Conciertos interesantes.

Como ya estoy haciéndome demasiado el remolón hago una primera entrega de la crónica, más turística que otra cosa ;-)

Llegué la misma mañana del concierto. Apenas estaría 24 horas en la ciudad. Aunque lo de menos era hacer turismo, era inevitable no pasar por la Brandenburger Tor, tan majestuosa como siempre.









Después de un paseo por la Potsdamer Platz prácticamente no había tiempo más que para… visitar alguna tienda de CDs así que a Dussmann me fui, tienda bien conocida en el foro por antiguas crónicas.



Esta era la sección Mahler, no mucho mayor que la de Mendelssohn…





…pero para compensar había una zona especial de nuestro compositor con interesantes precios.

De Mahler al final me llevé estos tres discos.



El de la izquierda recomendación de Robertino , el del centro es una curiosa Segunda de Luisi con la –tomo aire - Niederösterreichisches Tonkünstlerorchester, grabación de la ORF a la que Arteaga le da dos estrellas pero que por su rareza me animé a comprar. Y la de la derecha la Novena, la grabación que me faltaba del incompleto ciclo de Fedosseyev. Si este ciclo algún día se completa será sin duda el peor de toda la discografía pero aun así le tengo cariño. Está muy ignorado; Arteaga por ejemplo no incluye esta Novena (es del 2002) en su discografía y Mouret no incluye –de memoria- a la Octava pero creo que olvida alguna más.

Tras comer en Friedrichstrasse muy bien y por lo mismo que me costó el CD de Luisi, vuelta a la zona de la Philharmonie. Como las taquillas no abrían hasta las seis y media aproveché para disfrutar el panorama desde la cúspide de este rascacielos de Potsdamer.





Todavía no se veía mucho movimiento en la Philharmonie.



Como las horas no pasaban, pues visita tópica al Sony Center. En los cines de la plaza se anunciaba la Octava de hoy domingo.

Aunque aun faltaban dos horas, para llegar descansado y en plena forma al concierto me acerqué definitivamente a la Philharmonie y me puse a hacer cola aunque la taquilla aun no estaba abierta. Justo delante de mi tenía a un señor al que se le acercó la que aparentemente era su pareja comentándole algo en español. Como uno, aunque no lo parezca es muy discreto, no dije nada. Al poco ella, que estaba buscando desesperadamente entradas, volvió con un reventa y le dijo a su marido, “Fernando, dame 200 euros”. Aunque él algo musitó de la taquilla, sin rechistar metió la mano en el bolsillo y le dio el dinero a la mujer. Que marido más complaciente pensé yo para mis adentros. Ya quisiera Gabriela un hombre así

Se produjo una situación simpática cuando él reventa les dijo que ya podían subir a ver la Eintführung -una presentación que había antes del concierto de la que yo ya había visto algún anuncio. Como quiera que ella no tenía muy claro que las entradas fuesen de fiar, y estaba un poco dudosa con la operación, al momento pensó que les habían dado gato por liebre, es decir entradas para otra cosa y no para el concierto de las 8 así que pegando un simpático grito se las devolvió al reventa y le quitó el dinero de la mano. El reventa se sonrió, mientras me miraba -yo también sonriendo. Entonces no me quedó más remedio que hablar; no se preocupen, les dije, se refiere a que hay ahora una charla sobre Mahler. Se deshizo el entuerto y cada uno siguió su camino.

Ya más tranquilos al poco nos vimos otra vez en la cafetería y allí, pasando de la eintführung mahleriana, me senté con ellos. Pasamos un rato muy ameno apurando el tiempo hasta justo antes del concierto. Una pareja muy agradable y entrañable; barceloneses ellos, María José y Fernando, eran colegas en la universidad aunque en un campo bien distinto al mío. Muy melómanos, pero sin ir de eruditos, son asiduos a los festivales de verano de Cataluña, sobre todo de Torroella de Montgri, Perelada, y la Schubertiada de Vilabertran de los que me contaron maravillas y me llenaron de ganas de ir algún verano. Estaban en Berlín por un congreso. Ya el domingo se habían acercado al concierto de Pttsburgh Honeck que les había entusiasmado, la Mutter por supuesto también les había encantado y de la Quinta de Mahler ¡que decir!

Hablando sobre Mahler dijeron dos cosas muy sencillas que me emocionaron pues es algo que tantas veces repetimos los que admiramos a Mahler, él dijo “¡Cómo podía tener todo eso en la cabeza; escribir esa música tan compleja para una orquesta tan amplia sabiendo que va a sonar bien” y ella “después del primer movimiento, que fue tremendo me preguntaba, pero ¿qué va a hacer ahora? ¿Qué nos va a contar después de esto que nos sorprenda aun más?”. En ese concierto vieron lo de la Octava y decidieron ir como fuera. Me decían, el dinero está para gastarlo en estas cosas; a lo mejor en otras cosas que los demás lo hacen nosotros no lo hacemos, pero en conciertos, sin dudarlo. Sabias palabras.



Nos despedimos, seguro que algún día nos volvemos a ver. Espero que hayan disfrutado el concierto, su entusiasmo lo merecía. Estaban en una zona mejor que la mía, en la B, lo cual sin duda ayudó. La mía era la F y aunque no mala tenía un claro inconveniente para un concierto con solistas vocales, estar a sus espaldas.

Aquí podéis ver mi posición y como estaba la sala de abarrotada.