al alto precio de las entradas, 2.5 $ frente a los 2 $ que se pedirían en el inminente concierto de la Sinfónica de Boston. El mismo periódico atacó al organizador afirmando que precios tan elevados “provocaban el resentimiento y desanimaban a los mecenas”. De acuerdo al Journal “los llamados amantes de Syracuse-la masa que acude a los actos sociales sólo para ser contanda entre los presentes-no hizo aparición en esta ocasión. Sólo los amantes de la música más serios hicieron acto de aparición, auténticamente atraídos por el acto musical.”
Por otra parte el Herald no tenía más que alabanzas para el concierto “que será recordado por mucho tiempo con un profundo placer y satisfacción por los privilegiados que pudimos escucharlo”. Mahler era “la mismísima encarnación de la fuerza nerviosa y sin embargo resultaba mucho menos excéntrico y más austero en el gesto que el típico maestro de su nivel. Uno diría que la influencia magnética sobre su orquesta es más fruto de su mente que de su físico. Su orquesta se diferencia de orquestas de fama similar que nos han visitado en los últimos años no solo en el mayor número de instrumentistas y la notable preponderancia de los vientos sobre las cuerdas sino también por una mayor precisión que se muestra, por ejemplo, en la rigurosa uniformidad en el movimiento de los arcos entre primer y segundos violines.”
El autor admitió haberse sentido profundamente impresionado por la precisión técnica de la interpretación y por la sincronización de la cuerda. A mayores de los méritos en las interpretaciones de las obras de Bach y Wagner, según el Herald fue en la Pastoral donde la orquesta se superó a si misma y ofreció “el disfrute supremo de la noche [...] La riqueza de imágenes y la belleza melódica de esta obra nunca habían sido recreadas en Syracuse con tal fervor y exactitud como la que mostró la Filarmónica la pasada noche”. Las cuerdas de la Filarmónica “fueron un magnífico agregado de entregados interpretes” y la orquesta en su conjunto ofreció “el mejor ejemplo de expresión musical nunca antes visto en la ciudad”. Había superado a todas las demás orquestas “en el mayor número de instrumentistas y en la gran precisión de su técnica”.
Desafortunadamente la codicia de la empresaria parece haber contagiado a la cobertura de prensa ya que la mayoría de las críticas son muy breves y poco sustanciales en comparación del resto de ciudades de la gira.
El Post-Standard afirmó que Mahler había tocado el continuo y dirigido la Suite de Bach mirando hacia el público (por vez primera en la gira). El mismo crítico encontró el efecto “indescriptiblemente pintoresco y conmovedor” porque “el clave sonó entre la densa textura de la obra como si se tratase de una exótica trama oriental que aparecía y desaparecía en medio del rico color orquestal creando un intenso contraste, pero siempre en exquisita armonía con el resto”.
En cuanto a los fragmentos de Wagner estos constituyeron de acuerdo al Herald “una brillante exhibición de habilidad artística y de entusiasmo y un elocuente tributo del calado y de la profundidad de la fuerza directorial de Mahler”.
Mahler y sus músicos dejaron Rochester a la mañana siguiente del concierto. Durante el concierto y a lo largo de toda la noche un manto de nieve cayó sobre la ciudad. En Syracuse, donde la expedición contaba con llegar antes de comer -89 millas al este de Rochester- la situación era similar. Afortunadamente el horario se pudo cumplir sin ningún retraso.
Syracuse era conocida en aquella época como la ciudad de la sal. La organizadora del ciclo de conciertos de la temporada, que también incluía a la Sinfónica de Boston con Max Fiedler y a la Sinfónica de Nueva York con Walter Damrosch, era Kathleen King. Una antigua pianista que había estudiado temporalmente en Viena.
Los conciertos tuvieron lugar en el Wieting Opera House, sala erigida en 1897 con un aforo de 2140 personas acondicionada tanto para conciertos como representaciones operísticas.
A pesar de la amplia difusión del acontecimiento en la prensa local la asistencia de público al concierto de la Filarmónica de Nueva York fue sin duda escasa. De acuerdo al crítico del Herald esto se debió al alto precio de las entradas, 2.5 $ frente a los 2 $ que se pedirían en el inminente concierto de la Sinfónica de Boston. El mismo periódico atacó al organizador afirmando que precios tan elevados “provocaban el resentimiento y desanimaban a los mecenas”. De acuerdo al Journal “los llamados amantes de Syracuse-la masa que acude a los actos sociales sólo para ser contanda entre los presentes-no hizo aparición en esta ocasión. Sólo los amantes de la música más serios hicieron acto de aparición, auténticamente atraídos por el acto musical.”
Por otra parte el Herald no tenía más que alabanzas para el concierto “que será recordado por mucho tiempo con un profundo placer y satisfacción por los privilegiados que pudimos escucharlo”. Mahler era “la mismísima encarnación de la fuerza nerviosa y sin embargo resultaba mucho menos excéntrico y más austero en el gesto que el típico maestro de su nivel. Uno diría que la influencia magnética sobre su orquesta es más fruto de su mente que de su físico. Su orquesta se diferencia de orquestas de fama similar que nos han visitado en los últimos años no solo en el mayor número de instrumentistas y la notable preponderancia de los vientos sobre las cuerdas sino también por una mayor precisión que se muestra, por ejemplo, en la rigurosa uniformidad en el movimiento de los arcos entre primer y segundos violines.”
El autor admitió haberse sentido profundamente impresionado por la precisión técnica de la interpretación y por la sincronización de la cuerda. A mayores de los méritos en las interpretaciones de las obras de Bach y Wagner, según el Herald fue en la Pastoral donde la orquesta se superó a si misma y ofreció “el disfrute supremo de la noche [...] La riqueza de imágenes y la belleza melódica de esta obra nunca habían sido recreadas en Syracuse con tal fervor y exactitud como la que mostró la Filarmónica la pasada noche”. Las cuerdas de la Filarmónica “fueron un magnífico agregado de entregados interpretes” y la orquesta en su conjunto ofreció “el mejor ejemplo de expresión musical nunca antes visto en la ciudad”. Había superado a todas las demás orquestas “en el mayor número de instrumentistas y en la gran precisión de su técnica”.
Desafortunadamente la codicia de la empresaria parece haber contagiado a la cobertura de prensa ya que la mayoría de las críticas son muy breves y poco sustanciales en comparación del resto de ciudades de la gira.
El Post-Standard afirmó que Mahler había tocado el continuo y dirigido la Suite de Bach mirando hacia el público (por vez primera en la gira). El mismo crítico encontró el efecto “indescriptiblemente pintoresco y conmovedor” porque “el clave sonó entre la densa textura de la obra como si se tratase de una exótica trama oriental que aparecía y desaparecía en medio del rico color orquestal creando un intenso contraste, pero siempre en exquisita armonía con el resto”.
En cuanto a los fragmentos de Wagner estos constituyeron de acuerdo al Herald “una brillante exhibición de habilidad artística y de entusiasmo y un elocuente tributo del calado y de la profundidad de la fuerza directorial de Mahler”.
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Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Impresionante, Psanquin! Como dice Paco, deberías publicar esta magna biografía sobre los últimos años de Mahler. Está llena de interesantes detalles y acompañada de muy buenas fotos, así como de los valiosos recortes de periódico. Por cierto, un magnífico ejemplo del genio que llevaba Gustav dentro cuando alguien comenta el tema del sonido del escarabajo y su posterior utilización en su música! Sí, se marchó de este mundo demasiado pronto, pero quizás por eso se ha convertido en un verdadero mito...
gustavo- Cantidad de envíos : 3368
Fecha de inscripción : 10/11/2009
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Aunque me anticipo al desenlace de esta cronología, aquí podéis leer un artículo detalladísimo sobre la enfermedad final de Mahler. Seguro que a Carlos le resultará muy interesante...
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1351879/pdf/bmjcred00266-0042.pdf
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1351879/pdf/bmjcred00266-0042.pdf
gustavo- Cantidad de envíos : 3368
Fecha de inscripción : 10/11/2009
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Gracias por tus palabras Gustavo, una vez más. No sé muy bien que haré con todo esto cuando esté concluido. Es impublicable, pero algo haré, aunque lo primero será completarlo que muchas cosas quedaron a medio hacer. Gracias también por el artículo. En su día lo comentamos en el foro pero nunca está de más volver sobre él.
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
10 de diciembre: La etapa final del periplo de la orquesta le llevaría hasta otra ciudad del estado de New York; Utica, a sólo 50 millas de distancia de Syracuse. En aquella época se trataba de una floreciente ciudad industrial con una selecta oferta cultural.
El concierto tuvo lugar en el Majestic Theater que contaba con un aforo de 1500 espectadores, edificación demolida en los sesenta.
De acuerdo al Observer el concierto de la Filarmónica iba a ser el único evento orquestal de la temporada y “uno de los acontecimientos del año, por no decir de varios años”. En su reseña del día posterior el periodista habla con orgullo de “una de las mayores asistencias de público en toda la gira”. Sin embargo este dato se contradice con otros periódicos locales que describieron la asistencia como “reducida”. Por ejemplo el Daily Press indicó que el número de asistentes era menor al que merecía semejante programa o el Sunday Tribune informó de que sólo un “reducido público disfrutó de la ocasión”. De ser así se debió sin duda al frío invernal de esos días, atípico incluso para esas latitudes.
El Observer señala como la New York Philharmonic se diferencia de otras orquestas que habían tocado en Utica “en el número de miembros de la sección de cuerda y que el conjunto era más preciso”. El crítico del Daily Press destacó la energía que emanaba de la personalidad Mahler y pensó que “esta misteriosa fuerza era más decisiva que cualquier gesto”:
“Si a esto añadimos la capacidad de interpretar con lucidez las obras de los grandes músicos -una influencia que puede hacer que la partitura y el artista sean una sola persona- y una personalidad que tiene una influencia directa sobre el público, y todo esto nos da un retrato de Gustav Mahler. Hipnotizador es sólo una relativa exageración a a la vista del resultado que obtiene con la Filarmónica de Nueva York.”
La interpretación de la Pastoral fue una vez más el momento estelar de la noche. Fue particularmente destacada la tormenta. El Utica Daily Press destacó la imponente violencia de la orquesta, muy especialmente el metal y los timbales. La Filarmónica era sin duda “una de las más grandes orquestas con el más grande director”.
Inmediatamente tras le concierto la orquesta regresó en tren a Nueva York. Aunque al día siguiente, domingo 11, los músicos tendrían descanso, el lunes retomarían su temporada neoyorquina.
11 de diciembre:
Tiene lugar en Viena, en la Bösendorfersaal, el estreno de las cuatro primeras de las Cinco canciones de Alma Mahler sobre textos de Richard Dehmel, Otto Erich Hartleben, Gustav Falke, Heinrich Heine y Rainer Maria Rilke. La soprano solista fue Theo Drill-Orridge con Alexander Zemlinsky al piano. El programa también incluía el Trío para piano de Korngold con Bruno Walter, Friedrich Buxbaum y Arnold Rosé, Tres Canciones de Paul Graener, Tres Lieder de Materlinck de Robert Konta, los Cuatro Maeterlinck Lieder de Zemlinsky, Sechs Bilder und Gedichte de Karl Weigl.
El concierto tuvo lugar en el Majestic Theater que contaba con un aforo de 1500 espectadores, edificación demolida en los sesenta.
De acuerdo al Observer el concierto de la Filarmónica iba a ser el único evento orquestal de la temporada y “uno de los acontecimientos del año, por no decir de varios años”. En su reseña del día posterior el periodista habla con orgullo de “una de las mayores asistencias de público en toda la gira”. Sin embargo este dato se contradice con otros periódicos locales que describieron la asistencia como “reducida”. Por ejemplo el Daily Press indicó que el número de asistentes era menor al que merecía semejante programa o el Sunday Tribune informó de que sólo un “reducido público disfrutó de la ocasión”. De ser así se debió sin duda al frío invernal de esos días, atípico incluso para esas latitudes.
El Observer señala como la New York Philharmonic se diferencia de otras orquestas que habían tocado en Utica “en el número de miembros de la sección de cuerda y que el conjunto era más preciso”. El crítico del Daily Press destacó la energía que emanaba de la personalidad Mahler y pensó que “esta misteriosa fuerza era más decisiva que cualquier gesto”:
“Si a esto añadimos la capacidad de interpretar con lucidez las obras de los grandes músicos -una influencia que puede hacer que la partitura y el artista sean una sola persona- y una personalidad que tiene una influencia directa sobre el público, y todo esto nos da un retrato de Gustav Mahler. Hipnotizador es sólo una relativa exageración a a la vista del resultado que obtiene con la Filarmónica de Nueva York.”
La interpretación de la Pastoral fue una vez más el momento estelar de la noche. Fue particularmente destacada la tormenta. El Utica Daily Press destacó la imponente violencia de la orquesta, muy especialmente el metal y los timbales. La Filarmónica era sin duda “una de las más grandes orquestas con el más grande director”.
Inmediatamente tras le concierto la orquesta regresó en tren a Nueva York. Aunque al día siguiente, domingo 11, los músicos tendrían descanso, el lunes retomarían su temporada neoyorquina.
11 de diciembre:
Tiene lugar en Viena, en la Bösendorfersaal, el estreno de las cuatro primeras de las Cinco canciones de Alma Mahler sobre textos de Richard Dehmel, Otto Erich Hartleben, Gustav Falke, Heinrich Heine y Rainer Maria Rilke. La soprano solista fue Theo Drill-Orridge con Alexander Zemlinsky al piano. El programa también incluía el Trío para piano de Korngold con Bruno Walter, Friedrich Buxbaum y Arnold Rosé, Tres Canciones de Paul Graener, Tres Lieder de Materlinck de Robert Konta, los Cuatro Maeterlinck Lieder de Zemlinsky, Sechs Bilder und Gedichte de Karl Weigl.
Última edición por Psanquin el 4/5/2011, 23:49, editado 1 vez
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
13 de diciembre:
El primero de los conciertos previstos se correspondía a un monográfico beethoveniano conmemorativo del 160 aniversario del nacimiento del compositor. Como se ve en el recorte de prensa estaba previsto que se intrepetase, junto a las oberturas Leonore Nº3, El Rey Stephan y Coriolano y el Quinto Concierto para piano y orquesta y la Sinfonía Nº8.
Como solista de piano actuaba nuevamente en la temporada el virtuoso Xavier Scharwenka.
Sin embargo, dado el éxito de la Pastoral en la gira precedente Mahler decidió a última hora interpretar esta obra en vez de la Octava.
Como anécdota cuenta la prensa que el curso del concierto se vio alterado de forma inusitada cuando el percusionista volcó uno de sus timbales justo antes de la tormenta de la Pastoral. En vez de recuperarlo se limitó a reafinar uno de los que todavía seguían en pié.
El primero de los conciertos previstos se correspondía a un monográfico beethoveniano conmemorativo del 160 aniversario del nacimiento del compositor. Como se ve en el recorte de prensa estaba previsto que se intrepetase, junto a las oberturas Leonore Nº3, El Rey Stephan y Coriolano y el Quinto Concierto para piano y orquesta y la Sinfonía Nº8.
Como solista de piano actuaba nuevamente en la temporada el virtuoso Xavier Scharwenka.
Sin embargo, dado el éxito de la Pastoral en la gira precedente Mahler decidió a última hora interpretar esta obra en vez de la Octava.
Como anécdota cuenta la prensa que el curso del concierto se vio alterado de forma inusitada cuando el percusionista volcó uno de sus timbales justo antes de la tormenta de la Pastoral. En vez de recuperarlo se limitó a reafinar uno de los que todavía seguían en pié.
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: CRONOLOGÍA MAHLERIANA
Psanquin escribió:Como anécdota cuenta la prensa que el curso del concierto se vio alterado de forma inusitada cuando el percusionista volcó uno de sus timbales justo antes de la tormenta de la Pastoral. En vez de recuperarlo se limitó a reafinar uno de los que todavía seguían en pié.[/justify]
Vaya sangre fría!!!
gustavo- Cantidad de envíos : 3368
Fecha de inscripción : 10/11/2009
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