(OSG) ORQUESTA SINFÓNICA DE GALICIA

Nuevo programa de la sinfónica, a priori de los atractivos de la temporada, pero el resultado ha sido bastante decepcionante.

Volvía Víctor Pablo tras los primeros conciertos de la temporada, conciertos que en su día comentamos como exitosos, con una muy buena respuesta del público y con una sorprendente química entre músicos y su titular. Pero anoche ésta brilló por su ausencia y personalmente encuentro que buena parte de culpa la ha tenido la aproximación del director a estas obras; con unos tiempos uniformemente hipertróficos y letárgicos, tanto en Strauss como en Bruckner.

En los 4 últimos lieder los más perjudicados fueron el tercero y el cuarto. En Beim Schlafengehen a pesar del hermoso solo de Spadano y una Ainhoa Arteta que ofreció un nivel vocal aceptable, la estratosférica belleza de esa alma volando en plenitud freien Flügen schweben brilló por su ausencia. Y el hermoso Abendrot se convirtió en una perorata monolítica, monótona y monocorde (si al menos el Lied anterior nos hubiese elevado a las alturas un cambio de atmósfera hubiese estado más justificado... pero los contrastes brillaron por su ausencia). Por supuesto en cuestión de tiempos cada uno tiene sus preferencias, pero llevar una melodía tan dilatada a un tiempo tan extremo es todo un reto, sobre todo si no se acentúan matices e inflexiones que puedan enriquecer el discurso, pero no fue el caso; por ejemplo la significativa auto-cita del clímax de Muerte y transfiguración –en definitiva de todos los clímax straussianos de todas sus obras- fue tratado de una forma somera. En los dos primeros Lieder, más aceptables predominó una exuberancia orquestal, algo excesiva, pero oído lo oído, mejor no quejarse.

Presagiaba lo peor para la segunda parte y por desgracia así fue. Baste con decir que la Novena sobrepasó la barrera de los 70 minutos, límite que en la discografía de la obra pocos directores osan rebasar. Uno de ellos lógicamente Celibidache, otro, no podía ser de otra manera, el Maazel tardío. La de Celi la escuchaba a fondo esta semana. Aunque no es lo mejor de su semi-integral –y en esto coincido con Paco, que así me lo comentaba- al menos Celibidache podía con este enfoque lograr un resultado interesante, fundamentalmente por su genio y porque la excelente orquesta de Munich se plegaba absolutamente a los deseos de su Dios/tirano, dejándose la piel en cada ostinato, en cada articulación, en cada ataque… Es desde luego arriesgado intentar imitarlo. Y así el resultado fue una lectura infumable, narcoléptica, tanto en los pasajes más grandilocuentes como muy especialmente en las secciones temáticas lentas. Por encima las transiciones y los clímax del Adagio no conseguían trasmitir la más mínima vehemencia.

No es extraño que el público que superaba como es habitual un 90 por ciento de ocupación se mostrase especialmente frío. Únicamente algo más receptivo con Arteta en Strauss que cantó Morgen de propina mientras en Bruckner, sin apenas dejar que se apagase el último acorde, estallaron apresurados aplausos, probablemente más fruto de la impaciencia que del entusiasmo y vuelta a las habituales salidas a carreras de la sala que a principio de temporada nos sorprendían gratamente por su ausencia. Obviamente un chimpún final hubiese provocado un mayor entusiasmo; su ausencia impidió que se disimulasen las carencias de la noche.

Una nota positiva las notas de Arturo Reverter quien no se pierde en disquisiciones gratuitas sobre el compositor y su época limitándose a dar información útil y detallada sobre las obras. Únicamente tirón de orejas en un tema menor. Aunque le honra su sinceridad no es excusable el desconocimiento que afirma de la versión en 4 movimientos SMPC que Rattle ha grabado hace un año y de muy fácil acceso. Mejor que no lo diga y ya está.

El concierto se hizo el jueves en Vigo y se repite hoy en Coruña (la verdad es que a pesar de lo escrito tengo curiosidad en volver, pero no me viene muy bien). Sería injusto no reconocer el esfuerzo de la orquesta ante semejante programa repetido en tres ocasiones consecutivas. Si bien es cierto que pusieron mucho de su parte hubo más pifias de las habituales y en cierto modo se transmitió una sensación de cansancio.

Como curisosidad, según La voz de Galicia, en Vigo Ainhoa Arteta cantó obras tanto de Strauss como de Bruckner ;-)

Anoche disfrutamos del último concierto de la temporada. Todavía no había superado la decepción tras el anterior programa, unos insípidos 4 últimos Lieder de Strauss y una neuroléptica Novena de Bruckner. De hecho, preocupado, esta semana volví a ver los famosos vídeos de los ensayos de la obra por Celibidache y sus músicos muniqueses. Las comparaciones son odiosas pero es interesante en este caso pues como la de VPP la de Celi se trata de una Novena dilatada y expansiva. Sin embargo el rumano consigue mantener al oyente en vilo desde el principio al final de los más de 70 minutos de la interpretación. Todo se explica viendo la lucidez y la intensidad con la que Celibidache trabaja cada frase por no decir cada nota y cada silencio… fascinante!

Afortunadamente anoche la historia fue bien distinta y volvimos a disfrutar esos conciertos que hacen dejan huella. No es habitual que la sinfónica nos ofrezca obras de Bach y Mozart. Siempre son una bocanada de aire fresco y máxime si son recreadas de la mano de un fuera de serie como Tom Koopman. Junto a él, el protagonista del concierto fue sin duda el Coro de la Sinfónica.

En cierto modo Koopman responde a esa imagen que comentábamos previamente de Celibidache. Aunque el coro ya había cantado las obras en no pocas ocasiones y las había trabajado a fondo estos meses con su titular, Joan Company, Koopman a lo largo de la semana exprimió al máximo al coro, tanto en los ensayos a capella como en los orquestales. Por lo que nos contaron los amigos del coro; Koopman, encantador, sonriente, entrañable y de lo más didáctico, no se cansaba nunca y nunca. “Ha estado muy bien, pero… vamos a repetir el pasaje una vez más” Y así horas y horas.

Semejante trabajo dio sus frutos y el coro sonó como nunca, como un solo instrumento, con las voces perfectamente empastadas, entradas seguras y compactas y sobre todo un cuidado máximo a las dinámicas, con unos cambios del forte al piano espectaculares. Me quedo personalmente con la Misa de Mozart en la que Koopman optó en general por un tiempo vivo, pero nada expeditivo, en el que el Dona nobis pacem final fue especialmente intenso. Con este enfoque tan enérgico desde el podio y con un coro dándolo todo este número final, adquirió un impactante carácter revolucionario que va mucho más allá del contexto religioso y conmemorativo de la obra. Antes un precioso Agnus Dei en el que destaco además de la soprano solista –los cuatro habituales de Koopman y su banda- al oboe David Villa; excepcional. La orquesta también a un gran nivel; era visible que también disfrutaban la noche. Magnífica también la cantata del oratorio de Navidad aunque en este caso en el célebre coro inicial a uno le hubiese gustado un “Jauchzet, frohlochet” todavía aun más desbordante.

Desde luego animo a aquellos que están esta noche en Santiago a acercarse a la segunda entrega y a disfrutarla a tope.

Como curiosidad comentar que el concierto, patrocinado por la cadena de supermercados GADIS ofreció un ágape en el descanso a todos los asistentes, con sabrosos pinchitos y bebida en abundancia, tal como suele hacer una vez por temporada ¡Cosas que sólo pasan en Galicia! ¡Vivamos como galegos! Un momento interesante para salirse de la rutina de estos eventos musicales.

Añado algunas fotos del concierto aunque por allí estaba Xurxo Lobato que seguro nos ofrece un buen número de instantáneas de lujo en el Facebook de la orquesta.