Conciertos interesantes.

Somos todo oídos

Me llegan noticias de unos amigos desde Londres sobre los últimos conciertos de la integral Maazel-Filarmonía:

DLVDE: estupenda.

9ª: 1er mov. horrorosíiiiisimo. Un espanto.
2º y 3er mov: muuuuuuuucho mejor.
4º mov: fantástico, sensacional.

Vamos, Maazel en estado puro.

Por cierto que, en un ranking de las novenas escuchadas este doble centenario, mi amigo colocaría el siguiente orden:

1º Haitink, Concertgebouw
1bis. Maazel si obviamos el primer movimiento.
......
......
......
Abbado, Lucerna (en Madrid).
......
Y la de Saraste en Sanse, simplemente la califica como un despropósito infumable.

Yo, en la cima de esa lista pondría la de Dudamel y, en breve, veremos donde ponemos a Rattle.

En la hermosa catedral de St-Baafs de Gante nos disponíamos a disfrutar de un gran concierto, puesto que tanto intérpretes como programa así lo hacían prever. No estábamos en el lugar ideal –dada la acústica, que luego comentaré-, en un lateral del escenario al lado de los violines y la percusión.



Comenzó el concierto con la obertura de Oberón de Weber, música redonda y agradable que nos dio la oportunidad de apreciar la magnífica calidad de la BBC Symphony Orchestra y un director, Sylvain Cambreling, muy detallista y amante del buen fraseo, pero sin caer en una interpretación plana de la obra (estilo Maazel). Sin embargo, la mala acústica del edificio nos dio el primer aviso: unas cuerdas algo neblinosas y una difuminación de los tuttis entre las altas columnas, que sobre todo en Mahler iba a restar algunos puntos a la valoración total.

El estreno mundial (¿?) del concierto para violín “Still” de la compositora Rebecca Saunders resultó una muy grata sorpresa, a pesar de que el público asistente no parecía en absoluto interesado en la modernidad propuesta. Y, esta vez, la acústica sí que benefició a la obra pues la hizo aun más fantasmagórica y aterradora de lo que por sí era. Violín, percusión y piano (sorprendente uso de este instrumento) llevan la voz cantante en una obra que destila dramatismo (será por esto que la compositora quería estrenarla junto a una obra de Mahler?). Una primera parte en la que se nos plantea un verdadero ataque aéreo, un bombardeo cada vez más violento, el caos absoluto. Después viene una parte misteriosa, lúgrube y lamentosa para terminar en un intento (vano) de encontrar la calma. Extraordinaria también la interpretación de la violinista Carolin Widmann!!!



Y así llegábamos al plato fuerte de la noche: la Cuarta.

Desde los primeros cascabeles y el tema haydiano se pudo apreciar el objetivo de Cambreling: claridad, tempo “media marcha” menos que en muchas otras versiones y una enorme sensibilidad. La orquesta sonó muy bien empastada, con todas las secciones rayando a una gran altura. Lástima de la acústica que restó color e intensidad, sobre todo a las cuerdas! A pesar de ello, un precioso y preciso primer movimiento, con especial mención al perfecto equilibrio entre los pasajes tranquilos y el dramatismo de los tuttis. Cambreling consiguió sacar de la orquesta todo el lirismo que destila esta música. Como muestra, estos 15 minutos que grabé con mi cámara: perdón por la mala calidad del sonido y la aburrida imagen...

https://www.youtube.com/watch?v=4iCtNGVZOiI

El segundo movimiento nos ofreció un vals realmente diabólico pero interpretado con gracia. Aquí la peculiar acústica de la catedral fue más bien un aliado que ayudó a realzar la sensación de “más allá”, de habitar otras esferas no terrenas. Magnífica sección central, ensoñadora. Preciosas secciones de maderas, arpa y cuerdas: qué sutilidad! Especial mención al concertino Andrew Haveron y al trompa Nicholas Korth: lo bordaron!

El Ruhevoll no podía ser más que la confirmación de todo lo anterior. Y vaya si lo fue! Nada más sonar las primeras notas entramos en otro mundo (en trance y sin drogas...): celestial y melancólico a la vez. La delicadeza de este movimiento sonó de tal manera que parecía como cogido con un hilo de seda, en cualquier momento podía romperse. No, en absoluto trató Cambreling de exagerar sino que mantuvo el hilo bien tenso hasta el final, incluído claro el clímax anunciado por los timbales: excelso! Y así, sin espasmos pero sin dejar el aire de ensoñación, llegamos de forma natural al último movimiento y du Das himmlische Leben. No exagero un ápice: belleza pura de muchos quilates!

Y llegó la resolución de la sinfonía, ahí donde hasta ahora nunca había quedado satisfecho en mis Cuartas en directo. Esta vez (casi) todo encajó a la perfección: orquesta y voz lograron el difícil equilibrio magistralmente, con una Sarah Jane Brandon (soprano sudafricana) espectacular! El (casi) es –de nuevo- para la acústica, que ahogó demasiado tan magnífica interpretación. Sí, una voz potente pero también frágil e inocente, para transportarnos al idílico paraíso donde sólo hay abundancia y felicidad. “No hay música que se pueda comparar con la nuestra...” Una obra maestra en manos de orfebres, eso fue esta interpretación.






Y terminamos tan fantástica velada tomándonos un par de cervezas Westmalle que nos supieron a gloria, en una noche veraniega como hacía años que no se recordaba en este país a finales de septiembre. Una noche (casi) paradisíaca!

Gracias Gustavo por la crónica, muy jugosa. En el youtube el sonido "otherwordly" e in die Ferne no deja de tener su encanto. Muy bien la orquesta salvo en el tormnetoso tutti clímax del movimiento. Genial que disfrutáseis de una bonita velada

Gracias por la reseña, Gustavo. Te envidio por tener tan a mano la ciudad donde tuvo lugar el concierto, y poder tomarte allí las Westmalle… ¿Quizá fue en De Dulle Griet, en … el Mercado de San Miguel? (me parece que se llama así la plaza..) Que sí, que te envidio realmente…

Psanquin escribió:Gracias Gustavo por la crónica, muy jugosa. En el youtube el sonido "otherwordly" e in die Ferne no deja de tener su encanto. Muy bien la orquesta salvo en el tormnetoso tutti clímax del movimiento. Genial que disfrutáseis de una bonita velada

Sí, los tuttis fueron siempre un problema y éste en particular fue un pelín caótico pero sin desmerecer en absoluto el total. Gracias a Dios no interpretaron la Sexta porque puede que la catedral se nos hubiera caído encima!

Ludovyk escribió:Gracias por la reseña, Gustavo. Te envidio por tener tan a mano la ciudad donde tuvo lugar el concierto, y poder tomarte allí las Westmalle… ¿Quizá fue en De Dulle Griet, en … el Mercado de San Miguel? (me parece que se llama así la plaza..) Que sí, que te envidio realmente…

Pues no me envidies tanto porque también tienes que recordar que aquí tenemos todos piel de sapo, por aquéllo de la lluvia...

Sí, fue en De Dulle Griet, absolutamente abarrotado de parroquianos... y no precisamente después de la misa!

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del Río escribió:Interesantísima reseña de Mark Berry sobre uno de los conciertos del ciclo mahleriano que Lorin Maazel está llevando a cabo con la Philharmonia en Londres.
http://www.gustav-mahler.es/conciertos.73.htm

Podría titularse: "Maazel consigue un encefalograma plano de la partitura mahleriana".

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Y, no obstante, su Segunda que presencié en Londres no fue tan plana, pero efectivamente le faltó más alma (y no lo digo por la esposa de Gustav) y desmelene!

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¿Te refieres a la posibilidad de poner realmente a mil ejecutantes en escena? ¿O piensas en la acústica, en que sea una sala histórica, etc?

Robertino Bergamasco escribió:Se agradece la brevedad y concisión; no así la valoración final -yo sólo conozco el Concert Hall- .

Breve, breve ¡Son 1600 palabras!

No intentes extrapolar; cualquier parecido entre una Octava en vivo y una retransmisión es mera coincidencia.

No hay tal olvido ; hablaba sólo de cambios de última hora, pero gracias por el apunte. No lo sabía

del Río escribió:¿Cual creéis vosotros que sería el mejor escenario para escuchar una Octava?... (la de los mil y pico, por supuesto)

Yo creo que no existe; ha de ser diseñado ex profeso. Una especie de Bayreuth mahleriano para la Octava

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¿Y si se rediseña el Gaiás? Si vale para la Copa Davis porqué no una Octava.

Robertino Bergamasco escribió:Podían haber quedado en 600. No intento extrapolar, yo sólo conozco la mediocre versión -¿ves? yo soy más conciso aun, con una sóla palabra- colgada en Concert Hall, a ella me remito.

Admiro tu capacidad de síntesis Robertino pero mediocre ¿Qué? ¿Quien? ¿Quienes? ¿Por qué? ¿Cómo?

¿Qué?:
¿La obra de Lotti? ¿La de Tallis? ¿La Primera parte? ¿La segunda?...
¿La acústica? ¿La disposición de los músicos? de coros? de solistas?...
¿Quien?:
¿Rattle? ¿Soprano I, II, III...?
¿Quienes?:
Coro de niños? el de la Radio de Berlín? el conjunto de trombones?
¿Por qué?...
¿Cómo?...

¿Todos Mediocres?

del Río escribió:Ya pues ir hablando con Roberto Varela sobre el asunto, a ver qué le parece la idea.

Me parece que aunque se pase el día allí no quiere oír hablar del Gaiás ni en pintura clown:

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Psanquin escribió:¿Y si se rediseña el Gaiás? Si vale para la Copa Davis porqué no una Octava.

No hace falta rediseñarlo. Se podrían meter los 1000 en la plazoleta central de la Biblioteca, donde presenciamos la Cuarta. Eso sí, sería una versión intimista de la Octava.

Gracias por explayarte
Me quedo con esta

Robertino Bergamasco escribió:

Coro de niños? el de la Radio de Berlín? el conjunto de trombones?

Chillones los primeros, discreto el segundo, ausentes los terceros.

No sé que opinará Ignacio pero muy mal suenan entonces los Concert Hall; en la sala los trombones sonaban más que las trompetas del juicio final (para algunos prejuicio final )

monca escribió:

Psanquin escribió:¿Y si se rediseña el Gaiás? Si vale para la Copa Davis porqué no una Octava.

No hace falta rediseñarlo. Se podrían meter los 1000 en la plazoleta central de la Biblioteca, donde presenciamos la Cuarta. Eso sí, sería una versión intimista de la Octava.

Por espacio no hay problema; lo único que la acústica es un poco seca; yo pondría algunos CDs en las inmensas estanterías vacías para corregirlo. Ya que gastaron el dinero en ellas.

Bravo por la crítica -extensa - de la Octava berlinesa! Yo, francamente, me fío más de tu opinión al escucharla en vivo y en directo que de la de Robertino a través del Concert Hall, porque el sonido y los detalles se oyen de manera muy distinta. Claro está que nadie tiene el oído perfecto para calibrar un concierto de la A a la Z y, por supuesto, cada crítica está expuesta a la subjetividad: inevitable!

En cuanto al lugar ideal para una Octava: no existe! No obstante, la sala del Concertgebouw tiene la acústica ideal, aunque no es lo suficientemente amplia para acoger a los mil. Y la sala no es más que una pequeña parte del puzzle necesario para conseguir hacer una gran Octava: orquesta, solistas, coros, director, público e inspiración del día... En definitiva, todas las cosas en este mundo son perecederas e imperfectas, tan solo un reflejo!

Me encontró esto http://thehappening.com/events/view/1061

y esto http://agendatv.com.mx/cultura/estrenos/1348-filmaarts-emite-el-ciclo-celebrando-a-gustav-mahler.html

saludos