Jonathan Nott en España

Apunto algo cortito para no predisponerlos para el concierto de Valladolid, además que estoy reventado porque entre tanta cosa, sobre todo temas de trabajo, no he ni dormido. Respecto al sordo de Bonn, Khachatryan muy bien, pulcro, estilizado, lírico y arrebatador en momentos pero también con un toque sutil y en cierto modo moderno, muy estilizado repito, con pose paganiniana y todo. La orquesta acompañando en todo momento correctamente, digo acompañando porque en ningún momento intentó ser protagonista, ni siquiera intento empujar al solista. Personalmente me hubiera gustado un poco más de fuerza y arrebato orquestal, un poco más de agresividad no hubiera ido nada mal. Especialmente, en el concierto para violín de Beethoven, me gustan los directores que incitan al solista y mantienen alta la tensión sobre todo, evidentemente en el primer y tercer movimiento. Nott, al igual que en el concierto de Chopin por los comentarios que he leído, opta por posicionarse en segundo plano, acompañando al solista de una manera contenida. El publico aplaudió muy bien en esta primera obra por lo que Khachatryan interpretó, violín solo, una pieza folclórica de Armenia muy al estilo Pärt. Nott interpretó Beethoven con partitura y prestándole mucha atención a esta, Mahler sin partitura y con una soltura increíble.

Respecto a Mahler, pues a mi gusto una interpretación arrolladora, muy transparente, con fuerza, un fraseo extraordinario y gran análisis del detalle, creo que la Bamberger ha llegado a un nivel y una identidad mahleriana como pocas orquestas en la actualidad. En comparación con su Beethoven el salto, ya no solo en efectivos que evidentemente hay entre la obra de Beethoven y la de Mahler, sino cualitativamente es bestial, pareciera que se trataran de dos orquestas distintas. Haciendo una comparación, es como que si para la Bamberger actualmente interpretar Mahler es hablar en su idioma nativo e interpretar Beethoven es hablar un idioma muy conocido pero que se nota que no es su lengua. Comparto las mismas impresiones con Robertino respecto a sus modo de dirigir, de sus manos brota como oleadas la música, al verle fijamente sin prestarle atención a la orquesta se siente exactamente esto, como si por arte de magia de sus manos y dedos, sobre todo el famoso gesto con su dedo meñique , brotara la música. Una lectura sobria, en momentos lírica pero sin sacrificar coherencia y análisis, unas cuerdas afiladas y con cuerpo (curioso el estilo del primer violín), la percusión intensa, las familias de instrumentos, todos entregados tal cual un cardumen, sublime. El Scherzo con una brillantes y detallismo increíble, logrando la percepción de hasta el más mínimo detalle. El Adagietto ejecutado nada dulzón, muy objetivo. Tenía una pareja de jóvenes delante de mí que no conocían nada de lo que se interpretó, les fascino el concierto de Beethoven, cuando empezó la Quinta de Mahler se llevaban las manos a la cabeza y se miraban sorprendidos como quien no entiende nada, en el segundo movimiento sus asombro era aun mayor, pero como me imaginaba, en el Adagietto a la chica se le salieron las lagrimas, y eso, repito, que no se trataba de una lectura romántica del mismo ni mucho menos. Lo peor del concierto, sin lugar a dudas la burguesía catalana con sus abrigos de pieles de foca, tosiendo insistentemente, haciendo ruidos, los teléfonos móviles y demás . Incluso indigno que minutos antes de terminar el último movimiento algunos se alzaran para salir antes de que se formara el trafico en el parking, tal cual partido de fútbol en el que o pierdes por mucho o ganas por mucho. En L’Aidotori suele pasar esto, no depende de la calidad de la interpretación, pareciera que van allí solo para hacer vida social y dejarse ver. En definitiva, los que íbamos a por el concierto quedamos extasiados y satisfechos de una gran noche mahleriana, todos de pies pidiendo más, sin embargo me temo que en Barcelona el tiempo de Mahler pareciera que aun está por llegar…

Fotos, pues muy pocas ya que me tuve que ir apenas acabado el concierto por lo que no pude ni ver a Nott personalmente. Aquí os dejo una del final del concierto.

Pues aquí estoy por fin con la prometida crónica de la Quinta de Nott del pasado viernes. A diferencia de Mr.Bergamasco que es un auténtico bon vivant no pudimos ir con mucho margen. Tocaban a la mañana del viernes exámenes orales, luego comer a toda pastilla un bocadillo, más las cuatro horas en la autovía, llegar al hotel sin prisa pero sin pausa y apenas sin tiempo dejar las maletas salir hacia el auditorio... no era el mejor preludio para un concierto mahleriano, sobre todo cuando es tan esperado como éste de Nott. Son las cosas de ser periféricos en la piel de toro. Lo que hay que hacer para disfrutar un buen concierto. Pero todo fue bien y llegamos con un pequeño margen a Valladolid; para mi significaba también un retorno a una querida ciudad que hacía años que no visitaba.

Pero y bien que mereció la pena el estrés. Lo mejor que puedo decir del concierto es que tras tanto ajetreo consiguió que el tiempo se detuviese. Todos los ingredientes se habían reunido milagrosamente; por supuesto el programa, pero también la sala, la orquesta y el director.

No conocía este hermoso auditorio del Centro Cultural Miguel Delibes. No sólo una sala acogedora y funcional, sino además con una excelente acústica. Mi butaca en la primera parte sin embargo debía ser de las peores en visibilidad de todo el auditorio. Intencionadamente la había cogido por que al estar en la primera fila de lo que se podría llamar la zona B y al haber un amplio pasillo por delante no tenía obstáculos que –sobre el plano del auditorio- interfiriesen. Pero embargo esta fila está diseñada de tal manera que en realidad la visibilidad está muy limitada por la última fila de la zona A -realmente son la misma zona. Ya en la segunda parte me cambié a uno de los cómodos sillones –inéditos en un auditorio- que se disponen en las galerías laterales. Años luz en todos los aspectos.

No sólo el auditorio sino también el público fue un ingrediente importante. Muy respetuoso y silencioso al menos en las zonas en las que estuve. Nada que ver con lo habitual por estos lares. Además por los comentarios de la gente se le veía muy melómano, muy entusiasta y con hambre de música. Bueno, a veces tal vez demasiada; en las dos butacas que estuve me tocaron cerca personas que no podían controlar el impulso de dirigir la música con las mano o con los pies. En Mahler fue excesivo hasta el punto que le tuve que pedir al chico que estaba delante de mi que no dirigiese que distraía; pero es que lo suyo era algo exagerado.

Entrando ya en las obras. Como habíamos comentado aquí fue una decepción el cambio de solista. Pero a pesar de ello la solista Viviane Hagner me resultó una satisfactoria y sobre todo interesante alternativa. Extrae un sonido del violín muy particular: oscuro, sombrío, no precisamente exultante –ni en los pasajes más virtuosísticos. Por encima el acompañamiento de Nott fue demoledor; de una sobriedad y una austeridad fuera de lo normal. El Beethoven más Pesante que he escuchado. Las últimas veces que había escuchado el concierto habían sido en Coruña curiosamente un programa idéntico –Concierto de Beethoven y Quinta de Mahler- a Nicolai Znajder y Victor Pablo y en una posterior al exuberante Nemanja Radulovic y también Victor Pablo. Y aunque éste último no se distingue precisamente por la vivacidad de sus interpretaciones, la concepción de Nott se movía por un territorio que al lado del de Victor Pablo podría llamarse abisal. Entiendo que a muchos este Beethoven le produjese una cierta urticaria. Personalmente no es el que uno desearía escuchar habitualmente pero como propuesta me pareció muy atractiva. Reconozco que se me hizo realmente dura la escucha, pero dura en el sentido emocional de la palabra. Por encima la solista –entusiastamente aplaudida- nos dio de propina la Zarabanda de la Partita Nº2 de Bach. Si ya estaba uno hundido aquello fue el acabose. Si me permitís la chorrada os cuento como no pude dejar de pensar en algo que me había pasado esa misma mañana en el examen. Un alumno al que examinaba llevaba una camiseta de la que la bata entreabierta dejaba ver unas caricaturas del ciclo vital humano. Amor, universidad, trabajo, hijo eran los iconos representados en secuencia que se leía en el centro. Ejem, justo las etapas que uno ha dejado atrás, pensé para mi. Cuando terminé de examinarle no pude dejar de pedirle que me enseñase el resto del ciclo. Sí, claro, como no, me dijo. La camiseta era bien clara: enfermedad y muerte eran los dos únicos fatídicos iconos que me restaban por delante. Verdaderamente descorazonador. El alumno, juventud divino tesoro, todavía tenía seis o siete iconos por delante. En fin, es una anécdota estúpida pero no podía quitármela de la cabeza después de tan interesante pero sorprendentemente depresivo Concierto de Beethoven.

Y en la segunda parte el Mahler. Escribiré una breve reseña para la web en la que me detendré en detalles. Sólo decir ahora que fue una interpretación extraordinaria. La orquesta brilló a un grandísimo nivel técnico; sin embargo no es la perfección ni el refinamiento de su sonido lo que la define sino la entrega y el ardor de los músicos. De principio a fin una interpretación desbordante, en algunos momentos frenética. La dirección de Nott que no exagero nada si la califico de salvaje tuvo buena parte de culpa.

Para hacerse una idea de la concepción de Nott basta con decir que fue una Quinta muy similar a la del CD de Tudor. No es para mi Nott un director objetivo, tal como encuadramos en esa categoría a nombres que todos conocemos. Su Quinta –tanto enlatada como en vivo- exhibe un curioso contraste entre contención y frenesí. Suspensión en los pasajes lentos –como la Trauermarsch del primer movimiento o el lento de los cellos en el segundo- y frenesí en los más tormentosos: los tríos del primer movimiento y los Stürmisch climax del segundo. El Scherzo también vitalista y el Adagietto, muy sentido, con una gran carga lírica en el que Nott saboreó cada frase. Así le salió una duración de diez minutos. El final como era de prever fue una explosión sin concesiones.

El éxito fue atronador y el público que llenaba la sala menos las sorprendentemente vacías butacas tras el escenario y en los palcos superiores –no debieron ponerse a la venta- aplaudió a rabiar durante unos diez minutos. Un éxito atronador.

Nott a la salida firmó ejemplares. Había un puesto de Diverdi con sus CDs en Tudor. Se vendieron todos los de Mahler. Aunque estaba radiante y muy amable el director parecía tener bastante prisa con lo que sólo tuvimos oportunidad de felicitarle, y pedirle el autógrafo, pero no hubo opción de hacernos fotos con él.

Me dejo en el tintero las penosas notas al programa de Maruxa Baliñas. Pasaré sobre ella de puntillas. Pretende desterrar algunos tópicos de la mitología mahleriana pero para hacerlo cae en inexactitudes y tópicos aun mayores de los que pretende combatir. Así afirma que ¡Alma intervino en la orquestación de la Quinta!, califica de ¡vacuidad retórica al libro de Adorno!, considera una etapa de felicidad a la que rodea a la composición de la obra ignorando que es justo en ese período cuando Mahler ve más cerca que nunca el fantasma de la muerte, afirma que Mahler consideró a Freud un farsante ( ). Pero lo más increíble es afirmar que “la conversión de Mahler al catolicismo tuvo lugar en 1894, tres años antes de que surgiese la oportunidad del contrato vienés” Increíble error ¡¡pero si ésta fue en 1897!! En fin, así está el panorama musicológico Ah, y por si fuera poco mal redactadas. Se abren con esta patada en el estómago: "También le iban las cosas bien a Gustav Mahler cuando compuso esta Sinfonía Nº5 en do sostenido menor que coincidió con su boda con..."

Y hasta aquí llegaría la crónica sino fuese por que a la noche tal como contó Robertino la historia se continuó en una de esas casualidades que nos pasan en los conciertos mahlerianos -¿habrá que hablar de una serendipidad mahleriana? Como ha contado: resultó que cuando nos echaban del pub en el que estábamos los últimos ocupantes del local resultaban ser un trío de alemanes que sólo podían ser de la Bamberg. Sorprendidos por que hubiésemos hecho tantos kilómetros para verlos dijeron ¡Tenemos que invitaros! Y casi a empujones –reconozco que Robertino se resistía más que yo- nos metieron en una discoteca, Tintin, donde entre él chunda-chunda y los codazos del personal hablamos largo y tendido. Entre nosotros... pensábamos que iban a deshacerse en elogios hacia su famoso director, pero no fue así. “Siempre hay cosas” dijeron ¿Habrá alguna orquesta en que los músicos están felices con su titular?

También fue sorprendente lo que a nuestras preguntas nos contaron de las grabaciones. No parecían muy contentos con ellas. Decían que su elaboración era muy tediosa. Se puede hablar de elaboración pues graban durante una semana infinidad de fragmentos de escasos minutos. Infinidad de aburridas tomas en las que los que deciden son los productores. Preferiríamos grabar fragmentos más largos, movimientos completos; nos decían. Sobre las orquestas eran claros. Dos grandes en Alemania (Filarmónica de Berlín y Baviera) y luego una decena de gran nivel cada una con sus particularidades y sus secciones punteras entre las que no tenía sentido hacer un ranking (como el de la revista alemana que tratamos en el foro hace meses). Por ejemplo se comparaban con la NDR de Hannover: ésta como un ejemplo de refinamiento técnico pero sin corazón; algo de lo que alardeaban tener los de Bamberg y la verdad es que esa noche lo habían demostrado.

Seguro que Robertino se acuerda de más cosas ¡Ah, echaban de menos tocar más Brahms! El timbal había tocado en Galicia, en Santiago con la Filarmónica de Berlín pues durante un año había formado parte de la Akademie de la mítica orquesta.

Ah, les preguntamos por las salas de la gira. Aunque la de Valladolid les había encantado, la ponían de 3ª. De 2ª el Auditorio Nacional y de 1ª… Zaragoza. En el lado negativo; en Andorra habían alucinado con las condiciones en que habían tocado. Al timbal también le preguntamos por qué estaba tan escorado en la Quinta y dijo que son decisiones del director que no les explica.

Así se nos hicieron las tantas y cuando nuestro cuerpo ya no aguantaba nos despedimos algo perjudicados pero divertidos con el inesperado encuentro.

Y algunas fotos. Perdón por los títulos. A estas horas uno ya no da de más.

¡Hemos llegado!:



Inolvidable Miguel Delibes:



¿Será el meñique de Nott?:



Me temo que nott:



¡Ay Maruxa! (vaya butacas):



Apoteosis:





Firmas:





¿Quien será el pesao ese de Mahler?:



Alianza de civilizaciones:



Mahlerianos intrépidos:



Siete mahlerianos:



Tras las huellas de mahler:



¿Cabaña de composición en la Tierra de Campos?:



Y colorín colorado este cuento se ha acabado: