¿QUÉ ESTAMOS ESCUCHANDO? ...

No doy crédito a lo que escuchan mis oídos, no lo puedo creer...

Después de mi decepción con la Octava, versión que inclusive he vuelto a escuchar en estos días y no he logrado digerir, estaba a la expectativa por esta Novena. Versión que me ha sorprendido enormemente, sinceramente no me esperaba algo así.

De antemano decir que la versión me gusta, pero no vais a creer a que me ha recordado el primer movimiento, os lo juro que no es para crear polémica, os lo juro, se parece muchisisisisisisimo a la Novena de Sinopoli con Dresden, versión que también me gusta exceptuando lo marginal y tosco del segundo movimiento, lo contenido que resulta sobre todo el inicio y el final del tercero, y la mala toma de sonido. La de Zinman tiene una calidad de sonido muy superior y luego del primer movimiento, o incluso a mediado del mismo, se va por caminos diferentes a los de Sinopoli pero no menos osados. Lo primero que me ha sorprendido es que los encargados de la edición y mezcla, los que generalmente se encargan de manera “artificiosa” de plastificar las versiones, han decidido intervenir muy poco, no limpiar, no camuflar. Esta es una versión sin colorantes, ni conservantes, ni potenciador del sabor, cultivada sin pesticidas y con abono 100% orgánico . Se escuchan algunas pifias, algunos ruidos, la percusión suena con brusquedad, chatarrero, como decían algunos de la interpretación de Nott... Pero, sobre todo, lo que me ha dejado flipando es que la lectura de Zinman es personalísima, decididamente particular, aquí lo importantes no es la perfección, la búsqueda analítica del detalle, sino la necesidad de transmitir, la necesidad humanística de expresar lo que se deduce emocionalmente de los pentágramas. Aquí los detractores de Zinman que decían que sonaba muy “artificial”, muy limpio e hiper detallista tendrán que buscar otras excusas para atacarle. Cundo digo que se parece, sobre todo el primer movimiento ya que el segundo es superior, a la de Sinopoli, lo digo de un modo objetivo, ya no solo por la sutileza y quietud tan abismante con la que se inicia la sinfonía, aquí se siente profundamente el susurrante final de la canción de la tierra, sino por muchos otros detalles, por ejemplo, el crescendo y específicamente el tutti, más específicamente los acorde finales del tutti, son prolongados “exageradamente” tal cual como hace Sinopoli. Es que se asemeja tanto en esta parte que inclusive los he comparado uno al lado del otro, por tiempo, por detalles, sobre todo percusivos, por la dinámica, por la musculatura orquestal, y resultan muy parecidos. Luego, justamente después de la culminación del tutti, hay una sensación antigravitatoria realmente impresionante, tal cual como en la versión de Sinopoli, todo se diluye y pasamos al cosmos, a un lapso de meditación profunda. Pero esa sensación se interrumpe ferozmente, hiriente, macabro, Mahler se estremece, interrumpe su letárgica imaginación, se da cuenta de su trágica realidad, y cae de cabeza desde un rascacielos, tal cual como la historia que cuenta Alma en sus memorias sobre la gestación de DLVDE si mal no recuerdo, cuando Mahler se acerca reprochándole a Alma por la intromisión de la servidumbre y dice sollozando algo así como “cuando me ha interrumpido he sentido como si me arrojaran desde el campanario de una iglesia y cayera de cabeza contra el suelo”. El rondo es enérgico y sin mucha contención, como debe ser, pero tiene una particular hermosura, Zinman en este caso es más detallista, diseccionando orquestalmente el movimiento, cosa que también se le agradece. El último movimiento, pues, el último movimiento ...

A Zinman se le ha ido la olla, se le ha ido la olla divinamente y le estoy agradecido ya que ha producido la Novena más particular que he escuchado en años, me gusta, ha arriesgado, se ha destapado de lo lindo. Algunos pensaran que tan particular no es, ya que se parece en algunas facetas del primer movimiento a la de Sinopoli, yo lo único que podría decirles es que si ya Sinopoli era osado, Zinman le ha superado, y qué quieren que les diga, a mí la osadía de Sinopoli me gusta. Es una versión seguramente polémica, difícilmente existirán las opiniones intermedias, será amor u odio, yo me decanto por la primera opción.