Mahler en la literatura.
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Mahler en la literatura.
El siguiente hilo tiene como objetivo poner en evidencia las obras literarias (narrativa en general, novelas, cuentos, poesía) en el que de un modo u otro sea incluido Mahler. En ningún caso a modo de biografía de Mahler, ni ensayo, ni estudio de ningún tipo. Solo libros en los que Mahler aparezca como parte de su contenido.
Comenzaré con un cuento del polémico y brillante escritor alemán Charles Bukowski, titulado "El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco"
Y Mahler suena en la radio se desliza con tanta fluidez, corriendo grandes riesgos; a uno le hace falta eso, a veces. Luego te mete esas largas subidas de potencia. Gracias, Mahler, tomo prestado de ti pero nunca te lo puedo devolver.
Fumo demasiado, bebo demasiado, pero no puedo escribir demasiado, no hace más que seguir fluyendo, y yo pido más, y viene más y se mezcla con Mahler. A veces me obligo a pararme. Me digo, espera un momento, échate a dormir o quédate mirando tus 9 gatos o siéntate con tu mujer en el sofá. Siempre estás en el hipódromo o delante del ordenador. Y entonces me paro, echo los frenos y paro la maldita máquina. Hay gente que me ha escrito para decirme que mi escritura les ha ayudado a seguir adelante. A mi también me ha ayudado. La escritura, los caballos, los 9 gatos.
Hay un pequeño balcón ahí afuera, la puerta está abierta y veo las luces de los coches en el Harbor Freeway, hacia el sur, nunca se detienen, ese flujo de luces, sin principio ni fin. Toda esa gente. ¿Qué hace? ¿Qué piensa? Todos vamos a morir, todos nosotros, ¡menudo circo! Debería bastar con eso para que amaramos unos a otros, pero no es así. Nos aterrorizan y aplastan las trivialidades, nos devora la nada.
¡Sigue dándole, Mahler! Tú has hecho que esta noche sea maravillosa. ¡No pares, hijo de puta! ¡No pares!
Comenzaré con un cuento del polémico y brillante escritor alemán Charles Bukowski, titulado "El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco"
Y Mahler suena en la radio se desliza con tanta fluidez, corriendo grandes riesgos; a uno le hace falta eso, a veces. Luego te mete esas largas subidas de potencia. Gracias, Mahler, tomo prestado de ti pero nunca te lo puedo devolver.
Fumo demasiado, bebo demasiado, pero no puedo escribir demasiado, no hace más que seguir fluyendo, y yo pido más, y viene más y se mezcla con Mahler. A veces me obligo a pararme. Me digo, espera un momento, échate a dormir o quédate mirando tus 9 gatos o siéntate con tu mujer en el sofá. Siempre estás en el hipódromo o delante del ordenador. Y entonces me paro, echo los frenos y paro la maldita máquina. Hay gente que me ha escrito para decirme que mi escritura les ha ayudado a seguir adelante. A mi también me ha ayudado. La escritura, los caballos, los 9 gatos.
Hay un pequeño balcón ahí afuera, la puerta está abierta y veo las luces de los coches en el Harbor Freeway, hacia el sur, nunca se detienen, ese flujo de luces, sin principio ni fin. Toda esa gente. ¿Qué hace? ¿Qué piensa? Todos vamos a morir, todos nosotros, ¡menudo circo! Debería bastar con eso para que amaramos unos a otros, pero no es así. Nos aterrorizan y aplastan las trivialidades, nos devora la nada.
¡Sigue dándole, Mahler! Tú has hecho que esta noche sea maravillosa. ¡No pares, hijo de puta! ¡No pares!
Moreno- Cantidad de envíos : 1407
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: Mahler en la literatura.
No he leído nunca a Bukowski y no siento mucha curiosidad por leerlo, aunque le gustara Mahler. Por el contrario adoro a Thomas Bernhard, que en uno de sus mejores libros ("Maestros antiguos", 1985) le hizo decir al protagonista (el crítico musical Reger) unas cosas horribles sobre Mahler. He encontrado en una página web la traducción de los dos pasajes en cuestión:
http://ignoria.soup.io/post/10545157/Thomas-Bernhard-Maestros-antiguos-fragmento-sobre-Mahler
Thomas Bernhard – Maestros antiguos (fragmento sobre Mahler)
Mahler, Mahler, Mahler, dijo, eso es también irritante. Pero la moda Mahler ha pasado ya su punto culminante, gracias a Dios, dijo, Mahler es al fin y al cabo el compositor más sobreestimado del siglo XX. Mahler era un excelente director de orquesta, pero es un compositor mediocre, como todos los buenos directores de orquesta, como Hindemith, por ejemplo, como Klemperer. La moda Mahler me ha resultado espantosa todos estos años, el mundo entero estaba en un verdadero delirio mahleriano, era ya insoportable. ¿Sabe usted por cierto que la tumba de mi mujer, a la que al fin y al cabo iré a parar también, dijo, está al lado mismo de la tumba de Mahler? Bueno, en el cementerio le puede dar a uno realmente igual junto a quién está, ni siquiera estar al lado de Mahler me irrita. La canción de la tierra con Kathleen Ferrier, quizá, dijo Reger, pero todo el resto mahleriano lo rechazo, no vale nada, no resiste un examen detenido. En comparación, Webern es realmente un genio, por no hablar de Schönberg y de Berg. No, Mahler fue una aberración. Mahler es el típico compositor de moda del Jungendstiel, naturalmente mucho peor aún que Bruckner, con el que al fin y al cabo tiene muchas similitudes cursis. [...]
Reger estaba apoyado en el bastón encajado entre sus rodillas cuando dijo: Piense, Atzbacher, lo que significa tener la misión de componer la sinfonía más larga de la historia de la música. A nadie se le hubiera ocurrido semejante absurdo más que a Mahler. Mucha gente dice que Mahler fue el último gran compositor austríaco, lo que es ridículo. Un hombre que, de forma plenamente consciente, hace que toquen cincuenta violinista sólo para superar a Wagner, es ridículo. Con Mahler la música austríaca alcanzó su punto más bajo absoluto, dijo Reger. La más pura cursilería provocadora de una histeria de masas. [...]
Transcripción de Maestros antiguos
Traducción Miguel Sáenz
Madrid, Alianza Editorial, 1991 (pp. 114-115 y 145)
Los textos alemanes dicen así:
Páginas 181-182: Mahler, Mahler, Mahler, sagte er, das ist auch enervierend. Aber die Mahlermode hat ihren Höhepunkt schon überschritten, gottseidank, sagte er, Mahler ist ja doch der überschätzteste Komponist des Jahrhunderts. Mahler war ein vorzüglicher Kapellmeister, aber er ist ein mittelmässiger Komponist, wie alle guten Kapellmeister, wie Hindemith zum Beispiel, wie Klemperer. Die Mahlermode ist mir die ganzen Jahre entsetzlich gewesen, die ganze Welt war in einem richtigen Mahlertaumel, das war schon unerträglich. Wissen Sie überhaupt, dass das Grab meiner Frau, in das ja auch ich hineinkomme, sagte er, unmittelbar neben dem Grab Mahlers liegt? Ach ja, auf dem Friedhof kann es einem wirklich gleichgültig sein, neben wem man liegt, selbst neben Mahler zu liegen, regt mich nicht auf. Das Lied von der Erde mit der Kathleen Ferrier vielleicht, sagte Reger, alles andere Mahlerische lehne ich ab, ist nichts wert, hält keiner genaueren Prüfung stand. Da ist Webern wirklich ein Genie dagegen, ganz zu schweigen von Schönberg und Berg. Nein, Mahler war eine Verirrung. Mahler ist der typische Jugendstil-Modekomponist, natürlich noch viel schlechter als Bruckner, der ja mit Mahler sehr viel kitschige Ähnlichkeiten hat.
Página 225: bedenken Sie doch, Atzbacher, was es heisst, den Ehrgeiz zu haben, die am längsten dauernde Symphonie der Musikgeschichte zu komponieren. Keinem anderen wäre eine solche Unsinnigkeit eingefallen, als Mahler. Manche Leute sagen, Mahler sei der letzte grosse österreichische Komponist gewesen, das ist lächerlich. Ein Mann, der bei vollem Bewusstsein fünfzig Streicher streichen lässt, nur um Wagner zu übertrumpfen, ist lächerlich. Mit Mahler hat die österreichische Musik ihren absoluten Tiefstand erreicht, sagte Reger. Reinster Massenhysterie erzeugender Kitsch, so wie Klimt auch, sagte er.
Una curiosidad: Thomas Bernhard está enterrado en el mismo cementerio que Mahler.
http://ignoria.soup.io/post/10545157/Thomas-Bernhard-Maestros-antiguos-fragmento-sobre-Mahler
Thomas Bernhard – Maestros antiguos (fragmento sobre Mahler)
Mahler, Mahler, Mahler, dijo, eso es también irritante. Pero la moda Mahler ha pasado ya su punto culminante, gracias a Dios, dijo, Mahler es al fin y al cabo el compositor más sobreestimado del siglo XX. Mahler era un excelente director de orquesta, pero es un compositor mediocre, como todos los buenos directores de orquesta, como Hindemith, por ejemplo, como Klemperer. La moda Mahler me ha resultado espantosa todos estos años, el mundo entero estaba en un verdadero delirio mahleriano, era ya insoportable. ¿Sabe usted por cierto que la tumba de mi mujer, a la que al fin y al cabo iré a parar también, dijo, está al lado mismo de la tumba de Mahler? Bueno, en el cementerio le puede dar a uno realmente igual junto a quién está, ni siquiera estar al lado de Mahler me irrita. La canción de la tierra con Kathleen Ferrier, quizá, dijo Reger, pero todo el resto mahleriano lo rechazo, no vale nada, no resiste un examen detenido. En comparación, Webern es realmente un genio, por no hablar de Schönberg y de Berg. No, Mahler fue una aberración. Mahler es el típico compositor de moda del Jungendstiel, naturalmente mucho peor aún que Bruckner, con el que al fin y al cabo tiene muchas similitudes cursis. [...]
Reger estaba apoyado en el bastón encajado entre sus rodillas cuando dijo: Piense, Atzbacher, lo que significa tener la misión de componer la sinfonía más larga de la historia de la música. A nadie se le hubiera ocurrido semejante absurdo más que a Mahler. Mucha gente dice que Mahler fue el último gran compositor austríaco, lo que es ridículo. Un hombre que, de forma plenamente consciente, hace que toquen cincuenta violinista sólo para superar a Wagner, es ridículo. Con Mahler la música austríaca alcanzó su punto más bajo absoluto, dijo Reger. La más pura cursilería provocadora de una histeria de masas. [...]
Transcripción de Maestros antiguos
Traducción Miguel Sáenz
Madrid, Alianza Editorial, 1991 (pp. 114-115 y 145)
Los textos alemanes dicen así:
Páginas 181-182: Mahler, Mahler, Mahler, sagte er, das ist auch enervierend. Aber die Mahlermode hat ihren Höhepunkt schon überschritten, gottseidank, sagte er, Mahler ist ja doch der überschätzteste Komponist des Jahrhunderts. Mahler war ein vorzüglicher Kapellmeister, aber er ist ein mittelmässiger Komponist, wie alle guten Kapellmeister, wie Hindemith zum Beispiel, wie Klemperer. Die Mahlermode ist mir die ganzen Jahre entsetzlich gewesen, die ganze Welt war in einem richtigen Mahlertaumel, das war schon unerträglich. Wissen Sie überhaupt, dass das Grab meiner Frau, in das ja auch ich hineinkomme, sagte er, unmittelbar neben dem Grab Mahlers liegt? Ach ja, auf dem Friedhof kann es einem wirklich gleichgültig sein, neben wem man liegt, selbst neben Mahler zu liegen, regt mich nicht auf. Das Lied von der Erde mit der Kathleen Ferrier vielleicht, sagte Reger, alles andere Mahlerische lehne ich ab, ist nichts wert, hält keiner genaueren Prüfung stand. Da ist Webern wirklich ein Genie dagegen, ganz zu schweigen von Schönberg und Berg. Nein, Mahler war eine Verirrung. Mahler ist der typische Jugendstil-Modekomponist, natürlich noch viel schlechter als Bruckner, der ja mit Mahler sehr viel kitschige Ähnlichkeiten hat.
Página 225: bedenken Sie doch, Atzbacher, was es heisst, den Ehrgeiz zu haben, die am längsten dauernde Symphonie der Musikgeschichte zu komponieren. Keinem anderen wäre eine solche Unsinnigkeit eingefallen, als Mahler. Manche Leute sagen, Mahler sei der letzte grosse österreichische Komponist gewesen, das ist lächerlich. Ein Mann, der bei vollem Bewusstsein fünfzig Streicher streichen lässt, nur um Wagner zu übertrumpfen, ist lächerlich. Mit Mahler hat die österreichische Musik ihren absoluten Tiefstand erreicht, sagte Reger. Reinster Massenhysterie erzeugender Kitsch, so wie Klimt auch, sagte er.
Una curiosidad: Thomas Bernhard está enterrado en el mismo cementerio que Mahler.
Ignorante- Cantidad de envíos : 367
Localización : Asylum Ignorantiae
Fecha de inscripción : 31/03/2009
Re: Mahler en la literatura.
Gracias Moreno e Ignorante por esos dos extraordinarios ejemplos ¡incluso en versión original! Que maravilla de hilo, promete mucho. Y que dos divergentes perspectivas. En Bernhard no sorprende, en Bukowski sí que me ha sorprendido.
De Bernhard sólo he leído una novela "Sí". No pienso leer más. Me pareció extraordinaria, pero para mi sistema nervioso tremendamente dura, opresiva, atormentada. Ya tiene uno bastante con sus propios demonios.
De Bernhard sólo he leído una novela "Sí". No pienso leer más. Me pareció extraordinaria, pero para mi sistema nervioso tremendamente dura, opresiva, atormentada. Ya tiene uno bastante con sus propios demonios.
Psanquin- administrador
- Cantidad de envíos : 8413
Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: Mahler en la literatura.
Ah, y que curioso que esté en el mismo cementerio que Mahler. Ironías de la vida. Cuando estuvimos allí, en el 2002, todavía no había leído nada de él.
Psanquin- administrador
- Cantidad de envíos : 8413
Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: Mahler en la literatura.
Ignorante escribió: Por el contrario adoro a Thomas Bernhard, que en uno de sus mejores libros ("Maestros antiguos", 1985) le hizo decir al protagonista (el crítico musical Reger) unas cosas horribles sobre Mahler. He encontrado en una página web la traducción de los dos pasajes en cuestión:
Personalmente también considero a Bernhard un gran escritor. De todos modos, lo que dice el protagonista (el crítico musical Reger) se parece mucho a lo que hace un tiempo le escuché decir a Celibidache respecto a Mahler en un video, de verdad, se parece mucho.
Pues ahora haré mi siguiente entrega. Es un poema que le dedica a Mahler el poeta español Juan Ramón Mansilla en su libro “Los Días Rotos”.
Retrato de Gustav Mahler
(en su último retorno a Europa, 1911)
Todo está en el mismo sitio,
similar, nuevo, atrapado
con deslumbre de albor, con claridad desconcertante,
un viajero solo en cubierta
frasea notas truncadas con motivos de espuma.
Un sanatorio en Viena, la voz alta de quien ya no oye nada,
a proa la extinción, la renuncia, el fingimiento.
¿Quién completará las obras que sólo para el viento quiso?
Es un velo la quietud que envuelve su rostro
como un mar de repente en suspenso,
un emblema destinado a enseñar
aquello que no dice.
La brisa desordena la paz fijada de un instante
en que el aroma es tan sutil
como pueda serlo su concepto.
Desde la proa observa la fiebre
que acerca glisando
un violonchelo azul sobre las olas.
No está desplegado el tiempo,
futuro y presente apenas se distinguen.
¿Habrá música, mar, habrá canciones?
Sólo de lejos se siente la progresión de la vida,
el hechizo de evocar los presentimientos.
¡Si pudiera sustraer de la muerte un día más,
siquiera un día!
Las dudas, los contrastes, la decadencia,
el mundo con su oropel, su eterna risa,
los bosques, el mar, la melodía que ya tenía soñada.
¿Qué será de ello cuando falte?
La costa, un puerto, una mujer que saluda.
El viajero solo, interminablemente solo,
la voz crecida de quien nada percibe,
contempla el pasado como un náufrago la playa.
Quieto todo, varado en el sitio de siempre,
atrapado con sonido de sombra y silencio duro.
Un tren, el paisaje al fin detenido,
mudo definitivamente, muerto, entelado.
El tiempo se ha escindido en dos mitades.
Que no figure en la tumba nada salvo mi nombre,
quienes vengan sabrán que la música
ahora está sosegada bajo las lilas abiertas.
(en su último retorno a Europa, 1911)
Todo está en el mismo sitio,
similar, nuevo, atrapado
con deslumbre de albor, con claridad desconcertante,
un viajero solo en cubierta
frasea notas truncadas con motivos de espuma.
Un sanatorio en Viena, la voz alta de quien ya no oye nada,
a proa la extinción, la renuncia, el fingimiento.
¿Quién completará las obras que sólo para el viento quiso?
Es un velo la quietud que envuelve su rostro
como un mar de repente en suspenso,
un emblema destinado a enseñar
aquello que no dice.
La brisa desordena la paz fijada de un instante
en que el aroma es tan sutil
como pueda serlo su concepto.
Desde la proa observa la fiebre
que acerca glisando
un violonchelo azul sobre las olas.
No está desplegado el tiempo,
futuro y presente apenas se distinguen.
¿Habrá música, mar, habrá canciones?
Sólo de lejos se siente la progresión de la vida,
el hechizo de evocar los presentimientos.
¡Si pudiera sustraer de la muerte un día más,
siquiera un día!
Las dudas, los contrastes, la decadencia,
el mundo con su oropel, su eterna risa,
los bosques, el mar, la melodía que ya tenía soñada.
¿Qué será de ello cuando falte?
La costa, un puerto, una mujer que saluda.
El viajero solo, interminablemente solo,
la voz crecida de quien nada percibe,
contempla el pasado como un náufrago la playa.
Quieto todo, varado en el sitio de siempre,
atrapado con sonido de sombra y silencio duro.
Un tren, el paisaje al fin detenido,
mudo definitivamente, muerto, entelado.
El tiempo se ha escindido en dos mitades.
Que no figure en la tumba nada salvo mi nombre,
quienes vengan sabrán que la música
ahora está sosegada bajo las lilas abiertas.
Moreno- Cantidad de envíos : 1407
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: Mahler en la literatura.
En la novela "Los renglones torcidos de Dios", de Torcuato Luca de Tena, la protagonista se declara admiradora de la música de Wagner y acto seguido lo compara con Mahler, al que no soporta. Creo recordar que el psiquiatra que la entrevistaba se mostró en desacuerdo con esta última afirmación. ¿Sería Peppino?
Hades- Cantidad de envíos : 805
Edad : 36
Fecha de inscripción : 29/03/2008
Re: Mahler en la literatura.
Yo creo que es un discurso bastante común en los anti mahlerianos que por supuesto tienen derecho a existir. A mi me recuerda al que en su día había hecho en Mundoclasico Ángel Fernández Mayo. No constará en sus mejores escritos.Moreno escribió:Personalmente también considero a Bernhard un gran escritor. De todos modos, lo que dice el protagonista (el crítico musical Reger) se parece mucho a lo que hace un tiempo le escuché decir a Celibidache respecto a Mahler en un video, de verdad, se parece mucho.
Precioso el poema
Psanquin- administrador
- Cantidad de envíos : 8413
Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: Mahler en la literatura.
Es curioso pero la imagen que muchos tienen de Bukowski es la del borracho que se la pasaba de juerga y jugando en el hipódromo. Una de las cosas interesantes en Bukowski es que a pesar de su explicita y polémica verborrea era un hombre muy culto, es por eso que de tanto en tanto suelta destellos filosóficamente brillantes. Cualquiera se imagina, porque así lo he podido corroborar, a Bukowski escuchando Rock and roll acido, Blues, canciones de cabaret y demás. Sin embargo era un hombre profundamente instruido en cuanto a música se refiere, se la pasaba todo el día y las noches escuchando música clásica. En muchos de sus relatos aparecen compositores como Mahler, Brahms, Beethoven, Bach, Mozart, Tchaikovsky, etc. Lejos de los gustos y los academicismos lo cierto del caso es que Bukowski es un escritos muy desconcertante.Psanquin escribió: En Bernhard no sorprende, en Bukowski sí que me ha sorprendido.
El párrafo al que se refiere Hades es el siguiente:Hades escribió: En la novela "Los renglones torcidos de Dios", de Torcuato Luca de Tena, la protagonista se declara admiradora de la música de Wagner y acto seguido lo compara con Mahler, al que no soporta. Creo recordar que el psiquiatra que la entrevistaba se mostró en desacuerdo con esta última afirmación.
- Ha dicho usted el primer ser viviente. ¿Aunque fuese una mujer? -¡Ay, Doctor! Recuerde usted las palabras de Vallelnclán, puestas en boca del marqués de Bradomín: “Hay sólo dos cosas que no entiendo: el amor de los efebos y la música de Wagner. “Cámbieme usted a Wagner (al que adoro) por Mahler (al que no entiendo) y a los efebos por las ninfas: y mi respuesta sería igual. –Carezco de esas inclinaciones, aunque me siento profundamente impresionada y atraída por la personalidad de algunas mujeres cuando reúnen al completo las cualidades esenciales de la feminidad.
Última edición por Moreno el 18/10/2009, 17:46, editado 1 vez
Moreno- Cantidad de envíos : 1407
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: Mahler en la literatura.
Rebuscando en Google he encontrado un artículo de Walter Tydecks (un matemático alemán nacido en 1952) que expone la relación de la escritora austriaca Ingeborg Bachmann con la música de Mahler y elabora una interpretación de la concepción de la naturaleza en la Tercera Sinfonía a partir de la obra de Bachmann.
http://www.tydecks.info/online/musik_mahler3.html
Sobre Ingeborg Bachmann hay un artículo amplio en Wikipedia, pero falta una lista de sus numerosas obras traducidas al español.
http://es.wikipedia.org/wiki/Ingeborg_Bachmann
Bachmann alude a Mahler en su poema "Enigma", de 1968. Este poema está dedicado al compositor Hans Werner Henze, que en una entrevista de 1999 dijo que Bachmann y él estaban "totalmente locos por Mahler" ("Wir waren ja total Mahler-verrückt"). En cierta ocasión estaban escuchando juntos un disco de la Sexta Sinfonía y ella se echó a llorar "porque pensaba que en la poesía no es posible algo como este canto de Mahler" ("Es stellte sich heraus, dass sie so traurig war, weil sie fand, dass so etwas wie dieser Mahlersche Gesang in der Poesie nicht möglich sei"). Cuando Henze leyó la novela de Bachmann "Malina", le escribió estas palabras: "Estoy muy conmovido por la riqueza, la gran tristeza y la desesperación de esta tu primera sinfonía, que es la undécima de Mahler" ("sehr aufgewühlt von Reichtum grosse Traurigkeit Verzweiflung dieser deiner ersten Sinfonie welche die elfte von Mahler ist").
El poema "Enigma" dice así:
ENIGMA
für Hans Werner Henze aus der Zeit der ARIOSI
Nichts mehr wird kommen.
Frühling wird nicht mehr werden.
Tausendjährige Kalender sagen es voraus.
Aber auch Sommer und weiterhin, was so gute Namen
wie "sommerlich" hat-
es wird nichts mehr kommen.
Du sollst ja nicht weinen,
sagt eine Musik.
Sonst
sagt
niemand
etwas.
ENIGMA
para Hans Werner Henze en la época de los ARIOSI
Nada más vendrá.
La primavera ya no vendrá.
Calendarios de miles de años lo predicen.
Pero tampoco vendrá el verano, ni nada que tenga nombres tan buenos
como "veraniego".
No vendrá nada más.
No llores,
dice una música.
Nadie
más
dice
nada.
La alusión a Mahler se ve mejor en el texto alemán que en el texto traducido. Tercera Sinfonía, quinto movimiento. En el poema de "Des Knaben Wunderhorn" Jesús le dice a Pedro: "Cada que vez que te miro, te echas a llorar"; y Pedro contesta: "Ah, ¿cómo no iba a llorar, Dios bondadoso?". Cuando la solista canta esta frase de Pedro, el coro le contesta dos veces con unas palabras que no están en el poema: "Du sollst ja nicht weinen!" ("¡No llores!"). Y estas son las palabras que cita el poema de Bachmann. Interpretar este poema es difícil, sobre todo por culpa del título. Es una confesión de nihilismo, de desesperanza, de desolación. No hay nada positivo, nada primaveral o veraniego. Y nadie dice nada, nadie aporta una solución o un consuelo. Sólo una música dice algo: "No llores". Pero esa música dice esto en el contexto de la Pasión de Jesucristo y del perdón a Pedro. Ese contexto no existe en este poema. ¿Consistirá el enigma en que esa música nos consuela (o nos anima a aguantar) aunque su contexto haya desaparecido?
http://www.tydecks.info/online/musik_mahler3.html
Sobre Ingeborg Bachmann hay un artículo amplio en Wikipedia, pero falta una lista de sus numerosas obras traducidas al español.
http://es.wikipedia.org/wiki/Ingeborg_Bachmann
Bachmann alude a Mahler en su poema "Enigma", de 1968. Este poema está dedicado al compositor Hans Werner Henze, que en una entrevista de 1999 dijo que Bachmann y él estaban "totalmente locos por Mahler" ("Wir waren ja total Mahler-verrückt"). En cierta ocasión estaban escuchando juntos un disco de la Sexta Sinfonía y ella se echó a llorar "porque pensaba que en la poesía no es posible algo como este canto de Mahler" ("Es stellte sich heraus, dass sie so traurig war, weil sie fand, dass so etwas wie dieser Mahlersche Gesang in der Poesie nicht möglich sei"). Cuando Henze leyó la novela de Bachmann "Malina", le escribió estas palabras: "Estoy muy conmovido por la riqueza, la gran tristeza y la desesperación de esta tu primera sinfonía, que es la undécima de Mahler" ("sehr aufgewühlt von Reichtum grosse Traurigkeit Verzweiflung dieser deiner ersten Sinfonie welche die elfte von Mahler ist").
El poema "Enigma" dice así:
ENIGMA
für Hans Werner Henze aus der Zeit der ARIOSI
Nichts mehr wird kommen.
Frühling wird nicht mehr werden.
Tausendjährige Kalender sagen es voraus.
Aber auch Sommer und weiterhin, was so gute Namen
wie "sommerlich" hat-
es wird nichts mehr kommen.
Du sollst ja nicht weinen,
sagt eine Musik.
Sonst
sagt
niemand
etwas.
ENIGMA
para Hans Werner Henze en la época de los ARIOSI
Nada más vendrá.
La primavera ya no vendrá.
Calendarios de miles de años lo predicen.
Pero tampoco vendrá el verano, ni nada que tenga nombres tan buenos
como "veraniego".
No vendrá nada más.
No llores,
dice una música.
Nadie
más
dice
nada.
La alusión a Mahler se ve mejor en el texto alemán que en el texto traducido. Tercera Sinfonía, quinto movimiento. En el poema de "Des Knaben Wunderhorn" Jesús le dice a Pedro: "Cada que vez que te miro, te echas a llorar"; y Pedro contesta: "Ah, ¿cómo no iba a llorar, Dios bondadoso?". Cuando la solista canta esta frase de Pedro, el coro le contesta dos veces con unas palabras que no están en el poema: "Du sollst ja nicht weinen!" ("¡No llores!"). Y estas son las palabras que cita el poema de Bachmann. Interpretar este poema es difícil, sobre todo por culpa del título. Es una confesión de nihilismo, de desesperanza, de desolación. No hay nada positivo, nada primaveral o veraniego. Y nadie dice nada, nadie aporta una solución o un consuelo. Sólo una música dice algo: "No llores". Pero esa música dice esto en el contexto de la Pasión de Jesucristo y del perdón a Pedro. Ese contexto no existe en este poema. ¿Consistirá el enigma en que esa música nos consuela (o nos anima a aguantar) aunque su contexto haya desaparecido?
Ignorante- Cantidad de envíos : 367
Localización : Asylum Ignorantiae
Fecha de inscripción : 31/03/2009
Re: Mahler en la literatura.
Guau: este poema de Ingeborg Bachmann sí que me ha gustado. ¡Gracias, Ignorante, por la traducción!
Re: Mahler en la literatura.
Para continuar les traigo un párrafo en el que el gran escritor Julio Cortázar se refiere Mahler de un modo breve. En este caso resulta interesante también sus comentarios sobre otros compositores y también ese gesto que tiene con el Boulez músico o director, muchos de nosotros seguramente nos hemos planateado esta cuestión sobre Boulez. El párrafo es de un cuento titulado Las Caras de la Medalla.
Hicimos un balance muy claro esa tarde: Mahler sí, Brahms sí, la edad media en conjunto sí, jazz no (Mireille), jazz sí (Javier). Del resto no hablamos, quedaban por explorar el renacimiento, el barroco, Pierre Boulez, John Cage (pero Mireille no Cage, eso era seguro aunque no hubieran hablado de él, y probablemente Boulez músico no, aunque director sí, esos matices importantes). Tres días después fuimos a un concierto, cenamos en la ciudad vieja, había una postal de Eileen y una carta de la madre de Mireille pero no hablamos de ellas, todo era todavía Brahms y un vino blanco que a Brahms le hubiera gustado porque estábamos seguros de que el vino blanco tenía que haberle gustado a Brahms. Mireille lo dejó en el hotel y se besaron en las mejillas, quizá no demasiado rápido como cuando en las mejillas, pero en las mejillas. Esa noche Javier contestó la postal de Eileen, y Mireille regó sus rosas bajo la luna, no por romanticismo porque nada tenía de romántica, sino porque el sueño tardaba en venir.
Hicimos un balance muy claro esa tarde: Mahler sí, Brahms sí, la edad media en conjunto sí, jazz no (Mireille), jazz sí (Javier). Del resto no hablamos, quedaban por explorar el renacimiento, el barroco, Pierre Boulez, John Cage (pero Mireille no Cage, eso era seguro aunque no hubieran hablado de él, y probablemente Boulez músico no, aunque director sí, esos matices importantes). Tres días después fuimos a un concierto, cenamos en la ciudad vieja, había una postal de Eileen y una carta de la madre de Mireille pero no hablamos de ellas, todo era todavía Brahms y un vino blanco que a Brahms le hubiera gustado porque estábamos seguros de que el vino blanco tenía que haberle gustado a Brahms. Mireille lo dejó en el hotel y se besaron en las mejillas, quizá no demasiado rápido como cuando en las mejillas, pero en las mejillas. Esa noche Javier contestó la postal de Eileen, y Mireille regó sus rosas bajo la luna, no por romanticismo porque nada tenía de romántica, sino porque el sueño tardaba en venir.
Moreno- Cantidad de envíos : 1407
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: Mahler en la literatura.
Creo recordar que Cortázar menciona los Kindertotenlieder en Rayuela.
¿Os imagináis a Mahler protagonizando una novela de intriga? Pues esa novela existe. Se titula “Das dunkle Spiel” (“El juego oscuro”), la escribió C. S. Mahrendorff (1963-2004), se publicó en 2005 y al parecer no se ha traducido del alemán a ninguna lengua.
En su breve vida, Mahrendorff tuvo tiempo para escribir tres novelas de entretenimiento en las que un psiquiatra resuelve casos criminales en Viena. En la tercera de estas novelas una organización secreta de carácter antisemita le hace la vida imposible a Mahler, que acaba marchándose de Viena a Nueva York. En Amazon seis lectores se manifiestan encantados con la novela; uno dice incluso que gracias a ella ha empezado a escuchar la música de Mahler.
http://www.amazon.de/product-reviews/3785715412/ref=dp_db_cm_cr_acr_txt?ie=UTF8&showViewpoints=1
Una reseña en otra página web dice que las primeras 450 páginas del libro son una biografía novelada de los años de Mahler en Viena, mientras que sólo las últimas 50 páginas desarrollan la trama criminal.
http://www.lesekost.de/deutsch/de1/HHLD48.htm
Los dos primeros libros de Mahrendorff están traducidos al francés.
http://www.khristophoros.net/Trad/csm.html
¿Os imagináis a Mahler protagonizando una novela de intriga? Pues esa novela existe. Se titula “Das dunkle Spiel” (“El juego oscuro”), la escribió C. S. Mahrendorff (1963-2004), se publicó en 2005 y al parecer no se ha traducido del alemán a ninguna lengua.
En su breve vida, Mahrendorff tuvo tiempo para escribir tres novelas de entretenimiento en las que un psiquiatra resuelve casos criminales en Viena. En la tercera de estas novelas una organización secreta de carácter antisemita le hace la vida imposible a Mahler, que acaba marchándose de Viena a Nueva York. En Amazon seis lectores se manifiestan encantados con la novela; uno dice incluso que gracias a ella ha empezado a escuchar la música de Mahler.
http://www.amazon.de/product-reviews/3785715412/ref=dp_db_cm_cr_acr_txt?ie=UTF8&showViewpoints=1
Una reseña en otra página web dice que las primeras 450 páginas del libro son una biografía novelada de los años de Mahler en Viena, mientras que sólo las últimas 50 páginas desarrollan la trama criminal.
http://www.lesekost.de/deutsch/de1/HHLD48.htm
Los dos primeros libros de Mahrendorff están traducidos al francés.
http://www.khristophoros.net/Trad/csm.html
Ignorante- Cantidad de envíos : 367
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Re: Mahler en la literatura.
Con quién hay que hablar??!! Algún editor en la sala? Propongo a Ignorante como voluntario para traducirla.Ignorante escribió:¿Os imagináis a Mahler protagonizando una novela de intriga? Pues esa novela existe. Se titula “Das dunkle Spiel” (“El juego oscuro”), la escribió C. S. Mahrendorff (1963-2004), se publicó en 2005 y al parecer no se ha traducido del alemán a ninguna lengua.
monca- administrador
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Re: Mahler en la literatura.
Me sumo a la propuesta. Que buena pinta tiene. Aquí ya tendrías varios compradores
Psanquin- administrador
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Fecha de inscripción : 16/03/2008
Re: Mahler en la literatura.
Yo no tengo tiempo. Además, salgo muy caromonca escribió:Propongo a Ignorante como voluntario para traducirla.
Ignorante- Cantidad de envíos : 367
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Fecha de inscripción : 31/03/2009
Re: Mahler en la literatura.
Continuando con Mahler en la literatura, les apunto un par de extractos de dos relatos del psicólogo y escritor Juan Beat.
NO SOY BUK, PERO ME GUSTA MAHLER
El siseo era incesante, como el de un viejo acetato; sonaba mal el CD, pero era la quinta sinfonía, además tenía una cerveza, fría y esperando sobre la mesa; alguna vez quise ser un escritor y hacía lo necesario, hasta llegué a creerlo, pero pronto caí, me di cuenta que no soy Buk, pero aún así, me gusta Mahler, la cerveza y también Celine y Fante; después de muchos golpes, me di cuenta de mi vida, de que no era un escritor; algún día quise serlo, lo logré por momentos, pero ahora solo quiero tomar aspirinas y sentarme esperando que la muerte se digne a darme un empujón.
ALGUNA VEZ QUISE SER ESCRITOR
Volví a chatear en Mirc con Razor, hablamos más sobre Karina, sobre mi idea de estudiar cine y a las 5:30 a.m. puse a Mahler, me despedí de Zaira y le mandé un mensaje al móvil de Karina. Dormí con Mahler sonando en la radio y pensando a dónde ir el próximo sábado, quizás deba tomar un vuelo para la cantina más cercana, a una que no haya entrado, donde no sepan ni imaginen que alguna vez quise ser un escritor.
NO SOY BUK, PERO ME GUSTA MAHLER
El siseo era incesante, como el de un viejo acetato; sonaba mal el CD, pero era la quinta sinfonía, además tenía una cerveza, fría y esperando sobre la mesa; alguna vez quise ser un escritor y hacía lo necesario, hasta llegué a creerlo, pero pronto caí, me di cuenta que no soy Buk, pero aún así, me gusta Mahler, la cerveza y también Celine y Fante; después de muchos golpes, me di cuenta de mi vida, de que no era un escritor; algún día quise serlo, lo logré por momentos, pero ahora solo quiero tomar aspirinas y sentarme esperando que la muerte se digne a darme un empujón.
ALGUNA VEZ QUISE SER ESCRITOR
Volví a chatear en Mirc con Razor, hablamos más sobre Karina, sobre mi idea de estudiar cine y a las 5:30 a.m. puse a Mahler, me despedí de Zaira y le mandé un mensaje al móvil de Karina. Dormí con Mahler sonando en la radio y pensando a dónde ir el próximo sábado, quizás deba tomar un vuelo para la cantina más cercana, a una que no haya entrado, donde no sepan ni imaginen que alguna vez quise ser un escritor.
Moreno- Cantidad de envíos : 1407
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: Mahler en la literatura.
El siguiente extracto pertenece a Cortázar. La Ménades:
En realidad yo le tenía un enorme cariño al Maestro, que nos trajo buena música a esta ciudad sin arte, alejada de los grandes centros, donde hace diez años no se pasaba de La Traviata y la obertura de El Guaraní. El Maestro vino a la ciudad contratado por un empresario decidido, y armó esta orquesta que podía considerarse de primera línea. Poco a poco nos fue soltando Brahms, Mahler, los impresionistas, Strauss y Mussorgski. Al principio los abonados le gruñeron y el Maestro tuvo que achicar las velas y poner muchas "selecciones de ópera" en los programas; después empezaron a aplaudirle el Beethoven duro y parejo que nos plantaba, y al final lo ovacionaron por cualquier cosa, por sólo verlo, como ahora que su entrada estaba provocando un entusiasmo fuera de lo común. Pero a principios de temporada la gente tiene las manos frescas, aplaude con gusto, y además todo el mundo lo quería al Maestro que se inclinaba secamente, sin demasiada condescendencia, y se volvía a los músicos con su aire de jefe de brigantes.
En realidad yo le tenía un enorme cariño al Maestro, que nos trajo buena música a esta ciudad sin arte, alejada de los grandes centros, donde hace diez años no se pasaba de La Traviata y la obertura de El Guaraní. El Maestro vino a la ciudad contratado por un empresario decidido, y armó esta orquesta que podía considerarse de primera línea. Poco a poco nos fue soltando Brahms, Mahler, los impresionistas, Strauss y Mussorgski. Al principio los abonados le gruñeron y el Maestro tuvo que achicar las velas y poner muchas "selecciones de ópera" en los programas; después empezaron a aplaudirle el Beethoven duro y parejo que nos plantaba, y al final lo ovacionaron por cualquier cosa, por sólo verlo, como ahora que su entrada estaba provocando un entusiasmo fuera de lo común. Pero a principios de temporada la gente tiene las manos frescas, aplaude con gusto, y además todo el mundo lo quería al Maestro que se inclinaba secamente, sin demasiada condescendencia, y se volvía a los músicos con su aire de jefe de brigantes.
Moreno- Cantidad de envíos : 1407
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: Mahler en la literatura.
También hay una obra de teatro sobre Mahler. Su autor es Ronald Harwood, se titula "Mahler's Conversion" y fue estrenada en Londres en 2001.
Aquí tenéis el artículo de Wikipedia sobre el autor, que es un reputado guionista de cine:
http://en.wikipedia.org/wiki/Ronald_Harwood
Esta obra de teatro se ha publicado en forma de libro y la venden en Amazon:
http://www.amazon.co.uk/Mahlers-Conversion-Ronald-Harwood/dp/057121231X/ref=sr_1_1?ie=UTF8&s=books&qid=1257324163&sr=8-1
Y aquí tenéis un artículo de Norman Lebrecht sobre esta obra:
http://www.scena.org/columns/lebrecht/010926-NL-mahler.html
Aquí tenéis el artículo de Wikipedia sobre el autor, que es un reputado guionista de cine:
http://en.wikipedia.org/wiki/Ronald_Harwood
Esta obra de teatro se ha publicado en forma de libro y la venden en Amazon:
http://www.amazon.co.uk/Mahlers-Conversion-Ronald-Harwood/dp/057121231X/ref=sr_1_1?ie=UTF8&s=books&qid=1257324163&sr=8-1
Y aquí tenéis un artículo de Norman Lebrecht sobre esta obra:
http://www.scena.org/columns/lebrecht/010926-NL-mahler.html
Ignorante- Cantidad de envíos : 367
Localización : Asylum Ignorantiae
Fecha de inscripción : 31/03/2009
Re: Mahler en la literatura.
Siguiendo con Cortázar y su gran devoción por la música en general, les dejo un poema en el que también se incluye a Mahler junto con otros compositores.
Ándele
Como una carretilla de pedruscos
cayéndole en la espalda, vomitándole
su peso insoportable,
así le cae el tiempo a cada despertar.
Se quedó atrás, seguro, ya no puede
equiparar las cosas y los días,
cuando consigue contestar las cartas
y alarga el brazo hacia ese libro o ese disco,
suena el teléfono: a las nueve esta noche,
llegaron compañeros con noticias,
tenés que estar sin falta, viejo,
o es Claudine que reclama su salida o su almohada,
o Roberto con depre, hay que ayudarlo,
o simplemente las camisas sucias
amontonándose en la bañadera
como los diarios, las revistas, y ese
ensayo de Foucault, y la novela
de Erica Jong y esos poemas
de Sigifredo sin hablar de mil
trescientos grosso modo libros discos y películas,
más el deseo subrepticio de releer Tristram Shandy,
Zama, La vida breve, El Quijote, Sandokán,
y escuchar otra vez todo Mahler o Delius
todo Chopin todo Alban Berg,
y en la cinemateca Metrópolis, King Kong,
La barquera María, La edad de oro -Carajo,
la carretilla de la vida
con carga para cinco décadas, con sed
de viñedos enteros, con amores
que inevitablemente superponen
tres, cinco, siete mundos
que debieran latir consecutivos
y en cambio se combaten simultáneos
en lo que llaman poligamia y que tan sólo
es el miedo a perder tantas ventanas
sobre tantos paisajes, la esperanza
de un horizonte entero-
Ándele
Como una carretilla de pedruscos
cayéndole en la espalda, vomitándole
su peso insoportable,
así le cae el tiempo a cada despertar.
Se quedó atrás, seguro, ya no puede
equiparar las cosas y los días,
cuando consigue contestar las cartas
y alarga el brazo hacia ese libro o ese disco,
suena el teléfono: a las nueve esta noche,
llegaron compañeros con noticias,
tenés que estar sin falta, viejo,
o es Claudine que reclama su salida o su almohada,
o Roberto con depre, hay que ayudarlo,
o simplemente las camisas sucias
amontonándose en la bañadera
como los diarios, las revistas, y ese
ensayo de Foucault, y la novela
de Erica Jong y esos poemas
de Sigifredo sin hablar de mil
trescientos grosso modo libros discos y películas,
más el deseo subrepticio de releer Tristram Shandy,
Zama, La vida breve, El Quijote, Sandokán,
y escuchar otra vez todo Mahler o Delius
todo Chopin todo Alban Berg,
y en la cinemateca Metrópolis, King Kong,
La barquera María, La edad de oro -Carajo,
la carretilla de la vida
con carga para cinco décadas, con sed
de viñedos enteros, con amores
que inevitablemente superponen
tres, cinco, siete mundos
que debieran latir consecutivos
y en cambio se combaten simultáneos
en lo que llaman poligamia y que tan sólo
es el miedo a perder tantas ventanas
sobre tantos paisajes, la esperanza
de un horizonte entero-
Moreno- Cantidad de envíos : 1407
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: Mahler en la literatura.
SIEMPRE, SIEMPRE
(Gustav Mahler: La canción de la tierra)
(Gustav Mahler: La canción de la tierra)
En el primer capítulo del Libro de la Vida, cuenta Teresa de Jesús esto de su padre:
Era aficionado a leer buenos libros y así los tenía de romances para que los leyesen sus hijos.
Se reunía la niña con su hermano Rodrigo a leer vidas de Santos y su ejemplo les animaba para marchar a tierras de moros, “para que allá nos descabezasen”. Lo que más impresión le causaba, en la lectura, era una palabra terrible, que la santa repite tres veces:
Espantábamos mucho el decir que pena y gloria era para siempre, en lo que leímos. Acaecianos estar muchos ratos tratando de esto y gustábamos de decir muchas veces: ¡para siempre, siempre, siempre!
Me he acordado de este pasaje al escuchar una de las músicas más estremecedoras que conozco, el tiempo final de La canción de la tierra, de Gustav Mahler. La obra concluye con la repetición, diez o doce veces, de esa misma palabra:
Ewig… ewig… (“Siempre… siempre…”)
Por encima de los siglos, dos personalidades geniales se unen en su admiración ante este misterio: justamente porque vamos a morir tenemos, en expresión de Unamuno, “hambre de inmortalidad”; como sentimos cada día La herida del tiempo (Priestley), nos fascina la eternidad.
La reciente popularización de Mahler no es una simple moda causada por una bellísima película, Muerte en Venecia, de Luchino Visconti. Es mucho más; en este fin de siglo, a Mahler –y a su música- los sentimos muy próximos: su dolor, su búsqueda angustiosa, su humor tragico. Sin ser creyente, estaba abierto permanentemente al misterio. (Esa era, por cierto, la palabra que había que adivinar en la charada inicial de El tiempo y los Conway.)
En esto coincide con lo mejor del arte contemporáneo, tal como lo define el pintor Georges Braque:
El arte está hecho para inquietar, la ciencia tranquiliza.
Evidentemente, hoy podríamos aceptar la primera parte de la frase, no la segunda. Coincide también Mahler con la búsqueda que caracteriza a la literatura de nuestro tiempo, según Ernesto Sábato:
Decía Donne que nadie duerme en la carreta que lo conduce de la cárcel al patíbulo, y que, sin embargo, todos dormimos desde la matriz hasta la sepultura, o no estamos enteramente despiertos. Una de las misiones de la gran literatura: despertar al hombre que viaja hacia el patíbulo.
A comienzos de siglo, no se queda Mahler en la atrayente sensualidad del impresionismo, avanza hacia el grito desgarrador –recuérdense los cuadros de Munch y Nolde- que supone expresionismo. No es extraño que le apasionaran escritores como Nietzsche o Dostoievski.
Hoy, la revalorización de Mahler suele ir unida a la de Bruckner. Los dos coinciden, en efecto, en varias cosas: sinfonismo de base germánica, post-romanticismo, la música como aspiración trascendental. Pero también difieren en cuestiones básicas.
Bruckner es un absoluto creyente: ¡feliz él!. Mahler, en cambio, es un hombre angustiado que, a veces, cree ver la luz pero, otras muchas, se hunde en las tinieblas. (¿A quién sentimos más cerca?)
Bruckner, además, es absolutamente serio. En Mahler, en cambio, es esencial el humor: un humor trágico, que concilia el pesimismo desolado con el lirismo de la naturaleza, la compasión por los seres que sufren, las canciones de los niños muertos (Kindertotenlieder)…
Canta Bruckner al “templo de la naturaleza”. Lo mismo hace Mahler, es cierto, pero también refleja las chaplinianas Luces de la ciudad, por la noche. Su sinfonismo posee una raíz muy clara: la canción popular. Su búsqueda (Das Klagende Lied), su serena desesperación (“Ce que làmour me dit”, en la Tercera Sinfonía) son paralelas al mundo dorado del pintor Klimt –otro Gustav- pero también a las sombras inquietantes de Franz Kafka.
En la Florencia deslumbrante del siglo XV, Lorenzo de Médicis cantaba así a la juventud:
Quant’è bella giovinezza
che si fugge tutta via.
Chi vuol esser lieto, sia;
Di doman, non c’è certezza
(“¡Qué hermosa es la juventud, que huye, tan veloz! El que quiera ser feliz, que se apresure a serlo: el mañana no es seguro.”)
El tercer tiempo de la obra de Mahler es un brevísimo –menos de tres minutos- canto “A la juventud”: un pabellón de porcelana, un puente de jade, los amigos que beben y bromean, o escriben versos; el agua tranquila, que refleja el puente, como una media luna.
Conduce eso al tema del cuarto tiempo, “A la belleza”: los jóvenes con flores, los caballos, el sol de oro, el aire perfumado… En medio de la belleza, estallan la tempestad y el dolor:
La más bella de las jóvenes sigue con su mirada
nostálgica al hermoso caballero.
Su belleza orgullosa es sólo una máscara:
en el fuego de sus ojos,
en la noche de su mirada ardiente,
lo está llamando su corazón dolorido.
Otro tiempo musical muy breve se dedica a “El borracho en primavera”. A los españoles, el comienzo nos recuerda a Calderón de la Barca:
Si la vida no es más que un sueño…
Pero la conclusión oriental es muy distinta:
…¿para qué tanta pena, tanto tormento?
Con tono más directo, más bronco, lo decía la canción castellana de carnaval:
Hoy comamos
y bebamos
que mañana ayunaremos.
¿Ayunaremos o moriremos? Que lo interprete cada uno a su manera. Cuando el borracho oriental se despierta, oye cantar a un pájaro. Como en el verso de Antonio Machado, “la primavera ha venido”. El borracho sigue llorando y vaciando su vaso, hasta que se queda dormido:
¿Qué tengo que ver yo con la primavera?
¡Dejadme seguir borracho!
Llegamos al último tiempo, “La despedida”: más de treinta minutos; por sí solo, una obra completa. (Igual sucede en el último tiempo de otra sinfonía de Mahler, la Sexta.)
Estamos en el crepúsculo: cae el sol, flota la luna en el firmamento como una barca de plata, la tierra entera duerme y descansa, pero yo espero a mi amigo para despedirme, para compartir con él la belleza de esta tarde. Mi soledad me hace cantar:
¡Oh belleza! ¡Oh mundo, borracho ya para siempre de amor y de vida!
Llega mi amigo y me da la copa del adiós. Mi corazón espera con tranquilidad su última hora. En contraste, la tierra amada florece de nuevo, igual que todas las primaveras:
Por todas partes y eternamente, el horizonte será azul.
El moribundo escucha la voz femenina que se repite muchas veces, cada vez más lejos, como una marea que va retirándose:
(“Ewig… ewig… ewig…”)
La partitura indica, aquí:
(Muriendo del todo.)
Con su unión de poesía y música, esta despedida es uno de los momentos más mágicos que ha creado el arte de nuestro siglo: casi una meditación zen, el último canto a la vida, antes de cerrar los ojos. En este final, dice Ernst Bloch, estamos “tocando lo eterno”.
¿A qué otra cosa puede aspirar el arte? Saltando por encima del tiempo, Gustav Mahler se identifica con un poeta chino del siglo VIII. Sus versos me han traído a mí, al recuerdo los de Lorenzo el Magnífico y Calderón de la Barca. Y la coincidencia con Teresa de Jesús en la misma palabra, que expresa el máximo misterio.
La canción de la tierra la estrenó Bruno Walter el 20 de noviembre de 1911. Mahler había muerto el 18 de mayo, seis meses antes. En el programa del estreno, incluyó también –en contra de las indicaciones del autor- otra obra suya, la Segunda Sinfonía, la llamada Resurrección (la única esperanza, después de la muerte).
Por suerte para nosotros, la letra y la música siguen sonando:
Siempre… siempre…
---------------------------------------------------------------------------Era aficionado a leer buenos libros y así los tenía de romances para que los leyesen sus hijos.
Se reunía la niña con su hermano Rodrigo a leer vidas de Santos y su ejemplo les animaba para marchar a tierras de moros, “para que allá nos descabezasen”. Lo que más impresión le causaba, en la lectura, era una palabra terrible, que la santa repite tres veces:
Espantábamos mucho el decir que pena y gloria era para siempre, en lo que leímos. Acaecianos estar muchos ratos tratando de esto y gustábamos de decir muchas veces: ¡para siempre, siempre, siempre!
Me he acordado de este pasaje al escuchar una de las músicas más estremecedoras que conozco, el tiempo final de La canción de la tierra, de Gustav Mahler. La obra concluye con la repetición, diez o doce veces, de esa misma palabra:
Ewig… ewig… (“Siempre… siempre…”)
Por encima de los siglos, dos personalidades geniales se unen en su admiración ante este misterio: justamente porque vamos a morir tenemos, en expresión de Unamuno, “hambre de inmortalidad”; como sentimos cada día La herida del tiempo (Priestley), nos fascina la eternidad.
La reciente popularización de Mahler no es una simple moda causada por una bellísima película, Muerte en Venecia, de Luchino Visconti. Es mucho más; en este fin de siglo, a Mahler –y a su música- los sentimos muy próximos: su dolor, su búsqueda angustiosa, su humor tragico. Sin ser creyente, estaba abierto permanentemente al misterio. (Esa era, por cierto, la palabra que había que adivinar en la charada inicial de El tiempo y los Conway.)
En esto coincide con lo mejor del arte contemporáneo, tal como lo define el pintor Georges Braque:
El arte está hecho para inquietar, la ciencia tranquiliza.
Evidentemente, hoy podríamos aceptar la primera parte de la frase, no la segunda. Coincide también Mahler con la búsqueda que caracteriza a la literatura de nuestro tiempo, según Ernesto Sábato:
Decía Donne que nadie duerme en la carreta que lo conduce de la cárcel al patíbulo, y que, sin embargo, todos dormimos desde la matriz hasta la sepultura, o no estamos enteramente despiertos. Una de las misiones de la gran literatura: despertar al hombre que viaja hacia el patíbulo.
A comienzos de siglo, no se queda Mahler en la atrayente sensualidad del impresionismo, avanza hacia el grito desgarrador –recuérdense los cuadros de Munch y Nolde- que supone expresionismo. No es extraño que le apasionaran escritores como Nietzsche o Dostoievski.
Hoy, la revalorización de Mahler suele ir unida a la de Bruckner. Los dos coinciden, en efecto, en varias cosas: sinfonismo de base germánica, post-romanticismo, la música como aspiración trascendental. Pero también difieren en cuestiones básicas.
Bruckner es un absoluto creyente: ¡feliz él!. Mahler, en cambio, es un hombre angustiado que, a veces, cree ver la luz pero, otras muchas, se hunde en las tinieblas. (¿A quién sentimos más cerca?)
Bruckner, además, es absolutamente serio. En Mahler, en cambio, es esencial el humor: un humor trágico, que concilia el pesimismo desolado con el lirismo de la naturaleza, la compasión por los seres que sufren, las canciones de los niños muertos (Kindertotenlieder)…
Canta Bruckner al “templo de la naturaleza”. Lo mismo hace Mahler, es cierto, pero también refleja las chaplinianas Luces de la ciudad, por la noche. Su sinfonismo posee una raíz muy clara: la canción popular. Su búsqueda (Das Klagende Lied), su serena desesperación (“Ce que làmour me dit”, en la Tercera Sinfonía) son paralelas al mundo dorado del pintor Klimt –otro Gustav- pero también a las sombras inquietantes de Franz Kafka.
En la Florencia deslumbrante del siglo XV, Lorenzo de Médicis cantaba así a la juventud:
Quant’è bella giovinezza
che si fugge tutta via.
Chi vuol esser lieto, sia;
Di doman, non c’è certezza
(“¡Qué hermosa es la juventud, que huye, tan veloz! El que quiera ser feliz, que se apresure a serlo: el mañana no es seguro.”)
El tercer tiempo de la obra de Mahler es un brevísimo –menos de tres minutos- canto “A la juventud”: un pabellón de porcelana, un puente de jade, los amigos que beben y bromean, o escriben versos; el agua tranquila, que refleja el puente, como una media luna.
Conduce eso al tema del cuarto tiempo, “A la belleza”: los jóvenes con flores, los caballos, el sol de oro, el aire perfumado… En medio de la belleza, estallan la tempestad y el dolor:
La más bella de las jóvenes sigue con su mirada
nostálgica al hermoso caballero.
Su belleza orgullosa es sólo una máscara:
en el fuego de sus ojos,
en la noche de su mirada ardiente,
lo está llamando su corazón dolorido.
Otro tiempo musical muy breve se dedica a “El borracho en primavera”. A los españoles, el comienzo nos recuerda a Calderón de la Barca:
Si la vida no es más que un sueño…
Pero la conclusión oriental es muy distinta:
…¿para qué tanta pena, tanto tormento?
Con tono más directo, más bronco, lo decía la canción castellana de carnaval:
Hoy comamos
y bebamos
que mañana ayunaremos.
¿Ayunaremos o moriremos? Que lo interprete cada uno a su manera. Cuando el borracho oriental se despierta, oye cantar a un pájaro. Como en el verso de Antonio Machado, “la primavera ha venido”. El borracho sigue llorando y vaciando su vaso, hasta que se queda dormido:
¿Qué tengo que ver yo con la primavera?
¡Dejadme seguir borracho!
Llegamos al último tiempo, “La despedida”: más de treinta minutos; por sí solo, una obra completa. (Igual sucede en el último tiempo de otra sinfonía de Mahler, la Sexta.)
Estamos en el crepúsculo: cae el sol, flota la luna en el firmamento como una barca de plata, la tierra entera duerme y descansa, pero yo espero a mi amigo para despedirme, para compartir con él la belleza de esta tarde. Mi soledad me hace cantar:
¡Oh belleza! ¡Oh mundo, borracho ya para siempre de amor y de vida!
Llega mi amigo y me da la copa del adiós. Mi corazón espera con tranquilidad su última hora. En contraste, la tierra amada florece de nuevo, igual que todas las primaveras:
Por todas partes y eternamente, el horizonte será azul.
El moribundo escucha la voz femenina que se repite muchas veces, cada vez más lejos, como una marea que va retirándose:
(“Ewig… ewig… ewig…”)
La partitura indica, aquí:
(Muriendo del todo.)
Con su unión de poesía y música, esta despedida es uno de los momentos más mágicos que ha creado el arte de nuestro siglo: casi una meditación zen, el último canto a la vida, antes de cerrar los ojos. En este final, dice Ernst Bloch, estamos “tocando lo eterno”.
¿A qué otra cosa puede aspirar el arte? Saltando por encima del tiempo, Gustav Mahler se identifica con un poeta chino del siglo VIII. Sus versos me han traído a mí, al recuerdo los de Lorenzo el Magnífico y Calderón de la Barca. Y la coincidencia con Teresa de Jesús en la misma palabra, que expresa el máximo misterio.
La canción de la tierra la estrenó Bruno Walter el 20 de noviembre de 1911. Mahler había muerto el 18 de mayo, seis meses antes. En el programa del estreno, incluyó también –en contra de las indicaciones del autor- otra obra suya, la Segunda Sinfonía, la llamada Resurrección (la única esperanza, después de la muerte).
Por suerte para nosotros, la letra y la música siguen sonando:
Siempre… siempre…
Título: Momentos mágicos de la literatura
Autor: Andrés Amorós
Editor: Editorial Castalia, 1999
ISBN: 9788470398018
N.º de páginas 398 páginas
Última edición por Moreno el 30/12/2009, 10:45, editado 1 vez
Moreno- Cantidad de envíos : 1407
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Re: Mahler en la literatura.
Andres Amorós es un magnífico divulgador de la cultura. Seguro que este texto ha despertado la curiosidad por Mahler en muchos de sus lectores. ¡Y la coincidencia con Santa Teresa es espectacular!
Ignorante- Cantidad de envíos : 367
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Re: Mahler en la literatura.
Moreno escribió:Me he acordado de este pasaje al escuchar una de las músicas más estremecedoras que conozco, el tiempo final de La canción de la tierra, de Gustav Mahler. La obra concluye con la repetición, diez o doce veces, de esa misma palabra:
Ewig… ewig… (“Siempre… siempre…”)$
También me ha parecido un muy interesante texto. Me surge leyéndolo la cuestión anecdótica de cuantos ewig enuncia la contralto. Diez, doce me parecen muchos. En algún sitio había leído que siete, como el número bíblico, pero en otros nueve. Alguno se ha parado a contarlos.
Psanquin- administrador
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Re: Mahler en la literatura.
Disculpen si fue algo obvio pero nadie dijo nada aun del "Doktor Faustus" de Thomas Mann. Alli es donde algunas piezas escritas por el protagonista-compositor, Adrian Leverkuhn, llevan parrafos descriptivos largos, y al parecer Mann baso un par de ellos en movimientos de Mahler. Especificamente: El Nachtmusik I y Andante Amoroso de la Septima, y creo, una de las canciones.
Algunos detalles mas vaogs por alli en el post:
http://statework.blogspot.com/2008/12/mahler-seventh-that-recalls-its.html
Pero segun yo esto ya ha de ser cuento viejo, no?
Algunos detalles mas vaogs por alli en el post:
http://statework.blogspot.com/2008/12/mahler-seventh-that-recalls-its.html
Pero segun yo esto ya ha de ser cuento viejo, no?
Re: Mahler en la literatura.
Efectivamente, en las obras de Thomas Mann Mahler está presente como mínimo en "La muerte en Venecia" y en "Doctor Fausto". A ver si alguien se las lee y nos cuenta algo.
Ignorante- Cantidad de envíos : 367
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Re: Mahler en la literatura.
MANIFIESTO DEL ARTE ABSOLUTO
La poesía, si superamos su significado puramente literario, podemos definirla como motor y eje de cualquier motivación artística, o, incluso, vital. Este concepto de «lo poético» está relacionado con el de «duende» (no confundir con inspiración) del que tanto hablara el poeta Federico García Lorca, y que se manifiesta en las cuevas de Altamira, en Botticelli, en Mozart o en Berg; «duende» que, hermanado con la intuición creativa, incita a la obra artística incluso desde los postulados más racionalistas. Lorca lo definió con estas palabras: «el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar».
Una obra con valores poéticos conmueve, aunque sea en su contra, al receptor, pero no le deja indiferente. Sólo el arte mediocre nos conduce a la indolencia o al sopor. Por contra la obra maestra nos obliga a desembocar en la intemperancia maravillosa.
La correspondencia, por ejemplo, entre poesía y pintura se remonta a la antigua Grecia con sentencias como la siguiente de Simónides de Ceos (556-467 a.C.): «La pintura es una poesía silenciosa, y la poesía una pintura parlante». A pesar de la separación entre disciplinas y géneros, el arte tiende a la unidad con objeto de formar un Todo, es decir, una «obra de arte total» como sentenciaba Wagner en su ensayo: Obra de arte del porvenir (1849), o como Kandinsky promulgaba con la correspondencia entre colores y notas musicales en el texto: De lo espiritual en el arte (1912). Ambos autores están próximos a las teorías del compositor Alexander Scriabin que utilizaba representaciones visuales paralelas a la música y aseguraba que sólo ambas a la vez eran su obra. En palabras de Benedetto Croce: «…el concepto del arte como intuición excluye también la concepción del arte como producción de clases, de tipos, de especies y de géneros…».
¿En qué género ubicamos Finnegans Wake o Ulises de James Joyce? ¿O Paradiso de José Lezama Lima? ¿En qué género o disciplina situamos la poesía visual? ¿Es literatura, o pertenece a las artes plásticas?
La separación entre géneros y disciplinas artísticas es irreal, sólo válida como sistema pedagógico de aprendizaje «elemental». ¿Bajo qué perspectivas artísticas o literarias juzgamos las notas para El Gran Vidrio de Marcel Duchamp? Para unos se trata de un simple apoyo al placer estético que se experimenta frente a la obra, para otros de un interesante libro-collage en sí mismo, mezcla de filosofía, criterios artísticos y, por supuesto, poesía. El mismo problema nos podemos plantear ante las creaciones de artistas como Joseph Kosuth quien, en una de sus exposiciones, colgó lienzos que contenían exclusivamente definiciones, obtenidas del diccionario, de palabras como «arte», «agua», «nada». O ante John Baldessari que incluyó en algunas de sus pinturas frases con un marcado estilo publicitario recomendando la obra al espectador. O frente los análisis lingüísticos sobre la frase: «Keith Arnatt is artist», expuestos por el propio Arnatt en 1972 en la Tate Gallery de Londres.
Afirmamos que existe Un Arte único e indisoluble, que se puede manifestar en diferentes soportes. Una única esencia del Arte: la poesía. Un único tipo de artista: el poeta, sea cual sea la forma artística en la que se exprese.
Richard Wagner concibió «la obra de arte total» y propuso la ópera como medio para alcanzar la fusión de diversas disciplinas. Como él mismo decía: «crear un producto que aúne poesía, música, drama y expresión de sentimientos». Éste ha sido el camino por el que han optado muchos artistas desde entonces. Entre ellos se contó Kandinsky cuando, considerando la herencia de Wagner, expuso sus ideales sobre la coincidencia entre música y pintura. Kandinsky describe efectos de luz, color y oscuridad y los pone en relación directa con el tipo de música que debiera acompañarlos. La teoría de un compositor es tomada como base para la práctica de un pintor: una demostración del arte indisoluble. Con idéntico ánimo se estrenó en 1913 en San Petesburgo la ópera: Victoria sobre el sol, con música dodecafónica del entonces joven compositor Matiuchin, poemas de sonido alogístico del futurista ruso Kruchenik y decorados de Malevich, creador del movimiento plástico denominado suprematismo. Un gran triunfo de las ideas de Wagner llevadas al terreno de la vanguardia de principios del siglo XX.
También podemos mencionar en este mismo plano la ópera Edipo Rey con texto de Jean Cocteau y música de Igor Strawinsky. Son igualmente importantes las aportaciones de pintores al mundo escénico. Como Picasso con Parade (1916) con música de Erik Satie o Pulcinella (1920) con música de Igor Strawinsky. Así como las incursiones escénicas de Dalí, con escenografía y decorados para ballets como Tristán Loco (1944) u obras teatrales como Mariana Pineda (1928) de Federico García Lorca.
Con similar inquietud, pero tratando de capturar la esencia de la obra sin valerse de citas textuales o iconográficas, podemos citar la composición de Debussy Preludio a la siesta de un fauno, inspirada en el poema de Sthéphane Mallarmé La siesta de un fauno.
Joan Miró mezcló varios ingredientes artísticos al interpolar palabras o frases en la composición plástica de algunos de sus lienzos. Asimismo, en 1912, Arnold Schoenberg puso música a siete poemas de Albert Giraud en Pierrot lunar, cuya partitura inspiraría en 1962 a Glen Tettley un ballet en un acto.
La literatura ha tiranizado siempre a los demás soportes, por ello los músicos se han visto obligados a imponer la música sobre la palabra en la ópera, y ciertos artistas plásticos se han referido, con cierta cólera, a la necesidad de independencia de la pintura respecto de lo “literario”. Sin embargo tanto unas disciplinas como otras han colaborado en innumerables ocasiones. Sirvan de muestra ejemplos anteriormente referidos.
Respecto a estas cuestiones es necesario citar a Antoni Tápies: «Sea como sea, con éxitos y caídas, es innegable ya que hay un cierto tipo de literatura que participa a menudo del mundo de la imagen plástica, tanto como una cierta plástica -a pesar de tantas luchas para conseguir una independencia lingüística- que quiera participar también (y por más que ellos suene a sacrificio a algunos “modernos”) de una especial comunicación literaria, incluso teatral y activa”.
Para el asegurar el avance del Arte, en cualquier dirección, es necesaria e imprescindible la clara visión de Un Arte, Un Artista y Una Obra. Son incontables los casos de músicos escritores (Richard Wagner), pintores escritores (Salvador Dalí), escritores pintores (Víctor Hugo), músicos pintores (Arnold Schoenberg), etc.; pero no nos referimos a ellos, sino a su capacidad expresada sobre soportes creativos diversos.
La correspondencia entre pintores y músicos se agilizó cuando la pintura asimiló la abstracción lírica. Una audición provocaba un estado de ánimo que luego el artista podía plasmar en su obra sin preocuparse de lo representativo, figurativo o de la escena a reflejar, es decir, eludía lo anecdótico para ir directamente a la sustancia. Sin embargo la literatura siempre ha tenido ciertas reticencias a dar pasos hacia la irracionalidad, o más bien hacia el impulso instantáneo, a pesar de los ejercicios de escritura automática introducidos por los surrealistas alrededor de 1924.
La música se ha relacionado con la literatura bajo diversos aspectos como el Lied. Esta tradición se remonta a la creación, en la antigüedad, de himnos a los dioses con acompañamiento de címbalos y oros instrumentos. Ya más cercanos en el tiempo situamos a los trovadores de la Edad Media. Aunque fue Franz Schubert (1797-1828) quien desarrolló en occidente, en tiempos recientes y con suma brillantez, con su lieder la conjunción de música y palabra, sin desmerecer a muchos de sus predecesores como Mozart. Por aquel entonces tan sólo eran precisos un piano y una voz para interpretar los poemas musicados de Schubert. Más entrado el siglo XIX Franz Liszt (1811-1886) acuñó el término poema sinfónico y bajo esta denominación agrupa, entre otras, las composiciones: Tasso, lamento e triunfo, Los preludios u Orfeo. (Poemas sinfónicos números 2, 3 y 4 respectivamente). Tal fórmula la desarrolla Richard Strauss (1864-1949) en composiciones inspiradas en personajes clásicos como Don Juan (1888) o Don Quijote (1897). Por otra parte, en 1908, Gustav Mahler (1860-1911) pone música a algunos textos de La flauta china de Hans Bethge y lleva a cabo lo que podríamos llamar lied sinfónico: Das lied von der erde (1908).
En el poema sinfónico el compositor pretende trasladar a lenguaje música un texto escrito, con frecuencia un poema.. En ocasiones el músico procura diferenciar los rasgos principales de la trama. Lo concreto se hace abstracto. La música tiende la mano a la literatura.
Ha llegado el momento de recoger el ofrecimiento de la música pasando por las artes plásticas, es decir, que la literatura recorra el camino en sentido inverso al que lo ha venido haciendo hasta ahora. La literatura ha sido empujada por la concreción desde que se separó de la función mágica que en tiempos primitivos –probablemente- mantenía unidas todas las artes. A esta misma unidad es a la que tienden desde su disolución. La literatura, la poesía, necesitan servirse de palabras para provocar emociones sin necesidad de recurrir a una trama y sin dejar que las ideas eternamente referidas la dominen. Se debe emplear para ello imágenes que evoquen en el lector temor, ternura, placer o dolor, e indagar en el simbolismo –semántico y fonético– para realzar lo que pretende comunicar. En definitiva, se debe abstraer el lenguaje, que es pura abstracción, vomitar la esencia. No importa por qué el autor está triste o alegre, o por qué desea hacérselo saber al lector; lo que interesa es comunicarlo.
El poeta debe ser consciente de elementos pictóricos que pueden enriquecer su creación. Un color no simboliza la vida, el amor o la muerte: un color Es la vida, el amor o la muerte.
Las palabras poseen un simbolismo fónico que, independientemente de su significado, les concede unas características propias. Pueden poseer una sonoridad dulce y una acepción amarga o viceversa. La liberación del significado permite al autor emplear la palabra según su criterio estético. «La escritura propone incesantemente un significado que continuamente se evapora, transportando a una sistemática exención de significado», expuso Rolan Barthes.
Lo referido facilita la creación sobre otras bases artísticas. Un buen aliado para este propósito podemos hallarlo en el método paranoico-crítico de Salvador Dalí, aunque, por supuesto, las posibilidades son infinitas.
El escritor filtra la visión de un cuadro o la audición de una composición musical a través de sus sentidos, atiende a su sensibilidad para averiguar qué sensaciones provocan en él y las plasma con palabras haciendo uso del ultra subjetivismo. El producto escrito pasa a manos del receptor, que debe situarse ante la lectura dejando que las palabras se deslicen, evitando cualquier análisis o hiper racionalización, dejando que su intuición y sensibilidad traduzca el texto a su entendimiento. De este modo el lector recreara su visión particular sobre la obra que, sin duda, será tan válida como la del autor en el momento de la creación. La propuesta es devolver sensaciones siguiendo el desarrollo de las ideas encadenadas.
En conclusión, podemos definir al Arte Absoluto como una fórmula alquímico–artística que cree en un sentido del Arte que supera los géneros y las disciplinas. A su vez promueve principalmente la obra artística que utiliza como antecedente o inspiración otra creación en su mismo u otro soporte. Del mismo modo se pueden considerar obras de Arte Absoluto las creaciones colectivas concebidas con el objetivo de una plasmación unitaria.
Ejemplos de obras de Arte Absoluto, tal y como ha quedado definido, pueden considerarse las siguientes. Poema del cante jondo (1921) de Federico García Lorca, donde el poeta intenta llevar a la literatura las particulares características del cante jondo. A la pintura (1945-1952) de Rafael Alberti. La mayor parte de la poesía de Juan-Eduardo Cirlot íntimamente relacionada con la plástica y la música de vanguardia, sobre todo con la dodecafónica. Los poemas-collage de Carlos Edmundo de Ory. El poema El Cristo de Velázquez de Miguel de Unamuno. La poesía fonética desde el futurismo hasta el simbolismo fónico de un poeta como Francisco Pino. Vías de agua (Recitativo) (1956-1957) de Gabriel Celaya. Por representar una forma musical en verso, el poemario Cantata en el iceberg (1995) de Antonio Fernández Molina. Los lados del cubo (1973) de Gabino Alejandro Carriedo, en el que se rinde tributo a la pintura y la arquitectura.
Apuntes para un teatro total, claramente emparentado con el concepto que nos ocupa, se da en el teatro de Cervantes. A este respecto Jean Caravaggio dice: “…el polifacetismo de Pedro de Urdemalas podría prestarse a un montaje eclecticista dentro de un espectáculo total capaz de integrar los valores plásticos y sonoros de la comedia”, En la misma corriente escénica podemos incluir tanto a los autos sacramentales de Calderón de la Barca como a las ceremonias del movimiento Pánico creado en 1960 en París por Arrabal, Jodorowsky y Topor. En especial podemos hacer alusión a la ópera pánica de Fernando Arrabal Ars Amandi.
La poesía, si superamos su significado puramente literario, podemos definirla como motor y eje de cualquier motivación artística, o, incluso, vital. Este concepto de «lo poético» está relacionado con el de «duende» (no confundir con inspiración) del que tanto hablara el poeta Federico García Lorca, y que se manifiesta en las cuevas de Altamira, en Botticelli, en Mozart o en Berg; «duende» que, hermanado con la intuición creativa, incita a la obra artística incluso desde los postulados más racionalistas. Lorca lo definió con estas palabras: «el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar».
Una obra con valores poéticos conmueve, aunque sea en su contra, al receptor, pero no le deja indiferente. Sólo el arte mediocre nos conduce a la indolencia o al sopor. Por contra la obra maestra nos obliga a desembocar en la intemperancia maravillosa.
La correspondencia, por ejemplo, entre poesía y pintura se remonta a la antigua Grecia con sentencias como la siguiente de Simónides de Ceos (556-467 a.C.): «La pintura es una poesía silenciosa, y la poesía una pintura parlante». A pesar de la separación entre disciplinas y géneros, el arte tiende a la unidad con objeto de formar un Todo, es decir, una «obra de arte total» como sentenciaba Wagner en su ensayo: Obra de arte del porvenir (1849), o como Kandinsky promulgaba con la correspondencia entre colores y notas musicales en el texto: De lo espiritual en el arte (1912). Ambos autores están próximos a las teorías del compositor Alexander Scriabin que utilizaba representaciones visuales paralelas a la música y aseguraba que sólo ambas a la vez eran su obra. En palabras de Benedetto Croce: «…el concepto del arte como intuición excluye también la concepción del arte como producción de clases, de tipos, de especies y de géneros…».
¿En qué género ubicamos Finnegans Wake o Ulises de James Joyce? ¿O Paradiso de José Lezama Lima? ¿En qué género o disciplina situamos la poesía visual? ¿Es literatura, o pertenece a las artes plásticas?
La separación entre géneros y disciplinas artísticas es irreal, sólo válida como sistema pedagógico de aprendizaje «elemental». ¿Bajo qué perspectivas artísticas o literarias juzgamos las notas para El Gran Vidrio de Marcel Duchamp? Para unos se trata de un simple apoyo al placer estético que se experimenta frente a la obra, para otros de un interesante libro-collage en sí mismo, mezcla de filosofía, criterios artísticos y, por supuesto, poesía. El mismo problema nos podemos plantear ante las creaciones de artistas como Joseph Kosuth quien, en una de sus exposiciones, colgó lienzos que contenían exclusivamente definiciones, obtenidas del diccionario, de palabras como «arte», «agua», «nada». O ante John Baldessari que incluyó en algunas de sus pinturas frases con un marcado estilo publicitario recomendando la obra al espectador. O frente los análisis lingüísticos sobre la frase: «Keith Arnatt is artist», expuestos por el propio Arnatt en 1972 en la Tate Gallery de Londres.
Afirmamos que existe Un Arte único e indisoluble, que se puede manifestar en diferentes soportes. Una única esencia del Arte: la poesía. Un único tipo de artista: el poeta, sea cual sea la forma artística en la que se exprese.
Richard Wagner concibió «la obra de arte total» y propuso la ópera como medio para alcanzar la fusión de diversas disciplinas. Como él mismo decía: «crear un producto que aúne poesía, música, drama y expresión de sentimientos». Éste ha sido el camino por el que han optado muchos artistas desde entonces. Entre ellos se contó Kandinsky cuando, considerando la herencia de Wagner, expuso sus ideales sobre la coincidencia entre música y pintura. Kandinsky describe efectos de luz, color y oscuridad y los pone en relación directa con el tipo de música que debiera acompañarlos. La teoría de un compositor es tomada como base para la práctica de un pintor: una demostración del arte indisoluble. Con idéntico ánimo se estrenó en 1913 en San Petesburgo la ópera: Victoria sobre el sol, con música dodecafónica del entonces joven compositor Matiuchin, poemas de sonido alogístico del futurista ruso Kruchenik y decorados de Malevich, creador del movimiento plástico denominado suprematismo. Un gran triunfo de las ideas de Wagner llevadas al terreno de la vanguardia de principios del siglo XX.
También podemos mencionar en este mismo plano la ópera Edipo Rey con texto de Jean Cocteau y música de Igor Strawinsky. Son igualmente importantes las aportaciones de pintores al mundo escénico. Como Picasso con Parade (1916) con música de Erik Satie o Pulcinella (1920) con música de Igor Strawinsky. Así como las incursiones escénicas de Dalí, con escenografía y decorados para ballets como Tristán Loco (1944) u obras teatrales como Mariana Pineda (1928) de Federico García Lorca.
Con similar inquietud, pero tratando de capturar la esencia de la obra sin valerse de citas textuales o iconográficas, podemos citar la composición de Debussy Preludio a la siesta de un fauno, inspirada en el poema de Sthéphane Mallarmé La siesta de un fauno.
Joan Miró mezcló varios ingredientes artísticos al interpolar palabras o frases en la composición plástica de algunos de sus lienzos. Asimismo, en 1912, Arnold Schoenberg puso música a siete poemas de Albert Giraud en Pierrot lunar, cuya partitura inspiraría en 1962 a Glen Tettley un ballet en un acto.
La literatura ha tiranizado siempre a los demás soportes, por ello los músicos se han visto obligados a imponer la música sobre la palabra en la ópera, y ciertos artistas plásticos se han referido, con cierta cólera, a la necesidad de independencia de la pintura respecto de lo “literario”. Sin embargo tanto unas disciplinas como otras han colaborado en innumerables ocasiones. Sirvan de muestra ejemplos anteriormente referidos.
Respecto a estas cuestiones es necesario citar a Antoni Tápies: «Sea como sea, con éxitos y caídas, es innegable ya que hay un cierto tipo de literatura que participa a menudo del mundo de la imagen plástica, tanto como una cierta plástica -a pesar de tantas luchas para conseguir una independencia lingüística- que quiera participar también (y por más que ellos suene a sacrificio a algunos “modernos”) de una especial comunicación literaria, incluso teatral y activa”.
Para el asegurar el avance del Arte, en cualquier dirección, es necesaria e imprescindible la clara visión de Un Arte, Un Artista y Una Obra. Son incontables los casos de músicos escritores (Richard Wagner), pintores escritores (Salvador Dalí), escritores pintores (Víctor Hugo), músicos pintores (Arnold Schoenberg), etc.; pero no nos referimos a ellos, sino a su capacidad expresada sobre soportes creativos diversos.
La correspondencia entre pintores y músicos se agilizó cuando la pintura asimiló la abstracción lírica. Una audición provocaba un estado de ánimo que luego el artista podía plasmar en su obra sin preocuparse de lo representativo, figurativo o de la escena a reflejar, es decir, eludía lo anecdótico para ir directamente a la sustancia. Sin embargo la literatura siempre ha tenido ciertas reticencias a dar pasos hacia la irracionalidad, o más bien hacia el impulso instantáneo, a pesar de los ejercicios de escritura automática introducidos por los surrealistas alrededor de 1924.
La música se ha relacionado con la literatura bajo diversos aspectos como el Lied. Esta tradición se remonta a la creación, en la antigüedad, de himnos a los dioses con acompañamiento de címbalos y oros instrumentos. Ya más cercanos en el tiempo situamos a los trovadores de la Edad Media. Aunque fue Franz Schubert (1797-1828) quien desarrolló en occidente, en tiempos recientes y con suma brillantez, con su lieder la conjunción de música y palabra, sin desmerecer a muchos de sus predecesores como Mozart. Por aquel entonces tan sólo eran precisos un piano y una voz para interpretar los poemas musicados de Schubert. Más entrado el siglo XIX Franz Liszt (1811-1886) acuñó el término poema sinfónico y bajo esta denominación agrupa, entre otras, las composiciones: Tasso, lamento e triunfo, Los preludios u Orfeo. (Poemas sinfónicos números 2, 3 y 4 respectivamente). Tal fórmula la desarrolla Richard Strauss (1864-1949) en composiciones inspiradas en personajes clásicos como Don Juan (1888) o Don Quijote (1897). Por otra parte, en 1908, Gustav Mahler (1860-1911) pone música a algunos textos de La flauta china de Hans Bethge y lleva a cabo lo que podríamos llamar lied sinfónico: Das lied von der erde (1908).
En el poema sinfónico el compositor pretende trasladar a lenguaje música un texto escrito, con frecuencia un poema.. En ocasiones el músico procura diferenciar los rasgos principales de la trama. Lo concreto se hace abstracto. La música tiende la mano a la literatura.
Ha llegado el momento de recoger el ofrecimiento de la música pasando por las artes plásticas, es decir, que la literatura recorra el camino en sentido inverso al que lo ha venido haciendo hasta ahora. La literatura ha sido empujada por la concreción desde que se separó de la función mágica que en tiempos primitivos –probablemente- mantenía unidas todas las artes. A esta misma unidad es a la que tienden desde su disolución. La literatura, la poesía, necesitan servirse de palabras para provocar emociones sin necesidad de recurrir a una trama y sin dejar que las ideas eternamente referidas la dominen. Se debe emplear para ello imágenes que evoquen en el lector temor, ternura, placer o dolor, e indagar en el simbolismo –semántico y fonético– para realzar lo que pretende comunicar. En definitiva, se debe abstraer el lenguaje, que es pura abstracción, vomitar la esencia. No importa por qué el autor está triste o alegre, o por qué desea hacérselo saber al lector; lo que interesa es comunicarlo.
El poeta debe ser consciente de elementos pictóricos que pueden enriquecer su creación. Un color no simboliza la vida, el amor o la muerte: un color Es la vida, el amor o la muerte.
Las palabras poseen un simbolismo fónico que, independientemente de su significado, les concede unas características propias. Pueden poseer una sonoridad dulce y una acepción amarga o viceversa. La liberación del significado permite al autor emplear la palabra según su criterio estético. «La escritura propone incesantemente un significado que continuamente se evapora, transportando a una sistemática exención de significado», expuso Rolan Barthes.
Lo referido facilita la creación sobre otras bases artísticas. Un buen aliado para este propósito podemos hallarlo en el método paranoico-crítico de Salvador Dalí, aunque, por supuesto, las posibilidades son infinitas.
El escritor filtra la visión de un cuadro o la audición de una composición musical a través de sus sentidos, atiende a su sensibilidad para averiguar qué sensaciones provocan en él y las plasma con palabras haciendo uso del ultra subjetivismo. El producto escrito pasa a manos del receptor, que debe situarse ante la lectura dejando que las palabras se deslicen, evitando cualquier análisis o hiper racionalización, dejando que su intuición y sensibilidad traduzca el texto a su entendimiento. De este modo el lector recreara su visión particular sobre la obra que, sin duda, será tan válida como la del autor en el momento de la creación. La propuesta es devolver sensaciones siguiendo el desarrollo de las ideas encadenadas.
En conclusión, podemos definir al Arte Absoluto como una fórmula alquímico–artística que cree en un sentido del Arte que supera los géneros y las disciplinas. A su vez promueve principalmente la obra artística que utiliza como antecedente o inspiración otra creación en su mismo u otro soporte. Del mismo modo se pueden considerar obras de Arte Absoluto las creaciones colectivas concebidas con el objetivo de una plasmación unitaria.
Ejemplos de obras de Arte Absoluto, tal y como ha quedado definido, pueden considerarse las siguientes. Poema del cante jondo (1921) de Federico García Lorca, donde el poeta intenta llevar a la literatura las particulares características del cante jondo. A la pintura (1945-1952) de Rafael Alberti. La mayor parte de la poesía de Juan-Eduardo Cirlot íntimamente relacionada con la plástica y la música de vanguardia, sobre todo con la dodecafónica. Los poemas-collage de Carlos Edmundo de Ory. El poema El Cristo de Velázquez de Miguel de Unamuno. La poesía fonética desde el futurismo hasta el simbolismo fónico de un poeta como Francisco Pino. Vías de agua (Recitativo) (1956-1957) de Gabriel Celaya. Por representar una forma musical en verso, el poemario Cantata en el iceberg (1995) de Antonio Fernández Molina. Los lados del cubo (1973) de Gabino Alejandro Carriedo, en el que se rinde tributo a la pintura y la arquitectura.
Apuntes para un teatro total, claramente emparentado con el concepto que nos ocupa, se da en el teatro de Cervantes. A este respecto Jean Caravaggio dice: “…el polifacetismo de Pedro de Urdemalas podría prestarse a un montaje eclecticista dentro de un espectáculo total capaz de integrar los valores plásticos y sonoros de la comedia”, En la misma corriente escénica podemos incluir tanto a los autos sacramentales de Calderón de la Barca como a las ceremonias del movimiento Pánico creado en 1960 en París por Arrabal, Jodorowsky y Topor. En especial podemos hacer alusión a la ópera pánica de Fernando Arrabal Ars Amandi.
Raúl Herrero
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